Ciclo C. Segundo Domingo de Adviento

 

Juan Bautista predica un Bautismo de Conversión

Introducción

 Nos encontramos ya en el segundo domingo de Adviento y hemos de prepararnos para la gran fiesta de Navidad. Los acontecimientos importantes hay que prepararlos con antelación.

Vemos las luces por las calles de nuestra ciudad de Barcelona, nos recuerdan que la Navidad está cerca y que hemos de prepararnos para celebrarla o, mejor, vivirla.

Cada año en este tiempo la Iglesia pone ante nuestra consideración a san Juan Bautista, que nos recuerda que ha venido a preparar los caminos del Señor y predica un bautismo de conversión, como leemos en el evangelio de hoy.

Es la voz que grita en el desierto

Preparad el camino del Señor

Allanad sus senderos (Lc 3,4)

La figura de Juan es grande, porque es un hombre contemplativo, penitente y humilde. Por estas virtudes Jesucristo lo alaba y dice que Juan es muy grande.

Os aseguro que, de entre los nacidos de mujer, no hay….

MISIÓN DE JUAN

Preparar los caminos del Señor (Is 40,3).

Anunciar la salvación (Lc 1,77).

Mostrar a Jesús en medio de su pueblo (Jn 1,29-34).

Dice san Agustín:

¿Cuál es la misión de Juan? Vino como testigo, con la misión de dar a conocer la luz para que todo el mundo creyese en ella. ¿Quién es este que da testimonio de la luz? Una persona muy grande, Juan Bautista, inmensa excelencia, gracia insigne, cumbre altísima. Admirémoslo, admirémoslo, como se admira una montaña. Una montaña está en tinieblas si no la reviste la luz. Admirar a Juan, pero escucha lo que sigue: no es la luz. Porque si crees que la montaña es la luz, esta montaña será tu ruina, en lugar de ser tu consuelo. La montaña no es nada más que montaña. Es a Él al que debéis de admirar. Levanta la mirada hasta Aquel que es la luz, hasta Aquel que sube a las alturas para recibir los rayos que Él envía a tus ojos. (Del evangelio de san Juan, II,5)

REFLEXIÓN SOBRE LA CONVERSIÓN DEL CRISTIANO

Pero mi reflexión en este domingo no será sobre san Juan, sino sobre las palabras que hemos leído en el evangelio: Y fue por toda la región del Jordán predicando que se convirtieran y se bautizaran para que se les perdonaran los pecados (Lc 3,3).

CONVERSIÓN

He aquí algunas ideas sobre la conversión. A veces, cuando se habla de conversión, no se sabe bien qué se entiende por conversión.

Escuchemos bien estas ideas sobre la conversión:

Convertirse es ver la vida con los ojos de Jesús.

Convertirse es transformarse interiormente hacia el bien.

Convertirse es pasar del egoísmo al amor. Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor (1Jn 4,8).

Serían suficientes estas ideas para acabar la homilía, pero, entonces diríais: ¡qué homilía más corta!

Vamos ampliarla un poco.

Convertirse es ver a Dios como Padre. Padre nuestro, que estás en el cielo. (Mt 6,9). Creer en la providencia, sin que esto quiera decir que seamos simples, sino, sencillamente saber ver que un día sigue al otro y que Dios cuida de las cosas creadas. San Mateo nos dice que nuestro Padre del cielo se cuida de las hierbas del campo, de los pájaros del cielo y de las flores y los lirios que admiramos en la tierra. ¡Qué no hará con vosotros hombres de poca fe! (Mt 6,25-34).

Convertirse es mirar a los hermanos que nos rodean, por encima de su posición, ideas o estilos de vida, respetando siempre a la persona aun cuando no piense como nosotros o veamos que va por mal camino.

Convertirse es estar abierto a cada problema de la sociedad. "Yo paso", se suele decir vulgarmente, eso no es convertirse.

Convertirse es tener interés y acentuar la sinceridad, la justicia, la concordia y el amor en todas las conversaciones.

Convertirse es ser un buen profesional, un padre espléndido, un buen hijo, esposa fiel en los momentos felices y en los que no lo son tanto, es ser amigo de verdad, es pasar la vida sin hacer ruido, imitando a Aquel del cual se dijo: pasó haciendo el bien.

Convertirse es apostar por la realidad del Reino de Dios. Es conocer y saber presentar el mensaje de amor que Jesús predicó a todos los hombres.

Fácilmente lo podemos hacer en estos días de Navidad. El mensaje de Jesús es un mensaje de fe y de amor.

Convertirse es quitar las malas hierbas que crecen continuamente en nuestro corazón, para poder dar frutos para la vida eterna. El campesino arranca las malas hierbas que crecen bajo los árboles para que den más frutos. Así ha de hacerse en nuestra vida cristiana, arrancar las malas hierbas, aunque sepamos que volverán a crecer, ya que así es la vida del hombre.

Esto es mucho más, es convertirse con el Evangelio en las manos. Es muy difícil conseguirlo sinceramente, pero hay que intentarlo si queremos prepararnos de verdad para la gran fiesta de Navidad, que se acerca.

Pidamos al Señor que en este tiempo de Adviento sepamos dejar el hombre viejo para revestirnos del hombre nuevo, y también que sepamos presentar la fiesta de Navidad como Él quiere, para que no sea vaya todo en luces y en buenas comidas.

Cuando Jesús iba a Betania, se encontraba muy bien en casa de Marta y María. Marta era la que servía y María estaba sentada a sus pies. Que Jesús se encuentre muy bien en nuestros hogares en estas próximas fiestas de Navidad.

Os recomiendo que pongáis un nacimiento, o unas figuras de Belén en vuestras casas.

¡Que paséis un buen domingo y una buena semana! Hasta el domingo que viene si Dios quiere.

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UN PROFUNDO CAMBIO

Señor,

Cuando os hacéis presente en la vida de una persona

hay una multitud de cosas que cambian.

Vuestra presencia me ayuda a ser más humano

y me obliga a allanar mi camino,

haciendo desaparecer la montañas y las colinas

de la indiferencia, del orgullo y de la autosuficiencia.

Las hondonadas del desánimo, de la soledad

y de la falta de sentido de la vida

se llenan de esperanza y amor.

Que vuestra venida me encuentre preparado

para hacer crecer el amor hasta desbordar,

y que, así, pueda gozar de la finura del espíritu

que me hará apreciar los valores auténticos

para llegar a la casa del Padre sin tropiezos

y cargado de frutos de justicia y de bondad.

Joseph Codina (De les "Noves pregàries")