DOMINGO TERCERO DURANTE EL AÑO  Ciclo A

  Jesús ha dejado Nazaret, su vida oculta y silenciosa, y comienza su misión de anunciar la Buena Noticia de Dios, para todos los hombres de todos los pueblos y de todos los tiempos.

Jesús empieza su misión. Por el momento la inicia solo, pero necesita quien la continúe después de él. Escoge a los primeros discípulos. Los elige Él mismo para que estén con Él y para que sean ellos los que anuncien a sus hermanos la buena nueva del Evangelio.

Hoy, el Evangelio nos lleva al lago de Galilea, donde Pedro, Andrés, Santiago y Juan tenían su trabajo, ya que eran pescadores (Mt 4,12-23). El lago de Galilea es grande. Algunos el llamaban el mar de Galilea. Una de las cosas más bonitas de Palestina es realizar una travesía por este mar, recordando la vida de Jesús y los milagros que realizó, y, sobre todo, en la ciudad de Cafarnaúm, que está situada a orillas del mar. En este lago vemos a Jesús llamar a los primeros apóstoles, y ellos lo dejan todo y le siguen.

 La primera idea que os quiero dar en este domingo es que Dios llama. Toda la historia de la salvación es una llamada de Dios, y nuestros respondemos o no a esta llamada.

Todos recordaréis cómo Dios llamó a Moisés desde la zarza, para que fuese el libertador de su pueblo Israel, y él respondió. También llamó a Judas, que no supo responder bien. Dios ha creado al hombre, y le ha dado libertad.

Hoy, vemos que Jesús llama a cuatro hombres para que sean pescadores de hombres. Jesús los llama, pero les da libertad por seguirle o no.

Recordamos también al joven que quería seguir Jesús, pero, cuando Jesús le dijo que vendiera todo lo que tenía y lo diera a los pobres, el joven se puso triste y lo abandonó. Era muy rico.

Pero, hoy, vemos que Pedro y Andrés, Santiago y Juan, dejaron todas sus cosas y siguieron Jesús. El evangelio nos dice que Santiago y Juan dejaron la barca, las herramientas de trabajo que tenían para ganarse la vida, y también, a su padre, es decir, la familia, y le siguieron de verdad. Se entregaron totalmente a Jesucristo.

La respuesta a la iniciativa de Jesús se expresa con el verbo dejar. Dejaron las redes, el oficio, los lazos familiares, su padre y, en su lugar, pusieron a Jesús y lo siguieran. Dos verbos fundamentales para ser discípulos de Jesús: dejar y seguir. El que quiera seguir a Jesucristo tiene que saber unir estos dos verbos: dejar y seguir.

Algunas veces me han hecho estas preguntas: ¿Por qué hay tan pocas personas que se deciden a seguir Jesucristo? ¿Por qué hay muchas personas que lo siguen a medias? ¿Por qué hay tantas personas que la han seguido, durante mucho tiempo y, finalmente, lo han abandonado?

Encuentro la respuesta en estos dos verbos que acabo de mencionar. Ser cristiano es dejar muchas cosas y seguir Jesucristo.

No es fácil. El mismo Jesucristo nos lo dice con estas palabras: Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga (Mc 8,34). Cargar con la cruz supone dejar muchas cosas y renunciar a otras.

Dios te llama a ti ahora que me escuchas, o quizás ya te ha llamado a un estado de vida. Quizás el Señor te pide una entrega total para que ingreses en el seminario, o en el claustro, o a vivir en medio del mundo. Se puede seguir a Jesucristo de muchas maneras. No todos tienen la misma vocación. Lo importante para nosotros, cristianos, es seguir a Jesucristo de verdad.

Hay algunas personas que querrían seguir Jesucristo, y piensan que servirían mejor al Señor en otro lugar de dónde están. A estas personas les digo esta frase que me ha gustado mucho: la flor florece donde Dios ha plantado el árbol. Es decir, tienes que seguir a Jesucristo donde las circunstancias, o mejor dicho, donde la voluntad de Dios te ha llevado o quiere llevarte.

Dispongámonos a seguir a Jesús de verdad, confiando totalmente en Él y estableciendo una relación personal, amistosa y vital, con Aquel que ha dado su vida por nosotros.