Domingo Dieciocho Durante el Año Ciclo A
Introducción
Las primeras palabras del
evangelio nos dicen que, Jesús, después de la muerte de su primo, Juan
Bautista, se subió a una barca para atravesar el lago y retirarse a un lugar
tranquilo y apartado.
Seguramente, Jesús ya sabía
porqué había muerto Juan, ya que había estado encarcelado por denunciar el
adulterio de Herodes. Éste se había juntado con Herodías, mujer de su
hermano. En una fiesta del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó
tan bien y gustó tanto, que le prometió darle todo lo que le pidiera, aunque
fuera la mitad de su reino. La hija, después consultar a su madre, pidió que
le trajeran la cabeza de Juan Bautista en una bandeja. ¡Imaginaos la escena! Un
ambiente de fiesta, con las copas de vino y cantos, y un criado que trae la
cabeza de Juan, chorreando sangre, Herodes se la entregó a la hija de Herodías.
Los hombres somos malos, pero las mujeres también.
Reflexión
Sobre La Multiplicación De Los Panes y Pescados
Repasemos brevemente, como
si estuviéramos presentes, en un día con Jesús.
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Al
empezar el día, Jesús pasa en barca a la otra ribera del lago de Genesaret.
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Busca
paz y tranquilidad para descansar.
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La
gente se lo imagina y corre hacia donde está Jesús. Unas cinco mil personas,
sin contar las mujeres y los niños.
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Pasa
las horas hablando amigablemente con ellos y curando a los enfermos.
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Se
hace tarde, los discípulos piden a Jesús que despida a la gente. Jesús no les
hace caso.
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Jesús
pide que le traigan los cinco panes y los dos peces.
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Le
traen los cinco panes y los dos peces y Jesús hace el milagro de la
multiplicación.
Como Buenos Cristianos Apliquemos La Palabra de Dios a
Nuestra Vida
Jesús está triste y
quiere alejarse de la multitud, descansar y pasar la noche haciendo oración: Se
marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado, dice el
evangelista.
Las personas, a veces,
necesitamos estar solas, irnos por un tiempo de nuestro entorno, por eso son
necesarias las vacaciones; distraernos, rezar y disfrutar de la naturaleza…
Pero le ocurrió a Jesús
lo que algunas veces a nosotros. Quería estar solo y acudieron a él cinco mil
personas, sin contar las mujeres y los niños. Cuántas veces en nuestra vida
hemos tenido que cambiar los planes que habíamos hecho porque ha venido un
amigo o, sencillamente, porque lo que nos habíamos propuesto no les gusta a las
personas con quienes convivimos: al esposo, la esposa, los hijos, los amigos,
etc.
Jesús no se pone nervioso
como nosotros: Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó
a los enfermos.
No así a los discípulos,
que, viendo que se hacía tarde, fueron a decirle: Estamos en despoblado y es
muy tarde; despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de
comer.
Jesús no pensó así y les
dijo: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. Cristo se sirve
de los discípulos por hacer el milagro. También Dios se sirve de nosotros por
ayudar a los hermanos.
Las palabras dirigidas a
los discípulos, desde el comienzo de la Iglesia, resuenan también en los oídos
de los cristianos. También hoy nos dice Jesús: "Dad de comer a los que
tienen hambre".
La reacción de los discípulos
fue: Aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces ¿Qué es esto
para tantas personas?
Esta reacción a veces
también la tenemos nosotros. ¿Qué puedo hacer yo ante tantos millones de
personas que pasan hambre? A menudo reaccionamos pensando que ya tenemos
bastante con nuestros problemas, que cada cual resuelva los suyos, que no
tenemos ninguna culpa si alguien se queda con el estómago vacío o bajo el peso
de una injusticia…
El Señor les pide que
aporten lo que tienen, los cinco panes y los dos peces, el resto ya lo hará Él.
Jesús, con cinco panes y dos peces, y con la ayuda de los discípulos, alimenta
a la multitud que le seguía.
Esto también nos pide a
nosotros: que contribuyamos con lo que tenemos. No estamos obligados a más.
Durante estos días, todos,
más o menos, habremos hecho un presupuesto para las vacaciones: en este
presupuesto puede anotarse también alguna parte para las personas que pasan
hambre, las que necesitan nuestra ayuda, porque viven solas, tristes, enfermas,
etc.
Jesús, antes de preparar
la mesa, reza, como hacen los buenos cristianos antes de empezar a comer, y
después multiplica los cinco panes y dos peces, y así todos juntos comen.
Imaginaos la alegría que había en aquella comida, y qué gusto tendría el pan
y el pescado que había salido de las manos de Jesús.
Aquella comida era parecida
a la que hacemos nosotros cuando celebramos el banquete eucarístico. Es Jesús
quien dice a los ministros de la Iglesia: "Dadles vosotros de comer",
y los ministros cogen el pan que sale de las manos del Cristo, que es su propio
cuerpo y su propia sangre, y lo reparten, no a cinco mil personas, sino a
millones de personas que, como vosotros, quieren participar del banquete de la
Eucaristía.
Resumen:
v
Las
personas, de vez en cuando, necesitamos estar solas para comunicarnos
personalmente con Dios.
v
Jesús
dice: "Dadles de comer vosotros mismos". Hemos de acordarnos de las
personas que pasan hambre, material o espiritual.
v
Hemos
de comer el pan eucarístico que nos dan los ministros del Señor, que es el
cuerpo y la sangre de Jesús.
¡Que Paséis Un Buen Domingo!