Domingo
Treinta Durante El Año Ciclo A
El
Amor A Dios Es El Modelo Del Amor A Los Hermanos
Introducción
Jesús
viene al mundo para vivir como Dios y como hombre, para enseñarnos cómo hemos
de amar. Mirando a la persona adorable de Jesús sabremos cómo tenemos que
poner en práctica los dos grandes amores que nos habla el evangelio de hoy,
cuando un fariseo pregunta a Jesús: ¿Cuál
es el mandamiento más importante de la ley? Jesús le contestó: Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
mente… Amarás al prójimo como a ti
mismo (Mt 22,36-39).
Nuestra
vida cristiana se apoya en dos columnas que no pueden separarse: el amor a Dios
y el amor a los hermanos, aunque estos sean nuestros enemigos. Jesús dijo: Habéis
oído que se dijo: Ama a tu prójimo
y odia a tu enemigo. Pero yo os digo:
Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. De esto modo seréis
dignos hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre buenos y
malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos (Mt 5,43-45).
Aunque
fue para probar Jesús al hacer esta pregunta: ¿Cuál
es el mandamiento más importante de la ley?, a este fariseo habría que
levantarle un monumento, porque dio la ocasión para que Jesús nos enseñara el
núcleo del cristianismo: la ley del amor. Los judíos tenían doscientos
cuarenta y ocho preceptos positivos y trescientos sesenta y cinco negativos,
total, seiscientos trece. Nosotros quizás también tenemos demasiados. Jesús
nos dice que lo verdaderamente decisivo es: amar a Dios y al prójimo.
Jesús
era un hombre sencillo, no era complicado, solucionaba las cosas así: ama a
Dios y los demás, algo que todo el mundo puede hacer y comprender.
Para
amar, primero se ha de conocer, si no se conoce no se puede amar.
Esta
semana he hablado con un señor muy culto, que decía que era agnóstico. Estas
personas son las que dicen que no podemos conocer Dios, si no lo podamos
conocer, no lo podamos amar. Yo le dije que rogaría por él, y para que
nosotros podamos conocer a Dios a través de este mundo tan maravilloso que Dios
ha creado, para que disfrutáramos con el don de la palabra de Dios, y por la
gran manifestación de la persona de Jesucristo, que nos da un conocimiento de
Dios. Quien no lo quiere conocer, no lo conocerá nunca.
Cómo
Hemos De Amar A Dios
Dios
quiere ser amado de verdad, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu
ser. Quiere ser amado con libertad y desea ser el centro de nuestra vida.
Amar
a Dios es ser fieles a la tarea que Él nos ha encomendado, con otras palabras,
ser consecuentes en nuestra vocación cristiana, cada cual en su propio estado,
sacerdotal, matrimonial o simplemente como persona. Dios tiene un proyecto en
cada uno de nosotros, que hemos de realizar durante nuestra vida.
Cómo
Hemos Que Manifestar Nuestro Amor A Dios
Amarás
a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser, esa era la
oración que hacían los judíos por la mañana, al atardecer, la escribían en
sus vestidos y en el dintel de las puertas. Que estas palabras de Jesús sean
vuestra norma de conducta, cristianos que me escucháis.
Amar
A Los Otros
El
segundo mandato es parecido al primero: Amarás
al prójimo como a ti mismo (Mt 22,39).
Todos
nos amamos, naturalmente, a nosotros mismos. Jesús dice que hemos de amar al prójimo
del mismo modo que nos amamos a nosotros. Este es el ejemplo de Jesús. Con
otras palabras: lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie.
Antes
de morir, Jesús nos dio a los cristianos un precepto más concreto: que nos
amemos los unos a los otros como Él nos ha amado. Y Él nos amó hasta la
muerte, y una muerte de cruz.
No
dice al hermano, a los parientes o a los amigos, sino al que está a tu lado,
aunque no lo conozcas.
San
Juan escribe: Si alguno dice: “Yo amo a
Dios” y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a
quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de él
este mandato: que el que ama a Dios, ame también a su hermano (1Jn
4,20-21).
Jesús
dijo. Por el amor que os tengáis los
unos a los otros reconocerán todos que sois discípulos míos (Jn 13,35).
Jesús
preguntó a Pedro si lo amaba, y le contestó: Señor
tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo (Jn 21,17).
Cuando
el Señor nos pregunte si le amamos, que podamos contestarle del mismo modo que
le contestó san Pedro. Señor, a pesar a mis caídas, tú sabes que te amos.
Amar
Es:
Amar
es buscar la felicidad del otro y, buscándola, encontraremos la propia.
Pero
un cristiano no puede practicar estos mandatos sin orar. Hacer oración es tener
un coloquio con Dios, como un hijo habla con su padre, un amigo con su amigo, un
discípulo con su maestro. Santa Teresa decía que hacer oración es dialogar
con la persona que sabemos que nos ama.
Iría
bien que a menudo nos preguntáramos: ¿Yo amo? ¿Puede decirse que estoy
construyendo mi vida sobre el amor? ¿Amo a Dios y los demás de verdad?
Si
hacemos este examen nos preparamos para el examen final, puesto que, como dice
san Juan de la Cruz, al ocaso de nuestra
vida nos examinarán sobre el amor.
Si
quieres saber cuál es el camino para ser feliz, y hacer felices los otros de
verdad, ama a Dios y a los hermanos de todo corazón.
¡Que Paséis Un Buen Domingo Y Una Buena Semana!