Ciclo B. DOMINGO VEINTIOCHO DEL TIEMPO ORDINARIO
SEGUIR A JESUCRISTO DE VERDAD
El evangelio que acabamos de escuchar, lo podemos dividir en tres secciones:
a) la historia de un hombre que por inclinación a las riquezas no aceptó ser
discípulo de Jesús.
b) reflexión de Jesús en torno a la posesión de los bienes temporales.
c) renunciar a todo por seguir a Jesucristo.
HISTORIA DE UN HOMBRE RICO
Aquel hombre del evangelio era sincero. Creía en Dios y era cumplidor de la ley. Veía a
Jesús como el maestro bueno. Le preocupaba la vida eterna y por esto le hace esta
pregunta: Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para poseer la vida eterna? (Mc
10,17).También a nosotros nos preocupa la vida eterna. Estamos convencidos de que
no todo acaba en el sepulcro, o en el crematorio de los difuntos.
La respuesta de Jesús es que guarde los mandamientos y le cita algunos. Él le contesta
que desde la niñez los observa. El camino para conseguir la vida eterna es guardar los
mandamientos, cosa que no es completamente fácil. ¿Quién puede decir que ama siempre a
Dios sobre todas las cosas? ¿Quién guarda siempre las fiestas como Dios quiere? Etc.
Entonces Jesús se lo quedó mirando con afecto. Repito con afecto. A veces una mirada
expresa mejor lo que pensamos, que muchas palabras. Entonces, Jesús le dijo: Todavía
te falta una cosa: ve a vender todo lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro
en el cielo. Después ven y sígueme. Esta respuesta de Jesús lo contrarió y se fue
triste, porque era muy rico (Mc 10,21-22).
Jesús quería que libremente le siguiera, quizá, quería hacerle un apóstol. Jesús
no le obliga a quedarse, como no nos obliga a nosotros a seguirlo. Sí le seguimos es
porque somos libres, le reconocemos como maestro, le amamos de verdad y queremos disfrutar
de su compañía en el reino de los cielos. Aquel hombre no lo siguió, porque en su
corazón, pesaban más las riquezas que seguir a Cristo. No supo darse cuenta que en el
cambio salía ganando. La condición de seguir a Jesús, es dejarlo todo. Pero esto no
significa quedarse pobres, sino más ricos que antes. Cristo es la gran riqueza, es lo
único que puede llenar nuestro corazón con aquella alegría y esperanza, que nadie nunca
nos podrá arrebatar.
También a nosotros nos pasa lo mismo. Amamos a Jesús y le seguimos, pero alguna vez, le
dejamos por las riquezas.
EJEMPLOS
A un hombre, que era practicante y puso un negocio, que le iba muy bien y le ocupaba toda
su vida y descuidaba a Dios y a su familia, le dije: Pedro, esto no va bien; tú debes
comer el dinero y no dejar que el dinero te coma a ti. ¿Cómo es posible que dejes a Dios
y a tu familia por culpa del dinero?.
También he conocido a otro hombre, muy inteligente, que le ofrecieron un alto cargo en
un banco y mucho dinero. Él, tras consultarlo a su esposa, renunció, diciendo que
vivían bien, podían educar a sus hijos y que la responsabilidad y el dinero que le
ofrecían no harían más feliz a su vida, a su matrimonio y a los hijos, sino todo lo
contrario, porque habría de dedicar mucho más tiempo al trabajo y descuidaría a la
familia.
REFLEXIÓN DE JESÚS SOBRE LAS RIQUEZAS
Jesús dice: Que es más fácil que un camello pase por el agujero de una aguja, que no
un rico entre en el Reino de los Cielos (Mc 10,25). La madre Teresa dice que también
los ricos deben ser evangelizados.
Los discípulos quedaron asustados delante de tal afirmación. Jesús les contesta que con
la ayuda de Dios todo se puede. A los hombres les es imposible, pero a Dios no, porque
Dios lo puede todo (Mc 10, 27).
RECOMPENSA
Y FELICIDAD POR SEGUIR A JESÚS
Pedro, que estaba muy atento, le pregunta: ¿y a nosotros que lo hemos dejado todo y te
hemos seguido, qué? Jesús contesta: En verdad os digo que habiendo dejado casa,
hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos, o campos, por amor de mi y del Evangelio
recibirá ahora en este tiempo el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres e
hijos y campos y también persecuciones, y, en el mundo futuro, tendrá la vida eterna
(Mc 10,,29-30).
No seamos como aquel discípulo frustrado, sigamos a Jesucristo con amor y vayamos con
cuidado con el dinero, puesto que no podemos servir a dos señores: a Dios y a las
riquezas.
LA VIDA ETERNA SEGÚN SANTO TOMÁS
LA VIDA ETERNA CONSISTE:
EN LA VISIÓN DE DIOS.
En la vida eterna, primero hay el hecho que el hombre se une con Dios. Porque
el mismo Dios es el premio y la culminación de todos nuestros trabajos: Yo soy tu
protector. Tu recompensa será muy grande. Esta unión consiste en la visión perfecta:
Por el momento conocemos como si viéramos su imagen reflejada en un espejo; después veremos
cara a cara.
EN LA ALABANZA.
La vida eterna consiste en la alabanza, como dice el profeta: Dónde habrá alegría
con acción de gracias y con música.
EN LA SATISFACCIÓN PERFECTA DEL DESEO.
Consiste, también, en la satisfacción perfecta del deseo, porque todo bienaventurado
tendrá más de lo que deseaba y esperaba. La razón de esto es que en esta vida nadie
puede satisfacer su deseo, ni ninguna cosa creada sacia el deseo del hombre; sólo Dios le
sacia y le excede infinitamente, y de aquí viene que el hombre no descanse sino en Dios,
según el dicho de san Agustín: Señor nos has creado para Ti y nuestro corazón
estará inquieto hasta que descanse en Ti.
Y puesto que en el cielo los santos poseerán a Dios perfectamente, es evidente que
colmará el deseo de ellos y que la gloria de Dios los envolverá. Por esto dice el
Señor: Entra en el gozo de tu Señor. Y comenta san Agustín:
“…
yo he hallado un gozo que es lleno y más que lleno, y veo que estando lleno
el corazón de este gozo, y lleno el entendimiento y el alma y todo el hombre,
este gozo rebosa y sobra: luego no todo este gozo entrará en los que se gozan,
pero los que se gozan entrarán en él” (Soliloquios).
Cuando me desvele, os contemplaré hasta saciarme. Y en otro sitio: Te coronará de felicidad como deseabas.
Porque todo lo que es deleitable, todo es allí abundantemente. Si deseamos delicias,
allí hay la delicia máxima y perfectísima, puesto que viene de Dios, que es el bien
máximo: A vuestro lado las delicias por siempre jamás.
EN LA REUNIÓN DICHOSA DE TODOS LOS BIENAVENTURADOS
La vida eterna consiste, finalmente, en la reunión dichosa de todos lo
bienaventurados, en la cual habrá la máxima delicia, porque cada bienaventurado poseerá
el bien más alto junto con los otros bienaventurados. Cada uno de ellos amará a los
otros tanto como a si mismo, y así cada uno de ellos disfrutará del bien de los
otros como del bien de él mismo.. De aquí vendrá que la alegría y el gozo de uno
solo serán iguales al gozo de todos.
(Sábado de la semana XXXIII, de la Liturgia de las Horas. De Santo Tomas de Aquino.)
Que paséis un buen domingo y una buena semana.