Domingo Decimonoveno Durante el Año Ciclo A

El pasado domingo veíamos a Jesús que multiplicaba los panes y los peces, hoy lo vemos que despide a la multitud, desea estar solo para orar, los apóstoles se van en una barca.

Oración De Jesús

Después de despedir a la gente subió al monte para orar a solas (Mt 14,23).

Jesús tenía tiempo para todo: para predicar, para curar enfermos, para descansar y para hacer buenos ratos de oración. Jesús sabe encontrar un momento de pausa, de paz interior, para separarse de todo el mundo y rogar a su Padre. ¿Sabéis hasta cuando duró la oración de Jesús? Hasta las tres de la madrugada. Un bueno rato, ¿no? Jesús tenía necesidad de comunicarse con el Padre.

Nosotros también necesitamos tiempo y un lugar para estar a solas con quien amamos y sabemos que nos ama, y para reorganizar nuestro corazón desde el amor y desde Dios. Lo hemos recibido todo de Dios, incluso la posibilidad de tratarlo como tratamos a un amigo. Jesús nos dice: Vosotros sois mis amigos… Desde ahora os llamo amigos porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre (Jn 15,14-15).

En la vida del cura de Ars se cuenta esta anécdota: Había un hombre que pasaba muchas horas ante el sagrario sin mover los labios. El buen cura se le acercó y le preguntó qué hacía, él le contestó: “lo miro y me mira”. Aquel hombre hacía una gran oración.

Santa Edit Stein, carmelita de clausura, la figura más moderna de la Iglesia Católica, escribe: Nuestra vocación es estar ante Dios por todos. A veces pienso que ésta también es mi vocación de sacerdote jubilado.

En mi vida sacerdotal me he encontrado a algunos padres que se quejan de que sus hijos ya no rezan, y algún matrimonio dice que el otro, o la otra, no reza ni quiere rezar, entonces les cito a san Pablo: Pues el marido no creyente queda consagrado a Dios por la mujer, y la mujer no creyente por el marido cristiano. De este modo, vuestros hijos pertenecen a Dios, mientras que de otra forma no pertenecerían (1Cor 7,14).

George Bernanos, en “Diálogo de Carmelitas” escribe: Admitiendo que podamos orar los unos por los otros, Dios ha hecho que toda oración, aun la de un sencillo pastor que guarda sus ovejas, sea la oración de todo el género humano.

Cuando Jesús oraba pensaba, sin duda, en los discípulos, y cuando veía que estaban apurados, dejaba su oración y les ayudaba. Cuando se desencadenó una gran tormenta, los discípulos al verlo caminar sobre las aguas pensaron que era un fantasma, y Él les dijo: no tengáis miedo soy yo. Pedro fue al encuentro de Jesús, cuando dudó y comenzó a hundirse, Jesús le dio la mano.

Figura De San Pedro

Uno de los santos al que yo tengo más devoción es san Pedro, porque puedo imitarlo. A otros santos también los admiro, pero no son de mi devoción.

Pinceladas De La Vida De San Pedro

Lo deja todo para seguir a Jesucristo: Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido (Mc 10,28).

Confiesa a Jesucristo como el Mesías: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le respondió: Tú eres el Mesías (Mc 8,29).

Pedro y Jesús hablan con mucha claridad: (...) Entonces Pedro lo tomó aparte y se puso a increparlo. Pero Jesús se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: ‑¡Ponte detrás de mí, Satanás!, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres (Mc 8,32-33).

Llora su pecado: Dice la criada a Pedro: ‑Este andaba con Jesús de Nazaret. Y por segunda vez negó con juramento: Yo no conozco a ese hombre… Y saliendo fuera lloró amargamente (Mt 26,71,76).

Pedro, en lugar de velar duerme: Jesús volvió donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Entonces dijo a Pedro: ¿Con que no habéis podido estar en vela conmigo ni siquiera una hora? (Mt 26,40).

Está dispuesto a morir por Jesús: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré (Mt 26,35).

Defendió a Jesús: Entonces, Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió con ella a un siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha (Jn 18,10).

Fundamento de la Iglesia: Yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder del abismo no la hará perecer (Mt 16,18).

Aplicación De La Palabra De Dios En Nuestra Vida

 

También en nuestra vida hay tormentas. Todos podamos hablar de los momentos difíciles que hemos pasado: una desgracia familiar, una enfermedad, una crisis de fe, etc. El Señor viene en nuestra ayuda, quiere que nosotros saltemos de la barca y vayamos a su encuentro, pero no como Pedro, que tenía poca fe y se hundió, sino con mucha fe. Jesús le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado? (Mt 14,31). El Señor está a nuestro lado para darnos su mano. La fe no nos resuelve los problemas ni las dificultades, sino que nos abre los ojos y da sentido a nuestra vida. Creer es confiar en Jesús, Él es la pauta definitiva de nuestro amor a los hermanos y la esperanza última de nuestro futuro.

El salmista, en la misa de hoy, nos dice: Confío en el Señor, confío en su palabra (Sal 129,5).

Pedro gritó: ¡Señor, sálvame! Jesús le tendió la mano (Mt 14, 31). También nosotros, cuando nos encontremos en dificultades que sepamos decir las mismas palabras de Pedro, y el Señor nos dará su mano, pero que no tenga que regañarnos por nuestra falta de fe.

Cuando Jesús subió a la barca el viento amainó y los discípulos se prosternaron diciéndole: Realmente eres el Hijo de Dios.

Esta ha de ser nuestra fe en Jesús. Saber decirle: Tú eres el Hijo de Dios, mi maestro, mi amigo al que tanto amo, y querría amar más y más. Notamos que, cuando Jesús subió a la barca de los discípulos, que avanzaban con dificultad -porque el viento era contrario-, automáticamente se hizo la calma.

Es bonito pensar que la primera consecuencia cuando damos entrada a Jesús en nuestras vidas es la gran paz que nos comunica, la alegría, la confianza y su amor y, sobre todo, un conocimiento más profundo de su persona, como lo experimentaron los discípulos, que dijeron: Realmente eres el Hijo de Dios.

¡Que paséis Un Buen Domingo!

Y, ¡Cuidado Con El Calor!