Primer
Domingo de Cuaresma
- Ciclo A
Sin
duda que, hoy, al entrar en la iglesia y al comenzar
nuestra celebración eucarística, os habréis dado cuenta de que estamos en el
primer domingo de cuaresma: El altar sin flores, los cantos penitenciales, las
letanías al empezar la Misa, el color morado de los ornamentos del sacerdote y
el acompañamiento del canto.
Tiempo
de cuaresma, tiempo de reflexión, de conversión, de preparación para la gran
fiesta de la Pascua.
En
la primera lectura del Génesis (Gn 2,7-9; 3,1-7), con un lenguaje popular, se
nos quiere dar una respuesta teológica de cómo es el hombre. El hombre es una
artesanía de Dios. Obra máxima de su creación. Materia ennoblecida por su
aliento, que es vida. Vida a nivel de espíritu, de inteligencia y amor. Vida
que necesita desarrollarse familiarmente en comunicación con Dios y los
hermanos, que, por ser vida, desea felicidad más allá de la muerte. Persona
humana libre y responsable, que es tentada por un ser inteligente, que le incita
al orgullo para hacerse igual a Dios
El
hombre es tentado, muchas veces en su vida y también puesto a prueba, pero
tengamos presente estas palabras de san Pablo: Ninguna
prueba habéis tenido que rebase lo soportable, y podéis confiar en que Dios no
permitirá que seáis puestos a prueba por encima de vuestras fuerzas; al
contrario, junto a la prueba, os proporcionará fuerzas suficientes para
superarla (1Cor 10,13).
Jesús,
nuestro modelo, nos da un ejemplo de recogimiento y de reflexión sobre la vida.
Jesús se va al desierto y permanece allí cuarenta días y cuarenta noches,
ayunando y haciendo penitencia, no por sus pecados, sino por nuestros pecados.
No
iba a dedicar mucho tiempo para predicar el reino de Dios, y, aún así, piensa
que, antes de empezar su vida pública, ha de pasar unos días de oración y
silencio, de comunicación con su Padre.
Este
ejemplo de Jesús nos invita a reflexionar seriamente sobre nuestra vida
cristiana y ver qué lugar ocupa Dios en ella.
Al
acabar los cuarenta días y las cuarenta noches de penitencia, Jesús es
tentado. Jesús sabía muy bien que la vida del hombre es una tentación
continua. La primera lectura nos ha explicado cómo los primeros padres fueron
tentados y sucumbieron a la tentación, en el evangelio Jesús no cede ante las
tentaciones.
La
gran tentación del siglo actual es que el hombre cree que no es tentado o que
la tentación no le puede hacer ningún daño. Para mí, una de las tentaciones
de ahora, es que ante cualquier cosa el demonio nos hace creer que da igual, o
sea, que se nos presentan como buenas, decimos: ¡es normal!, cuando en realidad
son malas. Por ejemplo, decir que, un joven y una joven se vayan a vivir juntos
sin haberse casado, como todos lo hace… ¡es normal!, así como las relaciones
prematrimoniales, el aborto; no asistir a la celebración de la Misa el
domingo… etc. etc.
Pedro
nos dice que nuestro enemigo, el diablo, es como un león rugiente que da
vueltas, mirando a quien devorar, y el mismo Jesús nos enseña a decir en la
oración del Padrenuestro: No nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13).
El
demonio tienta al hombre igual que tentó a Jesús
En
la primera tentación de Jesús el demonio le dice que convierta las piedras en
pan. El hombre también es tentado por los bienes materiales. Sabemos que las
personas somos algo más que el estómago y la cartera. No puede ser que toda la
vida del hombre no sea más que el bienestar económico o el placer, sería un
vacío tremendo. Mirad también la televisión y me daréis la razón, la
tentación es continua sobre el bienestar material y el placer.
Jesús
le contestó: Está escrito: No sólo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
En
la segunda tentación le dice que se tire desde el alero del templo. Hoy muchos
cristianos piden a Dios milagros, o que se haga su voluntad, pero no la de Dios.
¡Cuántas personas dicen que han perdido la fe, porque la muerte ha visitado a
un familiar, a un ser querido, el padre, la madre o el hijo, y no lo aceptan!
¡Cuántas
personas hay que se quejan de Dios, porque Dios no les escucha! Rezo, y no me
sirve de nada. Dios no acostumbra a hacer milagros para cumplir nuestra
voluntad.
La
tercera tentación es buscar otros dioses que no son el verdadero Dios. Al
Señor tu Dios adorarás y a él solo dará culto. No a los dioses falsos
del egoísmo, la envidia, el odio, el placer sexual, el dinero, etc.
Preguntémonos
también por la abstinencia del viernes, ¿qué pienso hacer en este tiempo de
cuaresma?
Cuaresma,
Preparación para la Pascua
El
prefacio de cuaresma, nos dice, de una manera muy sintetizada, qué espera la
Iglesia de los cristianos en este tiempo de cuaresma.
Por Cristo, Señor nuestro,
concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos
purificado, la solemnidad de la Pascual, para que dedicados con mayor enteres a
la alabanza divina y al amor fraternos, por la celebración de estos misterios
que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Así,
dándonos más intensamente al amor y a al servicio a los hermanos, llegaremos a
ser plenamente hijos de Dios
La
actitud del cristiano durante la cuaresma se define, cada año, por la espera y
preparación a la celebración de la Pascua. Esta Pascua no es algo que ocurrió,
la pascua histórica del Cristo, un hecho pasado no se prepara, ni se desea, se
trata de la celebración de la PASCUA, de su actualización sacramental,
vivencia real aquí y ahora, sobre todo en la Noche Pascual.
¿Como
la hemos que preparar? ‑Con alegría y conversión de corazón.
Una
nota característica del cristiano es la alegría, de reconocernos pecadores,
arrepentirnos de nuestros pecados y, como Jesús, hacen penitencia, pero la
alegría nunca ha de faltar en nuestros corazones.
Esta
alegría, la tendremos si en este tiempo cuaresmal, más que nunca, buscamos
ratos, cortos o largos, para ponernos ante Dios en oración y, si podemos, en la
participación diaria de la santa Misa.
Dándonos
más intensamente con amor al servicio de los hermanos. Este amor a los
hermanos, lo podamos concretar visitando enfermos o a las personas que viven
solas, o trabajando en obras de voluntariado, o en otras actividades sociales o
eclesiales, y acordándonos de los pobres y sus necesidades, dando un donativo
con una delicadeza especial, y también en el trato con las personas con las que
convivimos.
El
objetivo último al cual tiende este proceso cuaresma-pascua es llegar a ser plenamente
hijos de Dios. Dice: plenamente,
porque ya lo somos por el sacramento del bautismo, pero no lo somos plenamente
como hijos que el Padre ama y espera que gocemos de su presencia eternamente en
el cielo.