Domingo
Veinticuatro Durante El Año
Ciclo
A
Podemos
dividir la explicación de hoy en tres apartados:
Pregunta
De Pedro
San
Pedro hace una pregunta al Señor algo indiscreta. Le pregunta cuántas veces
tiene que perdonar a su hermano, si hasta siete veces.
Le
parece mucho perdonar siete veces a su hermano. Siete veces significa muchas
veces, pero la respuesta de Jesús es aún más contundente: has de perdonar
setenta veces siete, es decir, ¡siempre!
La
palabra perdón ha de estar siempre en nuestros labios. Jesús, en la oración
del padrenuestro, nos enseña que, si no perdonamos a nuestros hermanos, Dios
tampoco nos perdonará. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonemos a los que nos ofenden (Mt 6,12). La medida del perdón la
elaboramos nosotros.
Santa
Teresa, en el Camino de perfección comenta que, el Señor hubiera podido
decir que te perdona porque haces mucha penitencia, rezas mucho, ayunas y lo has
dejado todo, pero no dice esto; sabía que nos cuesta mucho perdonar, pues
cuando perdonemos de corazón agradamos al Padre.
Es
muy probable que nosotros no tengamos que hacer un acto tan heroico de perdón
como la madre que perdonó de corazón a quien puso una bomba en la calle y mató
a su hijo.
Pero
es seguro que nosotros también tendremos muchas ocasiones para perdonar: a
quienes murmura de nosotros, nos atacan injustamente, interpretan con malicia
nuestras palabras; o nos quieren echar del lugar que ocupamos, se burlan de
nuestras limitaciones, nos desprecian, nos ponen la zancadilla en el camino de
nuestra profesión, o en nuestras relaciones sociales; a quien nos ha estafado,
al amigo que nos ha traicionado y al que no nos ha comprendido, y a tantos
otros…
Explicación
De La Parábola
La
parábola destaca de una forma muy pedagógica el motivo del perdón.
Refleja
el sistema de la administración pública de un pequeño rey de la época. Un
gestor de la hacienda real, ve que
han descubierto su mala administración. La deuda es muy grande (equivalente al
rédito anual de un pequeño estado), por encima de la capacidad económica de
un particular. El rey perdona generosamente la deuda ante la suplica del mal
administrador.
La
parábola quiere significar que la culpa del pecador ante de Dios es casi
infinita, que el hombre no puede redimirla, y su esperanza es confiar en la
misericordia de Dios, que abre los brazos cuando se le pide de corazón.
El
rey es Dios, es bueno y siempre dispuesto a perdonar cuando lo pedimos
humildemente. En el salmo hemos cantado: El Señor es compasivo y
misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia (Sal 102,8).
El
siervo perdonado aparece como acreedor de una cantidad insignificante, una milésima
parte de lo que debía. Nada más salir, aquel siervo encontró a un compañero
suyo que le debía cien denarios; lo agarró y le apretaba el cuello, diciendo:
“¡Paga lo que debes!”. El compañero se echó a sus pies, suplicándole: ¡Ten
paciencia conmigo y te pagaré!”. Pero él no accedió, sino que fue y lo metió
en la cárcel hasta que pagara la deuda (Mt 18,28-30).
La
Lección De La Parábola
Jesús,
imagen de Dios visible en la tierra, nos enseña, con su ejemplo, a perdonar.
Perdona a la adúltera (Jn 8,11). En la cruz se dirige al Padre diciendo: Padre,
perdónalos, que no saben lo que hacen (Lc 23,34).
Los
discípulos de Jesús también saben perdonar. El ejemplo lo tenemos en san
Esteban mártir: Mientras lo apedreaban, Esteban oraba así: Señor Jesús,
recibe mi espíritu. Luego cayó de rodillas y gritó con voz fuerte: Señor, no
les tomes en cuenta este pecado. Y dicho esto, expiró (Hech 7,59).
Muchos
otros ejemplos podríamos poner, pero no es necesario, para demostrar que Dios
es bueno y misericordioso. Pero, siguiendo la parábola, Dios exige que también
nosotros perdonemos a nuestros hermanos. El que había sido perdonado no quería
perdonar a quien le debía muy poco, una miseria, y por una cantidad muy pequeña
que le debía lo hizo encarcelar. El rey lo llamó y le dijo: “Siervo
malvado, yo te perdoné aquella deuda entera, porque me lo suplicaste. ¿No debías
haber tenido compasión de tu compañero, como yo la tuve de ti?” (Mt
18,32-33).
Quería
subrayar que Dios es muy bueno y misericordioso, pero no debemos abusar de su
paciencia. A veces, el hombre abusa de esta bondad de Dios y de su misericordia.
Algunos piensan interiormente: Dios no me castigará. Faltar al tercer
mandamiento, santificar las fiestas; al cuarto mandamiento, honrar padre y
madre, pero cuantos hijos llevan a sus padres a la residencia para estar ellos más
tranquilos y no hablemos del sexo, parece que todo está permitido.
San
Pablo escribe: No os engañáis; de Dios nadie se burla (Gal 6,7).
La
segunda consecuencia que podríamos sacar es que perdonar es difícil. Algunas
personas dicen: yo perdono pero no olvido. Otras, perdonan, pero no se hablan.
Otras guardan rencor. Tenemos que perdonar con elegancia, sin pasar factura, sin
archivar en nuestro ordenador mental, sin demostrar paternalmente que
perdonamos. Jesús dice: Si saludáis sólo a vuestros hermanos ¿qué hacéis
de más? ¿No hacen lo mismo los paganos? Vosotros sed perfectos, como vuestro
Padre celestial es perfecto (Mt 5,47-48).Cada noche deberíamos hacer examen
de conciencia y pedir perdón por nuestros pecados y, si hemos ofendido a
nuestro hermano, hacer el propósito de pedirle perdón.
En
la misa, al empezar, decimos: Señor, ten piedad, y en el padrenuestro: perdónanos
nuestras culpas, así como nosotros perdonamos a nuestro deudores. Y antes
de ir a comulgar nos damos la paz.
No
puede haber paz sin perdonarse interior y exteriormente.
Nada
más por hoy.
¡Os Deseo Que Paséis Un Buen Domingo!