Ciclo B. DOMINGO VEINTICINCO DEL TIEMPO ORDINARIO

INTRODUCCIÓN

Jesús antes de su entrada solemne en Jerusalén, anuncia tres veces sus sufrimientos y su muerte y siempre acaba con su resurrección. Da entender que es consciente de lo que le pasará y de que irá con entera libertad. Hoy el evangelista nos habla del segundo anuncio profético de su pasión. Prescindiendo de su ciencia divina, Jesús sabía muy bien lo que tramaban los dirigentes del pueblo por no ignorar lo que le esperaba, si se presentaba públicamente en Jerusalén.

EXPLICACIÓN DEL EVANGELIO

Después de esta introducción hablemos, pues, del evangelio de hoy.

Las primeras palabras de Jesús son: El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres (Mc, 9,31). ¿Y qué harán los hombres con Jesús?.

Judas, su apóstol, con un beso lo entregará a los sumos sacerdotes. Uno de los doce, llamado Judas Iscariote fue a encontrar a los sumos sacerdotes y les dijo: "Qué estáis dispuestos a darme sí os entrego a Jesús. Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. (Mt 26,14-15).

El Sanedrín condena a Jesús y lo entrega a Pilato, el gobernador (Mt 27,2).

Pilato lo entregará a los judíos, para que lo crucifiquen. Entonces dejó libre a Barrabás, y tras hacer azotar a Jesús, lo entregó para que fuera crucificado (Mt 27,26).

Jesús abraza la cruz y se entrega el mismo por nosotros, como dice San Pablo: Vivid amando, tal y como Cristo nos amó y se entregó a si mismo por nosotros, ofreciéndose a Dios como víctima en olor agradable (Ef,5,2). También escribe : Me amó y se entregó él mismo por mí (Gal 2-20). Jesús acepta la cruz voluntariamente.

Estamos tan habituados a ver la viva imagen de Jesús crucificado, que no le damos la importancia que merece. Jesús murió en la cruz, para que nosotros tuviéramos vida eterna. Dios ha amado tanto al mundo, que ha enviado a su Hijo único, para que no se pierda ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna (Jn.3,16).

Los discípulos no entendían nada de lo que Jesús les hablaba en lo referente a su muerte y a su resurrección. Tras la venida del Espíritu Santo, el día de la Pentecostés, entonces lo entenderán.

Quizás, a nosotros también nos pasa como a los discípulos, pero los santos sí que lo entendían, como por ejemplo: San Juan de la Cruz, Teresa de Jesús y Andrés Kim Taogan de Corea que en una carta dirigida desde la prisión a los cristianos, pensando que iría al cielo, les decía que amaran de verdad a Jesucristo muerto y resucitado, para que un día se pudieran mutuamente felicitar arriba en el cielo.

Yo también espero que todos nosotros amemos de verdad a Jesús y nos podamos felicitar arriba en el cielo.

JESUS NOS DICE QUE TENEMOS QUE SER LOS ÚLTIMOS Y SERVIDORES.

Otra idea, que nos da el evangelio de hoy, es que cuando llegaron a Cafarnaúm, Jesús preguntó a sus discípulos qué discutían por el camino. Ellos eran hombres imperfectos como nosotros y como es la Iglesia, discutían quién sería el primero en el reino del cielos.

Todos queremos ser los primeros, mandar y tener razón, somos así, la culpa nunca es nuestra. El evangelio nos dice que Jesús se sentó, llamó a los apóstoles y les dijo: "Si alguno quiere ser el primero, tiene que ser el último y el servidor de todos" (Mc 9,35). Que respuesta más adecuada. El último y servidor de todos.

Jesús, que es nuestro modelo dice: El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todo el mundo (Mc 10,45) !Cuánta paz entre los hombres no habría, si todos imitáramos a Jesús en este sentido!. Generalmente todos queremos ser servidos, pero no servir. Para poner en la práctica lo que dice Jesús, hemos de ser humildes y amar de verdad. Amar es dar y darse, lo que no se puede hacer sin la virtud de la humildad.

EJEMPLO DE JESÚS.

Continúa el evangelio. Jesús tomó a un niño y lo puso en medio de ellos y abrazándole, les dijo: " Quién acoge a uno de estos niños, en mi nombre, a mi me acoge y quien me acoge a mi acoge al que me ha enviado" (Mc 9,37).

Qué bonita es la viva imagen de Jesús abrazando a un niño!

Jesús quiere que seamos como niños. El niño no confía en sus propias fuerzas, sabe que es débil y necesita de los otros. Todos nosotros somos débiles y necesitamos de Dios y de nuestros hermanos.

El niño es inocente, no tiene malicia, no sabe disimular. Nosotros no hemos de ser maliciosos, ni mal pensados, sino limpios de corazón. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5,,8).

Ser niño es ponerse en las manos de Dios, como el niño se pone en manos de sus padres. Sta. Teresita del Niño Jesús nos enseña uno camino muy fácil para llegar a la santidad: el camino de la infancia espiritual.

Permitidme, ahora, que os dé una idea muy bonita de la Madre Teresa de Calcuta. Ella decía que quería ser el lápiz de Dios. Cuando una persona hace un dibujo con un lápiz, este se pone a manos del dibujante y él es quién manda, dirige y hace el dibujo. Cuando se ha acabado el dibujo nadie piensa en el lápiz, que es un pequeño instrumento en manos del dibujante. Toda la obra se atribuye a la persona. Así quería ser la Madre Teresa de Calcuta, un pequeño lápiz en las manos de Dios.

Yo también querría ser un pequeño lápiz en manos de Jesús. También vosotros tenéis que ser lápiz de Jesús.

Tres ideas fundamentales podemos sacar del evangelio de este domingo:

- Amar la cruz de Jesús y llevar nuestra cruz.

- No querer ser los primeros.

- Hacerse como niños para entrar en el reino de los cielo.

Que paséis un buen domingo y una buena semana