Dedicación de la Basílica de San Juan de Letran

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9 de noviembre

Dice el Señor:

He escogido este templo y lo he consagrado, para que siempre lleve mi nombre (2 Cr 7,16)

Hoy dividiremos la explicación:

Motivo de la fiesta

  1. Homilía
  2. Pequeña historia de la Basílica.

Motivo de la fiesta que se antepone al domingo

Dice el obispo, san Cesáreo de Arles:

Amados hermanos, celebramos hoy, con la benevolencia de Cristo, llenos de gozo y exultación, el día inicial de este templo; pero, de hecho, somos nosotros los que hemos de ser templos vivos y verdaderos de Dios. Sin embargo, y con razón, los pueblos cristianos celebran fielmente la solemnidad de la Iglesia madre, por la que reconocemos que hemos renacido espiritualmente. (De la liturgia de las Horas)

Explicación del evangelio

JESÚS Y EL TEMPLO

QUÉ ENTENDEMOS POR TEMPLO

Para Jesús, como Hijo de Dios, el templo es la casa de su padre.

(Jn 2, 16) El templo es el lugar en el que la presencia de Dios se hace tangible. Para nosotros, cristianos, es la casa de Dios, donde se reserva la Eucaristía para adorar a Jesús, y también un lugar de oración.

Hoy encontramos a Jesús en el atrio de los gentiles, donde se había instalado un auténtico comercio de ovejas, bueyes y tiendas de cambio de moneda, porque la moneda romana no servía para el templo. Para que nos hagamos una idea de la multitud de personas, del ruido y de las discusiones que había en el atrio del templo, basta decir que, en el año setenta, Flavio Josefo, escribía que ese mismo año se compraron y sacrificaron más de 250.000 corderos. Si alguno ha visto un mercado oriental fácilmente puede imaginarse aquel ambiente. Era un escándalo. Algunos de los sumos sacerdotes de los judíos habían montado allí su negocio. Sobre todo la familia de Anás.

Los peregrinos que iban a Jerusalén para adorar a Dios, encontraban el templo con todo aquel alboroto, y muchos salían escandalizados.

¿Qué hace Jesús? Había allí cuerdas, cogió algunas, las anudó, formó un látigo, e hizo sacar del templo a las ovejas, los bueyes, a los cambistas de monedas les tiró las mesas, y, a los que vendían palomas les dijo que retiraran de allí las jaulas. Jesús no podía consentir que aquel lugar, que debía ser un lugar para encontrarse con Dios, se hubiera convertido en una cueva de ladrones. Jesús no pegó a ninguna persona, sólo derribó las mesas e hizo que retirasen a las bestias.

INTERPRETACIÓN DEL HECHO

Las interpretaciones que pueden hacerse de este Evangelio y de cómo obró Jesús, pueden ser tres. Para los discípulos este gesto era como un acto de celo, es decir, de amor, de diligencia e interés por el templo por parte de Jesús. Dice la Escritura: El celo de tu casa me devora (Jn 2,17).

Los judíos no encuentran una justificación por aquel acto, y preguntan con qué autoridad obra Jesús de aquella manera. ¿Qué signos nos muestras para obrar así? (Jn 2,18).

Jesús interpreta aquél hecho refiriéndose a su cuerpo, dice: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? (Jn 19-20).

Los discípulos no entendieron las palabras de Jesús hasta que resucitó de entre lo muertos.

Recordad que en el proceso de la condena de Jesús ante Caifás le acusan de querer destruir el templo. Algunos se levantaron para presentar contra él esta acusación: Nosotros le hemos oído decir: "Yo derribaré este templo hecho por hombres y en tres día construiré otro no edificado por hombres". Pero ni siquiera en esto concordaba su testimonio. (Mc 14, 57-59). San Agustín comenta muy bien, qué fuerza podía tener aquel argumento cuando Jesús dijo que destruiría y edificaría el templo en tres días.

APLICACIÓN A NUESTRA VIDA CRISTIANA

Apliquemos la palabra de Dios a nuestra vida cristiana. Hemos de amar el templo del Señor, no nos sirvamos de él para hacer negocio material, o espiritual. Cuando digo espiritual quiero decir que, a veces, vamos al templo no para dar gracias a Dios, sino para pedir cosas que no convienen a nuestra alma, o a nuestra vida espiritual, o van en contra de la ley de Dios.

Recuerdo que un sacerdote de la parroquia de san Agustín de Barcelona, donde hay muchas casas de prostitución, me decía que de vez en cuando iba alguna prostituta y encendía una vela a santa Rita para pedirle trabajo.

Jesús se refería al templo de su cuerpo (Jn 3,21). San Pablo dice que nosotros somos templos de Dios. ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? El habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. (1 Cor 6,19), y añade: que no profanen este templo por el pecado. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿ Y voy yo a usar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ninguna manera! (1Cor 6,15).

Para mí estas palabras de san Pablo son un gran argumento para apartarnos de todo aquello que pueda ofender a Dios.

Finalmente, hay una idea muy bonita de los seguidores de Jesús. Muchos le siguían, pero Jesús no se fiaba de ellos, porque conocía el corazón de cada uno. Jesús no se confiaba porque los conocía a todos, no tenía ninguna necesidad de que le revelasen cómo eran los hombres, sabía muy bien lo que había en su interior de cada uno (Jn 2,25).

Podemos preguntarnos: Jesús, que conoce nuestro interior ¿se puede fiar de nosotros?, ¿puede confiar en nosotros?

Los cristianos edificamos templos, catedrales y basílicas, porque tenemos necesidad de un lugar para adorar a Dios. Toda persona tiene necesidad de adorar a Dios.

Dios y la ciencia

Se presentó un científico ante Dios y le dice:

-Ahora no te necesitamos. Nos valemos por nosotros mismos.

Antes para cambiar el corazón, por ejemplo, u otros miembros de cuerpo humano, necesitaban que alguien muriese. Ahora lo hacemos nosotros mismos.

Dios le preguntó si podían dar la vida.

Le respondió que sí. Hacemos diversos miembros y después les damos vida.

Dios le dijo: Hazme una demostración

Un momento que voy a buscar tierra para hacerlo.

Dios le replicó: La tierra es mía, porque yo la he creado y tú la necesitas para hacer el cuerpo humano.

El científico le contestó: Tienes razón, la tierra no es mía porque tú la has hecho, yo no puedo crear la tierra.

Entonces, Dios le dijo: ¿Ves como me necesitas y no puedes prescindir de mí?

Nosotros tampoco podemos prescindir de Dios porque él es nuestro Creador y el Padre que nos quiere.


ALGO DE HISTORIA

Interior de la Basílica

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Esta basílica la construyó el emperador Constantino, la donó al papa Silvestre que la consagró para que fuese la Catedral de Roma. Es considerada como la madre de todas las iglesias, en frase de san Ignacio de Antioquía, preside todas las iglesias en la caridad.

Fue residencia habitual de los papas hasta el año 1304. Después el papa dejó Roma, huyendo del caos en que se encontraba la ciudad y los estados papales. Cuando volvió a Roma, el año 1376, fijó su residencia en el Vaticano.

Reliquias

Según la tradición, las cabezas de los apóstoles Pedro y Pablo, están depositadas en el altar mayor. Según la ley romana, las cabezas de los que eran ejecutados, las entregaban a los familiares y amigos.

Existe también una reliquia del altar que usó san Pedro en casa de Prudencio) en Roma.

El baptisterio

El baptisterio fue construido por el emperador Constantino, en el siglo IV, para recordar su bautismo. Ha sido reconstruido varias veces por los papas.

El obelisco

Se encuentra a la salida de la basílica y todas las miradas, al salir, se dirigen al gran obelisco, que, con 522 toneladas de peso, es el más importante de Roma. Fue traído de Egipto. Al pie hay una inscripción que recuerda al emperador Constantino, cuando fue bautizado en esta basílica.

La fachada

En la fachada de la basílica vemos quince imágenes de siete metros de altura. La del centro es una imagen de Jesús, tiene a su lado san a Juan Bautista, san a Juan Evangelista y doctores de las iglesias latinas y griegas, que nos han explicado y enseñado a profundizar en la palabra de Dios.

Que paséis un bien día de fiesta de la dedicación de la Basílica de san Juan de Letrán