Domingo Treinta y Tres Durante el Año Ciclo A
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La idea principal del pasado domingo era que tenemos que vigilar y estar preparados porqueno sabemos ni el día ni la hora de la venida del Señor. Hoy, la idea principal es que tenemos que multiplicar los talentos que el Señor nos ha dado y no estar ociosos. Jesús nos lo explica en la parábola que acabamos de leer.

Podemos dividir el evangelio en tres etapas:

Explicación de la Parábola

El dueño se marcha y nos encarga una misión en su Iglesia

Los primeros cristianos interpretaron esta parábola como la vuelta  de Jesús a la casa del Padre el día de la Ascensión, encargada su misión a sus discípulos. Jesús dijo: Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura (Mc 16,15).

Todos los discípulos de Jesús tenemos que trasmitir el mensaje de Jesús, cada cual según los talentos que ha recibido de Dios y de su capacidad.

Nosotros hemos de administrar los dones que Dios nos ha dado

De Dios hemos recibido gratuitamente muchos talentos: la vida, la salud, los padres, los familiares y amigos. Santiago dice: No os engañéis, mis queridos hermanos. Toda dádiva buena, todo don perfecto viene de arriba, del Padre de las luces en quien no hay cambios ni períodos de sombras (Sant 1,16-17).

Una de las cosas que nos pueden ayudar a encontrar el sentido de nuestra vida es el feliz y agradecido descubrimiento de los talentos con los que el Señor ha llenado nuestra vida.

El Señor quiere que nuestros talentos se multipliquen

Un talento correspondía a un lingote de plata de unos treinta kilos, más o menos.

Dice san Mateo: A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno según su capacidad (Mt 25,15). Los dos primeros consiguieron un rendimiento del cien por cien, y el dueño los alabó y felicitó, no por la cantidad que le devuelven, sino por su diligencia y amor al trabajo. En cambio, el tercero hizo un hoyo y lo escondió, no aprovechó la ocasión para hacerlo fructificar. El dueño lo recoge diciéndole: A este criado inútil arrojadlo fuera a las tinieblas. Allí llorará y le rechinarán los dientes (Mt 25,28-30).

¿Qué entendemos por administrar?

Los hombres somos administradores de los bienes que Dios nos ha dado: no somos dueños, hemos de administrarlos conforme a la voluntad de Dios.

Cristo en la cruz. Savador Dalí.Hemos de ser fieles a nuestra vocación cristiana, y al estado que hemos escogido, sea religioso, matrimonial o simplemente laico. Un buen ejemplo, lo tenemos en la primera lectura de la buena esposa que: Su marido confía en ella y no le faltará ganancias todos los días de su vida… Tiende sus brazos al desvalido… Ensalzadla por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

Si los talentos que el Señor nos ha dado solamente los hacemos servir para aumentar el capital, para hacer prosperar nuestro negocio, tener confort y comodidades y nos olvidamos de Dios y los hermanos, nos parecemos a aquel administrador que enterró el talento en un hoyo.

El buen administrador siente el gozo por el fruto de su trabajo, como la buena esposa que fue alabada delante de todo el pueblo.

Para dar buen fruto hemos de estar unidos a Jesucristo, como él mismo nos dice: El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto (Jn 15,5).

Señor, Jesús, haz que cuando nos presentemos ante ti, nuestras manos estén rebosantes de buenas obras. Enséñanos para que nuestra vida sea siempre una acto de amor a ti y a nuestros hermanos.

 ¡QUE PASÉIS UN BUEN DOMINGO!