CICLO B 5º DOMINGO DE PASCUA
"El Padre corta todos los sarmientos improductivos y poda los que dan fruto, para que den más fruto"
(
Jn 15,2).

INTRODUCCIÓN

Jesús era un gran pedagogo. Con comparaciones sencillas y accesibles para todos nos explica cómo tiene que ser nuestra vida cristiana de discípulos suyos.

El domingo pasado nos lo explicaba en la parábola del buen pastor (Jn 10,1-21). Él es el buen Pastor, que conoce, ama y da la vida por las ovejas. Nosotros, ovejas, tenemos que conocer, amar y dar la vida por el buen Pastor.

Hoy nos lo explica con otra comparación, cuando nos dice que él es la vid y nosotros los sarmientos (Jn 15,1-8). El sarmiento no puede dar fruto si no está unido a la vid. De la misma forma que el sarmiento está unido a la vid, nosotros tenemos que estar unidos a Jesucristo, si queremos dar fruto.

No es suficiente con una unión y adhesión externa a Cristo, como la oveja se adhiere al pastor, sino que Cristo nos pide una adhesión interna y vital. La unión del sarmiento es una adhesión vital. Arrancad el sarmiento de la vid y se morirá.

Nuestra unión a Jesucristo tiene que ser:

- Vital.
- Verdadera.
- Comunicativa.
- Cumplidora de su voluntad..

Jesús dijo: "(...) Ningún sarmiento puede producir fruto por sí mismo, sin estar unido a la vid, y lo mismo os ocurrirá a vosotros, si no estáis unidos a mí" (Jn 15,4).

Unión vital.

Esta unión y adhesión a Jesucristo la encontramos en aquellas palabras de san Pablo: "Y ya no vivo yo, sino que es Cristo que vive en mí" (Gál 2,20), o en aquellas otras palabras, también de san Pablo: "Porque para mí la vida es Cristo y morir significa una ganancia" (Flp 1,21).

Verdadera.

Nuestra unión con Cristo, si queremos ser cristianos de verdad, es fundamental. Si no tenemos esta adhesión a Jesucristo, no somos cristianos, a pesar de estar bautizados y de aparentar ser cristianos.

Esta unión con Jesucristo, san Juan nos la explica en la segunda lectura, cuando nos decía: "Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros según el mandamiento que él nos dio" (1Jn 3,23). La fe es el fundamento de nuestra unión con Jesucristo. Creemos que Jesús es Dios y hombre, y que de tal forma nos ha amado que ha muerto por nosotros en una cruz.

Creemos en un Jesús muerto y resucitado. El justo vive de la fe. Por esta razón, nuestra plegaria tiene que ser: Señor, aumenta mi fe.

Comunicativa.

Nuestra unión con Jesucristo tiene que ser una comunicación real y continua con Él, que es nuestro gran amigo. Nuestra plegaria personal y continua hace que tengamos esta unión con Jesucristo. Si Jesucristo es nuestro amigo, necesariamente tenemos que comunicarnos con Él. La plegaria es como el oxígeno para nuestra vida. Sin plegaria no es posible tener vida cristiana.

Cumplidora de su voluntad.

"El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él" (1Jn 3, 24).

Para estar unidos con Jesucristo, también nos lo dice san Juan, tenemos que guardar su mandamiento y hacer lo que a Él le gusta. El cristiano busca siempre hacer la voluntad de Dios. Es poner en práctica el mandamiento del amor: "Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con hechos y de verdad" (1Jn 3,18).

Nos tenemos que preguntar, hoy, si nosotros estamos injertados a Jesucristo o lo estamos a la droga, al dinero, a la comodidad, al poder, a la sexualidad, al orgullo, a la indiferencia, etc.

Al escuchar estas últimas palabras, quizás has pensado que no estás injertado a todo lo material. Que eres un santo. ¡Cuidado! La realidad nos demuestra que todos estamos injertados a muchas cosas del mundo que tendríamos que arrancar.

"El Padre corta todos los sarmientos improductivos y poda los que dan fruto, para que den más fruto" (Jn 15,2).

¿Por qué dejamos pasar tanto tiempo sin ir a confesarnos o por qué nos cuesta tanto ir? Es nuestro orgullo el que nos hace creer que no tenemos necesidad de confesarnos y porque nos consideramos muy santos y no tenemos nada que eliminar de nuestra vida.

Haz, Señor, que siempre estemos unidos a ti, que das sentido a nuestra vida, que nos das el don del Espíritu Santo y que nos alimentas en la Eucaristía, para que seamos sarmientos que demos mucho fruto aquí en la tierra con la esperanza de ir al cielo.

¡Qué paséis un feliz domingo!