SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO (III) Ciclo A

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El gran profeta de este tiempo de Adviento es Juan el Bautista. Es el hombre que hoy vemos en el desierto, su misión es preparar el camino para la venida de Jesús.

Nosotros también, en este tiempo de Adviento estamos preparando la venida de Jesús, su nacimiento en la cueva de Belén, y hemos de prepararlo con todo el amor y responsabilidad.

Nos vamos a centrar en estas palabras: "evangelización" y "evangelizar". Ambas pueden ayudarnos a preparar la venida de Jesús. Estas ideas las he escogido del Concilio de Tarragona.

Empezamos diciendo que todos estamos llamados a evangelizar, cada cual según su vocación y la llamada que el Señor le sugiera. Tú que me escuchas estás llamado a evangelizar. El Concilio Vaticano II, en el decreto sobre el apostolado de los laicos, dice: "La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también para el apostolado".

¿Qué entendemos por evangelización? ¿Qué entendemos por evangelizar?

Expliquémoslo: Evangelización es participar de las riquezas de Cristo. Con otras palabras: hacer un profundo estudio de Jesús y quedarse enamorado de Él. ¿Cómo? Este proceso tiene como pauta lo que, en los Hechos de los Apóstoles, dice: Todos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la unión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones (Hech 2, 42).

Los primeros cristianos escuchaban las enseñanzas de los apóstoles; nosotros hemos de escuchar la voz de la Iglesia que nos habla de Jesucristo. Vivían en comunión fraterna. Es decir, se conocían y se amaban, ponían en práctica el mandato de Jesús: Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros. Como yo os he amado. (Jn 13, 34). No se puede ser cristiano sin amor. "Partían el pan", quiere decir que asistían a la santa misa, como decimos nosotros, para ofrecer a Dios el sacrificio de la cruz y alimentarse del cuerpo y de la sangre de Jesucristo, compartían no sólo la oración personal, sino también la oración en común.

Se evangeliza cuando uno empieza a participar de la plegaria de la comunidad, cuando participa en la celebración de la Eucaristía, cuando se profundiza en la fe, para vivir cristianamente en el mundo; y cuando se participa en el amor fraterno y solidario con los necesitados, los enfermos y los marginados.

¿Qué es evangelizar? "Es anunciar a Cristo a los que le desconocen". Según Pablo VI. Dios nos ha creado a su imagen y semejanza. Dios está presente en cada persona; pero es necesario descubrirle, contemplarle, amarle, agradecerle y celebrar su presencia, su obra en todo el mundo. Para un cristiano, toda persona es imagen de Jesucristo, especialmente los pobres. Si das uno vaso de agua a un pobre, lo das al mismo Jesucristo: Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me alojasteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis en la cárcel, y fuisteis a verme (Mt. 25, 35-36).

Es ayudar a rehacer la presencia de Dios. Quizás será tu hijo, tu esposo, que por alguna circunstancia han perdido la fe. "Mis hijos, cuando eran pequeños venían a misa con nosotros, pero ahora no quieren venir", decía una madre cristiana. Rehacer esta presencia de Jesucristo es evangelizar.

Es anunciar la salvación de Cristo. Iluminar con fe y esperanza los grandes interrogantes de la existencia, a los cuales sólo el amor de Cristo puede dar sentido. Todos nos preguntamos por qué hemos venido al mundo, qué hay después de esta vida, por qué existe el mal.

Evangelizar es proclamar la buena noticia de Cristo de palabra y dando testimonio de amor fraterno. Es proclamar a todos los hombres que Dios nos ama, y nos quiere de tal modo que nos ha enviado a su Hijo, al que adoraremos en la cueva de Belén el día de Navidad: Dios nos ha manifestado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único, para que vivamos por él (1 Jn 4,9).

Evangelizar es reproducir la persona de Jesucristo en nuestras vidas. Jesús pasó por el mundo amando al Padre y amando a los hermanos. Así tiene que ser nuestra vida de cristianos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestros hermanos.