CICLO B. DOMINGO VEINTIDÓS DEL TIEMPO ORDINARIO

DIOS VE NUESTRO INTERIOR

El día de hoy, que muchos ya hemos vuelto de vacaciones, tendríamos que dar gracias a Dios por este tiempo que hemos disfrutado, puesto que muchas veces, pedimos cosas al Señor y nos olvidamos de darle gracias. También tendríamos que pensar lo que podemos hacer para nuestra Comunidad y para nuestros hermanos en este curso que empieza.

INTRODUCCIÓN.

Los fariseos eran personas piadosas y observantes, pero tenían un defecto grave. Daban más valor a los actos externos que a la intención con que los hacían.

El corazón, según la sagrada Escritura, es lo más profundo de nuestro ser, allá donde tomamos las decisiones más personales y responsables que marcan la orientación de nuestra vida.

Según sea nuestro corazón, nuestros actos serán positivos, darán fruto, o serán estériles e incluso malos.

Para mejorarnos a nosotros mismos y para mejorar al mundo sólo hay un camino: renovar nuestro corazón y el de las personas que nos rodean.

REFLEXIÓN SOBRE EL EVANGELIO DE HOY.

Después de esta introducción, pasemos a hacer un pequeño comentario de la palabra de Dios que, ahora, hemos escuchado.

La vida de Jesús no fue fácil. Quien dice la verdad, muchas veces, no es escuchado.

Los fariseos echan en cara a Jesús que sus discípulos comen sin lavarse las manos, lo que quiere decir que tenían las manos impuras y no seguían la tradición. Las manos impuras hacían impura la comida y la comida al hombre.

Jesús aprovecha esta ocasión para decir claramente que todo lo que entra del exterior no le puede contaminar.

Entonces Jesús volvió a llamar a la gente y les decía: Oídme todos y entended: Nada que entra dentro del hombre desde fuera no lo puede contaminar; sólo aquello que sale del hombre lo puede contaminar (Mc 7,14-15).

Dios no se contenta con la fachada, o con el recibidor, entra a dar una ojeada al interior de la casa. No se fía de la buena cara que haces, sino que penetra en tu corazón y da una mirada. Jesús se refiere al corazón, como la fuente de nuestro obrar.

Los cristianos comemos de todo, porque Jesús lo dice claramente. En cambio los musulmanes, por ejemplo, no comen cerdo, los hindúes no comen carne de vaca, los testigos de Jehová no comen sangre. Jesús declara abiertamente que no hay nada impuro.

NO ESCANDALIZAR

Preguntaron unos cristianos de Corinto a san Pablo, si podían comer carne de las víctimas ofrecidas a los dioses y su respuesta fue : Si uno de los que no cree os invita y vosotros aceptáis la invitación, comed de todo lo que os ofrezca, sin preguntar nada por escrúpulos de conciencia. Pero sí alguien os dice: " Esto es carne sacrificada en un templo pagano", no comáis por consideración a quien os lo ha advertido y que hace un caso de conciencia (1Cor 10,27-28) No coméis, no por ser carne sacrificada a los dioses, sino para no escandalizar a tu hermano.

Muchas veces queremos imponer a nuestros hermanos cosas que no tienen ningún otro fundamento que la tradición, o lo que siempre se ha hecho así. La vida cambia, la vida no se para y a veces perdemos el tiempo en cosas que no tienen ninguna importancia y los cristianos nos discutimos por nada. ¿Quién de vosotros no recuerda las disputas sobre las casullas góticas, la mantilla, o el comulgar en la mano, etc. ?

Jesús aprovecha esta ocasión para decir claramente que la religión no consiste en actos solamente externos. Estos ayudan, pero estos solamente no salvan.

Anécdota.

Recuerdo que un obrero me dijo un día, que su amo se daba muchos golpes de pecho y que nunca faltaba a misa, pero que los estafaba todo lo que podía. Jesús dijo: No todo el mundo que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino del cielo, sino quien hace la voluntad de mi Padre celestial (Mt 7,21).

Jesús aprovecha esta ocasión para decir lo que purifica al hombre. Jesús sabía muy bien, que el hombre es bueno, pero que continuamente es tentado y muchas veces sucumbe a la tentación. La verdadera religión consiste en tener el corazón limpio. Felices los limpios de corazón porque ellos verán Dios (Mt 5,8).

Finalmente Jesús enumera una lista de cosas que hacen que nuestro corazón no sea limpio: Del corazón, salen los pensamientos malos, que lo llevan a cometer fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, estafas, maldades, indecencias, envidias, insultos, arrogancia, tonterías. Todo esto malo sale de dentro y es el que contamina al hombre (Mc 7,21-23).

Acabo, recordando la carta de Santiago.

La religión pura y sin mancha a los ojos de Dios es que ayudéis a los huérfanos, y a las viudas en sus necesidades, y os guardéis limpios de la malicia del mundo (Sant 1,27)

Acoged con docilidad la palabra sembrada en vosotros, es una palabra que tiene el poder de salvaros. Pero no os limitéis a escucharla, que os engañaríais a vosotros mismos : la tenéis que poner en práctica (Sant 1,22).

Cada domingo en la primera parte de la misa, escuchamos la palabra, la escuchamos para ponerla en práctica, para que sea una semilla que penetre en nuestra vida y la renueve.

Pidamos que sea así hoy y cada domingo.

UN RECUERDO DEL PAPA JOAN XXIII

Ahora hace años, el tres de septiembre del 2000, que el Papa Juan Pablo II beatificó al Papa Juan XXIII, que convocó y empezó el Concilio Vaticano II, que tanta trascendencia ha tenido en la Iglesia de nuestro tiempo. Para acabar me place recordar la viva imagen de iglesia que tanto gustaba a Juan XXIII: la iglesia se puede comparar a la fuente de agua fresca de la plaza del pueblo, para que todo el mundo pueda beber de la buena nueva del evangelio de Jesús.

Que paséis un buen domingo