CICLO B CUARTO DOMINGO DE PASCUA
JESÚS, EL BUEN PASTOR Para empezar, hagamos esta pregunta al Señor Jesús: ¿Qué nos quieres decir en este cuarto domingo de Pascua? Y la respuesta de Jesús es ésta: "Yo soy el buen pastor" ( Jn 10,11). La Iglesia nos ofrece la imagen de Jesús como el buen Pastor. Para nosotros, que vivimos en medio de bloques de casas y que pisamos continuamente el asfalto, seguramente esta imagen no tiene la fuerza que tenía cuando Jesús decía que era el buen Pastor. Los primeros cristianos sí que tenían esta imagen, como nosotros tenemos la del Santo Cristo. Si algún día vais a Roma y visitáis las catacumbas encontraréis a Jesús representado muy a menudo como el buen Pastor. He aquí algunas características del buen Pastor: "El buen pastor da la vida por las ovejas" ( Jn10,11). No hace muchos días, contemplábamos a Jesús que moría en una cruz. Y yo os decía que era la gran prueba del amor de Dios: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" ( Jn 3,16). San Pedro, en la primera lectura, nos decía que había curado a aquel paralítico en nombre de Jesús de Nazaret, a quien los responsables de Israel habían crucificado y Dios lo había resucitado: "(...) a quien vosotros crucificasteis, y a quien Dios ha resucitado de entre los muertos" (Hch 4,10). "El buen Pastor reconoce a sus ovejas" (Jn 10,14). En Palestina, por la noche, distintos pastores se encontraban, ponían el ganado en el mismo redil y uno de ellos vigilaba durante toda la noche. Por la mañana, cada pastor silbaba y cada oveja se iba con su pastor y no se equivocaba. Jesús es el buen Pastor que nos conoce a cada uno por nuestro nombre. No necesita el documento de identidad. Recordad cuando Jesús se apareció a María Magdalena y ella se pensaba que era un jardinero. Jesús la llamó por su nombre y ella lo reconoció por la voz:"Jesús le dijo: ¡María!. Ella se acercó a él y exclamó en arameo: ¡Rabboni! (que quiere decir Maestro)" ( Jn 20,16). Jesús nos conoce íntimamente: nuestras cualidades, nuestras debilidades, nuestros pensamientos, todo aquello que hacemos y lo que dejamos de hacer. Lo importante es que nosotros conozcamos a nuestro pastor como Él nos conoce a nosotros. "Ellas, las ovejas, me reconocen a mí" (Jn 10,14). Preguntémonos si realmente nosotros conocemos a Jesucristo y lo seguimos, como las ovejas conocen a su pastor y lo siguen. Una buena chica decía que sus padres le enseñaron muchas cosas: a leer, a escribir, a ser una buena persona, a no cometer ninguna injusticia, pero no le enseñaron a conocer a Jesucristo y a hablar con Él como su gran amigo. Padres, que vuestros hijos no puedan decir esto de vosotros. El buen Pastor defiende a sus ovejas. Cuando viene venir al lobo, no se va sino que se queda a su lado: "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; no como el asalariado que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas. Éste, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye. (...) El asalariado se porta así, porque trabaja únicamente por la paga y no tiene interés por las ovejas" (Jn 10,11-13). Yo creo que todo hombre y toda mujer llevamos dentro un lobo que muerde y nos ataca de muchas maneras.
El lobo del dinero. ¡Cuántas cosas malas no hacemos por dinero! ¡Cuántas familias se pelean y malviven por el dinero! El lobo de la televisión. Si hiciéramos una lista de las cosas buenas que se ven por la televisión y de las malas, sin duda ganarían las malas, y nosotros nos las vamos tragando todas y ya las encontramos naturales. No seamos pesimistas. La televisión es uno de los mejores inventos del siglo XX. Podemos ver cosas que se realizan a mucha distancia, por ejemplo: no hace mucho tiempo vi un gran partido del Barcelona y el Madrid, que tenía lugar en Madrid, y la canonización de san Josemaría de Balaguer en Roma. El lobo del sexo. De esto, no es necesario ni hablar, porque ya estamos todos convencidos de ello. El lobo de la cobardía. En nuestra época se desprecian los valores de la familia, el valor de la vida, el valor de la pureza, el valor de la pobreza evangélica y nuestros cristianos callan, callan y callan. El lobo de la pereza. ¿Por qué no rezas por la mañana o por la noche? Y el domingo, muchas veces no vas a misa ni visitas a un enfermo, etc. .. ¿Por qué? Por pereza. El lobo en las familias. En el matrimonio también existen muchos lobos que desean devorar a la familia, por ejemplo: el lobo de la infidelidad, del aborto, de la eutanasia, llevar a los ancianos a una residencia para que la familia viva con más comodidad, que se vayan los hijos fuera de casa cuando aún son menores de edad, no saber aguantarse, mirar siempre los defectos de las otras personas sin ver los propios, tener mal carácter, no tener tiempo para dialogar, etc. Podríamos enumerar otros lobos pero no disponemos de más tiempo. Para que no nos coja el lobo, Jesús está a nuestro lado para defendernos, si nosotros estamos a su lado con la oración, las obras de misericordia y la Eucaristía. Señor, velad como el buen Pastor sobre nuestra comunidad y conducirnos a los valles eternos como oveja redimida por vuestra sangre. Oración
Os quiero seguir, Jesús Tú te comparas al buen Pastor Porque te preocupas por mí Y me guías por caminos de vida. Respetas mi libertad, Pero, porque quieres ayudarme, No dejas nunca de decirme: ¡Yo soy la luz! ¿Me ves? ¡Yo soy el camino! ¿Me sigues? ¡Yo soy la verdad! ¿Me crees? ¡Yo soy la vida! ¿Me buscas? ¡Yo soy el maestro! ¿Me escuchas? ¡Yo soy tu Dios! ¿Me rezas? ¡Yo soy tu amigo! ¿Me amas? ¡Yo soy el amor! ¿Me acoges? Aunque no sea siempre coherente, Te digo sinceramente Que creo en Ti y te quiero seguir. José Codina Farrés