CICLE B - DOMINGO OCTAVO DEL AÑO
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Introducción a la primera
lectura
En la primera lectura el profeta Oseas nos prepara para
escuchar el Evangelio. Este profeta cordial y sensible al valor de la
fidelidad, tuvo que sufrir la traición de su infiel esposa. Esperó con
generosidad que volviera y la perdonó. Esta experiencia le sirvió como montaje
alegórico para dramatizar la infidelidad de Israel, el pueblo elegido, a su
Dios. Dice: Te desposaré conmigo para
siempre, te desposaré en justicia y en derecho, en amor y en ternura; te
desposaré en fidelidad, y tú conocerás al Señor (Os 2-21). Es uno de los
mensajes del amor de Dios a su pueblo de Israel.
Evangelio
En el evangelio se nos dice cómo preguntaban a Jesús por
qué no ayunaba él ni sus discípulos. ¿Por
qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan y los tuyos
no? Jesús les respondió: ¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras
el novio está con ellos? Mientras el novio está con ellos, no tiene sentido que
ayunen. Llegará un día en que el novio les será arrebatado. Entonces ayunarán (Mc
2, 18-20).
Fijaos bien, cómo se presenta Jesús. Durante el año lo
hemos visto como amigo, maestro, camino, verdad y vida, y hoy se nos presenta
como un novio. ¿Es que pueden ayunar los invitados a una boda mientras el novio
está con ellos? Se supone que está celebrando el banquete de boda con sus amigos.
Algunas cualidades del novio
Es una persona alegre y feliz, ama de verdad a su esposa, y
piensa amarla durante toda su vida, la hará feliz, estará con ella y se sacrificará
por ella, etc.
Jesús se presenta como si fuese
el novio
Aplicad estos conceptos a Jesús, que hoy se nos presenta
como el novio. Jesús es una persona alegre, que ha venido al mundo con un
mensaje de alegría y salvación, que ama a su esposa, que es la Iglesia, de la
cual nosotros somos miembros por el bautismo; que ha dado su vida por nosotros
muriendo en una cruz, que quiere que nosotros, cumpliendo el precepto del amor,
seamos felices aquí a la tierra y después al cielo, y está con nosotros durante
toda nuestra vida.
Presencia de Jesús
No podemos desglosar todos estos conceptos porque la misa
sería demasiada larga. Pero permitidme que solamente comente la presencia de
Jesús en nuestra vida cristiana.
Presencia de Jesús en el año
litúrgico
La iglesia nos invita a vivir la presencia de Jesús,
repasando la vida de Jesús por medio del año litúrgico. Así contemplamos la
vida de Jesús desde la concepción inmaculada de María hasta su Ascensión al
cielo, pasando por su nacimiento, la vida oculta en Nazaret, los diferentes
pasajes de su vida y, sobre todo, la contemplación de su dolorosa muerte y
admirable resurrección.
La presencia de Jesús la encontramos principalmente, en la
liturgia.
El Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la
Sagrada Liturgia, describe algunas maneras que tiene Cristo de estar presente
en la acción litúrgica. (SC. 7).
Presencia de Jesús en la
palabra de Dios.
Cuando en nuestras acciones litúrgicas se lee la Palabra,
está Cristo dejándose escuchar de nuevo por nosotros. La vida nos llega por la
Palabra, y la Palabra engendra, en los hombres, el comienzo de la salvación,
por la fe. Pero cuando la Palabra logra su más viva expresión y realización es
cuando está unida a la acción sacramental. Porque la proclamación de la Palabra
no es solamente una narración, sino que tiene la fuerza de realizar aquello que
anuncia.
Presencia del Cristo en sus
ministros
Jesús está presente en sus ministros. El sacerdote, en las
celebraciones litúrgicas, más que en cualquier acto del ministerio sacerdotal,
actúa en la persona de Cristo. No es Pedro quien bautiza, es Cristo quien está
bautizando con Pedro, es Cristo quien perdona los pecados en el sacramento de
la reconciliación, y hace presente su vida cuando celebra la Eucaristía. El
sacerdote dice en el momento de la consagración las mismas palabras que Jesús
dijo el Jueves Santo: Mientras cenaban,
Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos,
diciendo: Tomad y comed; esto es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, después de
dar gracias, se la dio diciendo: Bebed todos de ella, porque ésta es mi sangre,
la sangre de la alianza, que será derramada por todos para el perdón de los
pecados (Mt 26,26-28). Naturalmente es el cuerpo y la sangre de Cristo que
están sobre el altar por el sacerdote.
Jesús está presente en la Eucaristía. La Eucaristía es un
banquete y un sacrificio. En todos estos aspectos está la presencia de Cristo,
que se convierte en comida para alimento nuestro, y en el sacrificio renueva su
donación al Padre.
Ahora pasamos por alto la presencia de Jesús cuando está
reservado en el sagrario, para que nosotros vayamos a visitarlo y le tratamos
como un gran amigo.
Presencia de Cristo en la
comunidad cristiana
Jesús está presente en la comunidad cristiana. Jesús dijo: Porque donde están dos o tres reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,20). La Iglesia es el
cuerpo de Jesús. Jesús es la cabeza, y donde está el cuerpo ha de estar la
cabeza, Cristo.
Jesús se hace presente en los
enfermos y necesitados
Jesús está presente en los pobres, enfermos y necesitados.
En el juicio final, los justos le responderán: Entonces le responderán los justos: “Señor ¿cuándo te vimos hambriento
y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te
alojamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y
fuimos a verte?”. Y el rey les responderá: “Os aseguro que cuando lo hicisteis
con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25
37-40). Cuando tú das una limosna a un pobre, visitas a un enfermo, o a un
preso, o das un vaso de agua a quien tiene sed, piensa que lo haces al mismo
Jesús.
Presencia de Dios y de Cristo
en el mundo
Hay una presencia implícita, o explícita, de Dios y de
Cristo dentro de nosotros mismos. Dios nos habla interiormente en el fondo de
nuestro corazón, en la salud, en la enfermedad y en los diferentes acontecimientos
que nos acontecen.
También nos habla en el progreso humano, en la técnica y en
los descubrimientos que el hombre realiza. Cuando el hombre descubrió la
televisión, Dios ya la había puesto.
También en las personas buenas y que dan buen ejemplo de
amor. Hay la presencia de Dios donde hay auténtica comunidad de amor, puesto
que todo amor procede del Amor con mayúscula.
Las dos ideas he querido subrayar principalmente en esta
homilía son: Presentaros como Jesús, como el novio contento y alegre que nos
ama, en la liturgia, en la Eucaristía, en la comunidad cristiana, en nuestros hermanos
necesitados y donde hay amor auténtico.
Que estas palabras mías y esta Eucaristía que estamos celebrando, nos sirvan para amar más a Jesús, para servir a nuestros hermanos y para vivir mejor la presencia de Jesucristo.
Os deseo que
paséis una muy buena semana y hasta el domingo, si Dios quiere.