Domingo Veinticuatro Durante El Año Ciclo A

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Podemos dividir la explicación de hoy en tres apartados:

  1. La respuesta de Jesús a una pregunta de Pedro (Mt 18,21-22).

 

  1. La parábola del siervo deudor y mezquino acreedor (Mt l8, 23-34).

 

  1. La lección de la parábola (18,35)

 

Pregunta De Pedro

San Pedro hace una pregunta al Señor algo indiscreta. Le pregunta cuántas veces tiene que perdonar a su hermano, si hasta siete veces.

Le parece mucho perdonar siete veces a su hermano. Siete veces significa muchas veces, pero la respuesta de Jesús es aún más contundente: has de perdonar setenta veces siete, es decir, ¡siempre!

La palabra perdón ha de estar siempre en nuestros labios. Jesús, en la oración del padrenuestro, nos enseña que, si no perdonamos a nuestros hermanos, Dios tampoco nos perdonará. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonemos a los que nos ofenden (Mt 6,12). La medida del perdón la elaboramos nosotros.

Santa Teresa, en el Camino de perfección comenta que, el Señor hubiera podido decir que te perdona porque haces mucha penitencia, rezas mucho, ayunas y lo has dejado todo, pero no dice esto; sabía que nos cuesta mucho perdonar, pues cuando perdonemos de corazón agradamos al Padre.

Es muy probable que nosotros no tengamos que hacer un acto tan heroico de perdón como la madre que perdonó de corazón a quien puso una bomba en la calle y mató a su hijo.

Pero es seguro que nosotros también tendremos muchas ocasiones para perdonar: a quienes murmura de nosotros, nos atacan injustamente, interpretan con malicia nuestras palabras; o nos quieren echar del lugar que ocupamos, se burlan de nuestras limitaciones, nos desprecian, nos ponen la zancadilla en el camino de nuestra profesión, o en nuestras relaciones sociales; a quien nos ha estafado, al amigo que nos ha traicionado y al que no nos ha comprendido, y a tantos otros…

Explicación De La Parábola

La parábola destaca de una forma muy pedagógica el motivo del perdón.

Refleja el sistema de la administración pública de un pequeño rey de la época. Un gestor de la hacienda real,  ve que han descubierto su mala administración. La deuda es muy grande (equivalente al rédito anual de un pequeño estado), por encima de la capacidad económica de un particular. El rey perdona generosamente la deuda ante la suplica del mal administrador.

La parábola quiere significar que la culpa del pecador ante de Dios es casi infinita, que el hombre no puede redimirla, y su esperanza es confiar en la misericordia de Dios, que abre los brazos cuando se le pide de corazón.

El rey es Dios, es bueno y siempre dispuesto a perdonar cuando lo pedimos humildemente. En el salmo hemos cantado: El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia (Sal 102,8).

El siervo perdonado aparece como acreedor de una cantidad insignificante, una milésima parte de lo que debía. Nada más salir, aquel siervo encontró a un compañero suyo que le debía cien denarios; lo agarró y le apretaba el cuello, diciendo: “¡Paga lo que debes!”. El compañero se echó a sus pies, suplicándole: ¡Ten paciencia conmigo y te pagaré!”. Pero él no accedió, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara la deuda (Mt 18,28-30).

 

La Lección De La Parábola

Jesús, imagen de Dios visible en la tierra, nos enseña, con su ejemplo, a perdonar. Perdona a la adúltera (Jn 8,11). En la cruz se dirige al Padre diciendo: Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen (Lc 23,34).

Los discípulos de Jesús también saben perdonar. El ejemplo lo tenemos en san Esteban mártir: Mientras lo apedreaban, Esteban oraba así: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Luego cayó de rodillas y gritó con voz fuerte: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y dicho esto, expiró (Hech 7,59).

Muchos otros ejemplos podríamos poner, pero no es necesario, para demostrar que Dios es bueno y misericordioso. Pero, siguiendo la parábola, Dios exige que también nosotros perdonemos a nuestros hermanos. El que había sido perdonado no quería perdonar a quien le debía muy poco, una miseria, y por una cantidad muy pequeña que le debía lo hizo encarcelar. El rey lo llamó y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné aquella deuda entera, porque me lo suplicaste. ¿No debías haber tenido compasión de tu compañero, como yo la tuve de ti?” (Mt 18,32-33).

Quería subrayar que Dios es muy bueno y misericordioso, pero no debemos abusar de su paciencia. A veces, el hombre abusa de esta bondad de Dios y de su misericordia. Algunos piensan interiormente: Dios no me castigará. Faltar al tercer mandamiento, santificar las fiestas; al cuarto mandamiento, honrar padre y madre, pero cuantos hijos llevan a sus padres a la residencia para estar ellos más tranquilos y no hablemos del sexo, parece que todo está permitido.

San Pablo escribe: No os engañáis; de Dios nadie se burla (Gal 6,7).

La segunda consecuencia que podríamos sacar es que perdonar es difícil. Algunas personas dicen: yo perdono pero no olvido. Otras, perdonan, pero no se hablan. Otras guardan rencor. Tenemos que perdonar con elegancia, sin pasar factura, sin archivar en nuestro ordenador mental, sin demostrar paternalmente que perdonamos. Jesús dice: Si saludáis sólo a vuestros hermanos ¿qué hacéis de más? ¿No hacen lo mismo los paganos? Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5,47-48).Cada noche deberíamos hacer examen de conciencia y pedir perdón por nuestros pecados y, si hemos ofendido a nuestro hermano, hacer el propósito de pedirle perdón.

En la misa, al empezar, decimos: Señor, ten piedad, y en el padrenuestro: perdónanos nuestras culpas, así como nosotros perdonamos a nuestro deudores. Y antes de ir a comulgar nos damos la paz.

No puede haber paz sin perdonarse interior y exteriormente.

Nada más por hoy.

 

¡Os Deseo Que Paséis Un Buen Domingo!