Tercer Domingo de Adviento - Ciclo B
Estamos
hoy en el tercer domingo de Adviento y, como en el pasado domingo, la persona
que nos acompaña para encontrar a Jesús en estas fiestas navideñas, es san
Juan Baptista.
Era
tanta su santidad que algunos decían que era el Mesías, por eso los
responsables de Jerusalén enviaron una
comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era (Jn 1,
19).
Fijémonos
en la respuesta de Juan, después de haber dicho que no era el Mesías: Ellos
le preguntaron: ‑Pues ¿quién eres? ¿Qué dices de ti mismo? Entonces él,
aplicándose las palabras del profeta Isaías, se presentó así:
Él es
La Voz
San
Agustín dice que la ‘palabra’ se conoce por la ‘voz’. La voz es lo órgano
por el que se nos reconocer la palabra. La voz sin palabras es un sonido que
hace daño al oído.
El
Señor es la palabra, y Juan es la voz que anuncia al Señor. Juan sabe muy bien
quien es Jesús y lo proclama en el desierto. Es un instrumento del cual se
sirve Dios para dar a conocer a Jesús.
Juan
ha concebido a Jesús en su corazón, y su boca habla de él.
Todos
podemos y hemos de ser la voz del Señor. Hemos de hablar de Jesús,
especialmente en estas fiestas de Navidad.
Juan
es la voz que clama en el desierto y da su fruto, aunque no fuera como se lo
esperaba.
Muchas
veces a nosotros también nos da la impresión de que predicamos en el desierto.
Los padres que han educado a sus hijos cristianamente ahora ven que no van nunca
a misa, o no quieren oír hablar de Dios, se sienten desengañados, culpables y
angustiados. ¿Hemos predicado en el desierto?
No,
no es así. Todo trabajo, todo esfuerzo da fruto, aunque muchas veces el fruto
no lo veamos. Si vuestros hijos son buenos, aunque no sean religiosos, ¿no será
debido a la educación cristiana que les habéis dado?
Uno
de los pecados de omisión es no hablar de Jesús.
En
este tiempo de Adviento, tenemos que preparar nuestro corazón por recibir con
alegría al Señor el día de Navidad. San Agustín dice que Juan clama para que
Jesús entre en nuestro corazón, pero Él no entrará si no le allanamos el
camino.
Allanar
el camino es estar siempre alegres. San Pablo dice: Estad
siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres (Flp 4, 4). Cuando
hablamos de preparar con alegría las fiestas de Navidad y celebrarlas
solemnemente con el gozo del espíritu, queremos decir que nos referimos a la
alegría que se instala en el ápice más fino de nuestro espíritu, allí dónde
este gozo entra en comunión con el Espíritu de Dios y es movido por Él. No
quiere decir cerrar los ojos a la realidad, sino ponerse en manos de Dios. Ya
sabéis, ‘un santo triste es un triste santo’.
Haced
una buena confesión. Este Adviento también celebraremos el sacramento de la
penitencia comunitaria en nuestra Parroquia.
Permitidme
una anécdota.
Un
día, al entrar en la casa de unos amigos, el niño, que tenía tres años, como
me conocía, salió corriendo a recibirme dando saltos de alegría, pero la
madre le dijo: No toques a Mosén Juan porque vas muy sucio y le ensuciarías.
Yo
también os digo. No toquéis al niño Jesús el día de Navidad, si no os limpiáis
antes con una buena confesión.
En
medio de vosotros está quien no conocéis. Por desgracia hay muchas personas
que no conocen a Jesús el Señor, porque no conocen el Evangelio, no hacen
oración y no saben ver a Jesús en la persona necesitada espiritual o
materialmente.
Muchas
veces vemos por la televisión grandes manifestaciones, relacionadas con el
problema del paro, la violencia y la seguridad social. Pensando algo, he llegado
a la conclusión que en el fondo, existe un problema moral que me ha recordado
lo que dice la encíclica Splendor
veritatis: "Ante las graves
formas de injusticia social y económica, así como la corrupción política que
padecen muchos pueblos y naciones, aumenta la reacción de muchas personas
oprimidas y humilladas en sus derechos humanos. Más adelante hace
referencia a la dignidad de la persona, dice: Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos
fundamentales reducirlas, mediante la violencia, a la condición de objeto de
consumo, o a una fuente de beneficios.
En
nuestra parroquia comienza la campaña ¿Gana,
aquí? Campaña de recogida de
alimentos y dinero para los pobres y para otras necesidades. ¡Sed generosos!