Domingo
Decimoquinto Durante El Año Ciclo A
¿Habéis
pensado, alguna vez, que Jesús era de un pueblo y no de la ciudad? ¿Cuántas fábricas
habría en Nazaret en aquel tiempo? ¡Ninguna! En un pueblo tan pequeño como
Nazaret, la mayor parte de sus vecinos eran agricultores y no sería aventurado
pensar que san José, que era carpintero, tuviera alguna tierra para cultivar.
Jesús conocía muy buen el campo y su entorno, la mayora de las veces, cuando
quería hacerse entender mejor, se servía de las faenas del campo, de la tierra
y las semillas…, para explicar, con sencillez, las cosas del reino de Dios.
¿Qué
es una parábola, para Jesús? Es una historia, un hecho explicado por Jesús
para ilustrar su enseñanza. Son comparaciones inspiradas en cosas de la tierra
que hacen pensar en las del cielo. La gente sencilla que escuchaba a Jesús no
acostumbraba a leer libros, pero vivía en contacto con la naturaleza. Todo el
mundo sabía, mejor que yo, cómo era un sembrador, las diversas semillas y la
manera de multiplicarse, si la semilla caía en tierra buena.
La
clave de estas comparaciones es saber interpretar al sembrador por la persona de
Jesús, semilla por palabra de Dios y tierra por corazón del hombre.
El
evangelista dice: El sembrador salió a sembrar. Jesús es el sembrador y, como
buen sembrador, siembra con ilusión y espera una buena cosecha. Cuándo tú has
entrado a este templo, el sembrador, Jesús, estaba esperándote para sembrar en
ti la semilla de su palabra, que son las lecturas bíblicas, es la primera parte
de la misa, y después desea que participes de su banquete que es la Eucaristía.
La
fe es una respuesta positiva a la palabra de Dios. Fe es aceptar a Jesucristo.
La
palabra de Dios es un misterio de fecundidad, como la es la semilla. La ciencia
y la técnica no han podido fabricar un grano de trigo que germine. El hombre
sabe muy buen que Dios es el creador y que no habría campos de trigo, ni se
podría sembrar sin tierra, sin sol y lluvia, si Dios no los hubiera creado,
nada existiría.
Hombre
que me escuchas, no te creas omnipotente ante los adelantos de la ciencia y de
la técnica. La técnica presupone la creación.
El
salmista dice: Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares. Al
ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo
sus gavillas (Sal 126,5-6).
San
Pablo escribe: Ni el que planta ni el que riega son nada; Dios, que hace
crecer, es el que cuenta (1Cor 3,7).
¿Dónde
cae la semilla? Dice que puede caer en varios lugares:
Una
parte cayó al borde del camino
Son
los que no acogen en su interior la palabra. Hay muchas personas que escuchan la
palabra de Dios, pero no la acogen y, muchas veces, voluntariamente, la han
menos preciado. ¿A cuántos hijos de familias muy cristianas, vemos ahora muy
lejos de Dios?
Otra
parte cayó en terreno pedregoso
Son
los que reciben la palabra con alegría, pero superficialmente, y caen a la
primera dificultad se desaniman y abandonan. Recuerdo, ahora, a una chica había
perdido la fe, porque su padre había muerto, aunque no era viejo. Me dijo que
había pedido a Dios, con mucha insistencia, que su padre no muriera, pero que
Dios no la había escuchado. Después de conversar largamente y hacerle
reflexionar, acabó la conversación diciéndome estas palabras: ‑Sí
Dios hiciera siempre nuestra voluntad, seríamos más que Dios.
Otra
parte cayó entre cardos
Son
los que pretenden compartir su corazón entre el Evangelio y el mundo. Jesús
dice: Las preocupaciones del mundo presente y la seducción de las riquezas la
ahogan y no da fruto. Cuántas familias viven mal a causa de las herencias, y cuántas
injusticias se cometen por el maldito dinero. ‘Poderoso caballero se don
dinero’. Quizá, todos hemos de entonar el mea culpa.
Finalmente
otra parte cayó en tierra buena y dio fruto: un grano dio cien, otro sesenta,
otro treinta.
Son
los que han superado las dificultades precedentes. La semilla se hará espiga, y
la palabra de Dios fructificará en una vida cristiana, profunda, permanente y
sincera.
Acabo
invocando al Espíritu Santo, para que riegue nuestros corazones, a fin de que
todos seamos tierra buena que dé el ciento por uno.