Domingo Dieciséis Durante el Año Ciclo A

En el museo del colegio de la Trinidad de Dublín, hay un manuscrito, realizado por un monje llamado Kells, contiene los cuatro Evangelios, es una de las maravillas del mundo por sus miniaturas, los dibujos y por la perfección de la letra. Consta de 340 folios.

Este libro tan admirable, podamos mirarlo de tres formas: cerrado y mirar sólo las tapas con los cuatro evangelistas; abrirlo y hojearlo, como generalmente hacen los turistas y, finalmente, puede hacerse un estudio profundo, y saborear las riquezas de este manuscrito del siglo IX. Los entendidos disfrutan mucho al leerlo y estudiarlo.

También a Jesucristo se le puede mirar de diferentes maneras. Conocerle externamente, es el libro cerrado. Sería un conocimiento muy superficial de la persona adorable de Jesús. Como hemos dicho, abrir el libro y hojearlo, como hacen los turistas, finalmente está el conocimiento profundo, como hacen los sabios. Nuestro conocimiento de Jesucristo ha de ser un conocimiento profundo: contemplar la persona adorable de Jesús, como maestro, amigo, redentor, salvador etc., y profundizar en las riquezas de su corazón.

Después de esta introducción, hagamos un pequeño comentario al evangelio. Como hace tanto calor no quiero que os canséis demasiado, solamente os daré unas cuantas ideas sobre la palabra de Dios, para que os sirvan de reflexión durante esta semana.

¿Quiénes Son Los Sembradores?

El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre. Jesucristo es el buen sembrador que ha venido al mundo para sembrar en nuestros corazones, el amor a Dios y a los hermanos. Jesús es el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6).

El que ha sembrado la cizaña es el diablo: Mientras todos dormían, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo, y se fue (Mt 13, 25). El trabajo  del enemigo es sembrar la mala semilla para alejar a los hombres de Dios y hacerles pecar. Un ejemplo lo tenemos en el paraíso, con el pecado de Adán y Eva (Gn 3,1 y ss).

¿Dónde Siembra?

  En el corazón del hombres, donde el Señor ha sembrado las buenas semillas y desea que fructifiquen, pero también el diablo ha sembrado cizaña y también fructifica, y si el hombre no vigila, puedan ahogar la buena semilla.

Los siervos fueron a buscar al amo y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? … ¿Quieres que vayamos a arrancarla? El les dijo: No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis con ella el trigo.

Los cristianos no hemos de ser como aquellos trabajadores que querían arrancar enseguida la cizaña. Nuestra mirada ha de ser como la mirada de nuestro Padre que está en el cielo, una mirada esperanzadora, comprensiva, de misericordia y llena de ternura.

Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad, que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura (C.E.C. nº 239).

Algunas personas sólo saben ver el mal y cierran los ojos al bien. En este mundo, es verdad, que hay mucho mal, pero hay mucho bueno, incluso más que malo. Seamos buenos nosotros y trabajemos para que los otros también lo sean.

Reacción Del Amo

No, no lo hagáis. Parece increíble que el amo no permita que arranquen inmediatamente la cizaña y les ruega que se esperen. Dios es amo y señor del campo y del tiempo. La reacción de Dios es esperar que llegue el tiempo de la cosecha. No os precipitéis. Dios espera hasta el día del juicio final.

El ser bueno o ser malo pasa por el corazón del hombre, y nosotros no podamos ver su corazón. El corazón puede cambiar. Las personas también y arrepentirse. A veces una misma acción es buena para uno y mala para otro.

El hombre no puede anticipar su juicio. Dios espera hasta el final del mundo. Las personas no tenemos un metro adecuado para saber medirnos verdaderamente. La medida se la ha reservado Dios.

Nuestra actitud ha de ser una actitud de comprensión y paciencia, saber esperar, pensar que cada cual dará cuenta de sus actos y obras a Dios, que es rico en misericordia.

La cizaña crece al mismo tiempo y en el mismo campo que el trigo. En el reino de Dios crecen los buenos y los malos en el mismo campo. La presencia del mal no representa un caso excepcional. Siempre habrá buenos y malos.

La Iglesia es santa y al mismo tiempo pecadora. Todos nosotros, al empezar la misa, hemos pedido perdón al Señor por nuestros pecados.

Finalmente, haciendo referencia a las palabras de Jesús: El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino a todos los que fueron causa de tropiezo y a los malvados, y los echará al horno del fuego. Allí llorarán  y les rechinarán los dientes. Entonces los justos brillarán como el son en el reino de su Padre (Mt 12, 41).

Permitidme que os dé algunas ideas sobre el fuego del infierno, puesto que de este no hablamos demasiado.

1.      La existencia del infierno es un dogma de fe.

2.      ¿En qué consiste el infierno? En la privación de la visión de Dios y el sufrimiento de esta privación.

3.      ¿Quien va al infierno? Todo aquel que voluntariamente y libremente se separa de Dios y muere con esta actitud.

4.      Dios no ha creado a nadie para ir al infierno, nos ha creado a todos para ir al cielo.

5.      El infierno no es un lugar, es un estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y los bienaventurados.

6.      ¿Hay alguien en el infierno? No lo sabemos, la misericordia de Dios es infinita. Algunos dicen que en el infierno hay un rótulo que dice: "Cerrado por falta de personal". ¡Esto es mucho decir!

7.      La descripción de Dante en La divina comedia es figurativa y no responde a la noción de infierno que da la Iglesia.

Y acabo con las palabras de la plegaria eucarística:

Acepta, Señor, en Tu Bondad, esta Ofrenda de tus Siervos y de toda tu Familia Santa; Ordena en tu Paz Nuestros Días, Líbranos de la Condenación Eterna y Cuéntanos Entre Tus Elegidos.