DOMINGO TREINTA Y DOS DURANTE EL AÑO - Ciclo A
(Solo
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Introducción
Nos
acercamos al final del año litúrgico, nos quedan tres semanas para iniciar el
nuevo año. Se nota en las lecturas que tienen un sentido escatológico, con la
mirada puesta en el futuro, nos inviten a la vigilancia de cara al final de los
tiempos.
Jesús
cuando explicó esta parábola que hemos escuchado, se inspiró en una sencilla
fiesta de bodas. Galilea, un pueblo pequeño, la celebración de una boda era
una gran fiesta. Todo el pueblo participaba, porque la mayoría de los
habitantes eran parientes y amigos del novio o de la novia. Había música,
cantos, las chicas guapas se arreglaban para acompañar, en su corte de honor de
la novia, las calles se adornaban con guirnaldas y las casas también.
La
parábola nos describe unas bodas en el tiempo de Jesús. El novio iba a la casa
de la novia, donde la novia le esperaba junto con sus amigas, cuando llegaba el
novio salían a recibirlo. Al ponerse el sol, todos iban con mucha alegría y
les acompañaban con antorchas o lámparas de aceite, hasta la casa del novio.
Explicación
de la Parábola
Jesús
explica lo que es el reino de Dios, que empieza aquí en la tierra y acabará en
el cielo. Lo compara a unas bodas, donde reina la alegría, el gozo y la
felicidad.
Se
engañan aquellos que presentan el mensaje de Jesús, triste y opresor. Jesús
lo presenta tan gozoso como si fuera unas bodas.
Jesús
nos dice en la parábola: Sucede en el reino de los cielos lo que con aquellas diez jóvenes que
salieron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y
cinco sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite,
mientras que las sensatas llevaron aceite en las alcuzas, junto con las lámparas.
Como el esposo tardaba, les entró sueño y se durmieron. Al medianoche se oyó
un grito: “Ya esta ahí el esposo, salid a su encuentro” (Mt 25,1-6).
Hemos
de Estar Siempre Preparados
Jesús
en esta parábola nos quiere decir que hemos de estar siempre preparados porque
no sabemos la hora a la que llegará el esposo.
Un
día, preguntaron a san Luís Gonzaga qué haría si supiera que en aquel
momento iba a morir. Él contestó: Seguiría jugando, porque esta es la
voluntad de Dios. Se ve que estaba preparado siempre. Otros dijeron que irían a
confesarse, o a la capilla. Él repitió: yo, seguiría jugando. El cristiano es
aquel que siempre ha de estar preparado para recibir al Señor.
Tener
el Aceite Apunto
Hemos
de ser como las vírgenes sensatas que llevaban aceite en las alcuzas.
Y,
actualizando un poco la comparación; como el conductor que tiene que hacer un
largo viaje, revisa el coche y pone gasolina para no quedarse parado a mitad de
camino.
Lo
que mantiene la lámpara encendida es el aceite. Lo que sostiene y da vida al
cristiano es el aceite del amor.
La
vocación cristiana es vocación de amor.
Algunos
Ejemplos de Amor
El
amor de hijos de Dios.
Esto
es el fundamento de todo, otros amores habrán de crecer y desarrollarse como
prolongación y expresión de este amor. Soy hijo de Dios y he de amarlo con
todo el corazón.
Escribe
san Pablo: La prueba de que sois hijos es
que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama “Abba”,
es decir, “Padre” (Gal 4,6).
Amor
Apostólico
Es
capaz de proclamar la fe y de atraer con una vida que sea signo transparente.
Jesús
dijo: Id por todo el mundo y proclamad la
buena noticia a toda criatura (Mc 16,15).
Amor
Eucarístico
Jesús
en la eucaristía nos dará fuerza para que la antorcha del amor no se apague.
Jesús dijo: Yo soy el pan de vida (Jn
6,35).
Amor
Misericordioso
Jesús
al final de nuestra vida nos juzgará sobre el amor, las obras de misericordia,
que describe el evangelio:
Entonces le responderán los
justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te
dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te alojamos, o desnudo y te
vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el
rey les responderá: “Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos mis
hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis (Mt
25, 37-40)
Vigilancia
Jesús
advierte que hemos de vigilar. Vigilar quiere decir estar despierto, atento, no
dormir, porque no sabemos ni el día ni la hora que nos presentaremos ante Dios.
¿Cuántas personas han muerto de una manera repentina, sea por accidente, o
muerte natural?
A
media noche se oyó un grito: “Ya está ahí el esposo, salid a su
encuentro”. Todas las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las
necias dijeron a las sensatas: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas
se apagan”. Las sensatas respondieron: “Como no vamos a tener bastante para
nosotras y vosotras, será mejor que vayáis a los vendedores y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, vino el esposo, las que estaban preparadas entraron
con él a la boda y se cerró la puerta (Mt
25,6-10).
Muchas
personas viven, como si el novio no hubiera de llegar nunca, y piensan: Comamos
y bebamos y pasémoslo bien, vivamos despreocupados, sin pensar que a la hora
menos pensada se habrán de presentar a la presencia de Dios sin que nadie les
pueda ayudar, porque la salvación es algo personal. Nadie puede prestar aceite
para entrar en el reino de los cielos con las lámparas encendidas. Con la fe no
hay préstamos.
Cuando
todo nos va bien, tenemos el peligro de vivir despreocupados.
Hoy
Jesús nos recuerda que nuestra vida es frágil y que siempre hemos de estar a
punto para cuando venga el esposo, ya que la puerta se cerrará.
Somos
peregrinos que vamos a la casa del Padre, estamos recorriendo el camino hacia la
vida eterna, y para llegar hemos de llevar las lámparas encendidas, que es la
fe, y para tenerlas encendidas, necesitamos la gracia de Dios junto con nuestro
esfuerzo para cumplir los dos grandes mandatos de amar con todo el corazón a
Dios y a nuestros hermanos, como Cristo nos lo ha enseñado.
Nuestra
oración personal, y también juntos como matrimonio y familiar, nos ayudará,
junto con la eucaristía, para seguir y no extraviarnos del camino que alcanza
el cielo.
Para
acabar quiero explicar lo que un día que me dijero un matrimonio que hacían
antes de irse a dormir: ‘Nos damos las manos y rezamos un padrenuestro, muy
poco a poco, meditando las palabras que Cristo nos enseñó, nos damos las
buenas noches, y así acabamos el día que el Señor nos ha dado.
Tres
afirmaciones fundamentales que encontramos en las palabras de Jesús:
Señor,
ayúdame a tener siempre mi antorcha encendida y que, mientras vivo en la
tierra, haga provisiones abundantes de buenas obras y sobre todo de amor y fe,
que es el aceite que alimenta la lámpara de mi vida, y haz que pueda ser luz
que ilumine el camino de mis hermanos los hombres.
Os
Deseo Que Paséis Un Buen Domingo y Una Buena Semana