Ciclo C Tercer Domingo de Adviento
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LA PRESENCIA DE JESÚS NOS LLENA DE ALEGRÍA

El ángel dijo a los pastores: No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor Lc 2, 10).

Introducción

Hoy comenzaremos con una anécdota de santa Teresa de Jesús. Una vez la invitaron a comer, y en la comida sirvieron unas suculentas codornices muy bien aderezadas. La persona que servía se le quedó mirando bien para ver qué hacía esa señora tan santa, si se las comería o haría penitencia. Ella se dio cuenta de que la observaban y, adivinando sus pensamientos des dijo: Cuando perdices, perdices, cuando penitencia, penitencia, y se las comió tranquilamente.

Cada cosa a su tiempo

Así pues, ahora, preparemos la Navidad en nuestro hogar con mucha alegría.

A este domingo tercero de Adviento se le llama el domingo de la alegría, porque el Señor está cerca. La Iglesia quiere que estemos contentos y alegres, porque se acerca la Navidad.

San Pablo en la carta a los filipenses nos dice: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que todo el mundo os conozca por vuestra bondad. El Señor está cerca (Flp 4,4).

El motivo de esta alegría es que el Señor está cerca. Tocamos ya con la mano la fiesta más grande del año, después de la Resurrección. La proximidad del nacimiento de Jesús es fuente de alegría.

Una de las cosas más bonitas de la vida es hablar de la alegría, sentir alegría y trasmitir alegría.

Son muchos los motivos que tiene el hombre para sentir y trasmitir alegría a los familiares, amigos y a las personas pobres.

¿Cuándo siente el hombre alegría?

El hombre siente alegría cuando tiene salud, cuando ha tenido éxito en su vida.

El estudiante siente alegría cuan obtiene matrícula de honor.

Cuando una persona se siente amada está contenta.

La madre en el día de su fiesta siente una gran alegría cuando recibe una prueba de afecto de sus hijos, por ejemplo, un ramo de flores.

Una persona siente satisfacción y alegría después de una fiesta o de una buena comida.

El hombre se siente contento y alegre cuando tiene dinero. En estos días los que reciban el premio de la lotería de Navidad se sentirán alegres.

Otros sienten alegría cuando gana el Barça en un partido de fútbol frente al Madrid.

Existen muchas formas de alegrarse.

Pero, hoy, no quiero hablar de estas alegrías, sino de la alegría que nos habla san Pablo en la segunda carta a los filipenses, que acabamos de escuchar. San Pablo está en la prisión y parece que habría de hablar de tristeza, pero no, nos habla de la alegría y nos exhorta a estar siempre alegres en el Señor. La razón fundamental de esta alegría es que Dios nos quiere. La prueba de este amor de Dios la tenemos en el portal de Belén. El Niño Jesús recostado en un pesebre. Dios se ha hecho presente en nuestra vida, esta es la mayor alegría

Pero, no basta con saber que Dios nos quiere, sino que también es muy importante sentirnos amados por Dios. Dios me quiere a mí personalmente. Dios ha dado su vida por mí.

Jesucristo es el fundamento de nuestra alegría cristiana. Si no hemos descubierto esto, no hemos entendido nada de nuestro cristianismo.

Que sepamos presentar la persona de Jesucristo como fuente de alegría, de bondad y de misericordia.

Chésterton decía que el gran secreto del cristiano es la alegría. El cristiano que ha perdido la alegría ha de preguntarse si también ha perdido a Jesucristo.

Tres formas de conseguir la alegría espiritual

Permitidme que os diga que existen tres formas de conseguir esta alegría que viene de Dios.

1. Hablar y escuchar a Jesús

Cuando nos comunicamos con Dios en nuestra oración personal. Si hemos hecho un buen rato de oración y nos hemos comunicado con el Padre del cielo, saldremos de la oración con una alegría y una paz que no puede proporcionarnos nadie más que El. La oración no nos resuelve los problemas, pero nos dará una visión sobrenatural y nos iluminará para saber escoger lo que más nos conviene.

2. Ponerse en las manos de Dios

El cristiano que cree en la providencia y se pone en las manos de Dios, aun en las penas siente alegría porque sabe que eso es la voluntad de Dios y que el Señor le dará fuerzas para seguir adelante.

Cuando uno se pone en manos de Dios sus preocupaciones, sabe que está en buenas manos y esto le da serenidad, tranquilidad y paz.

3. Pedir perdón por los pecados

Cuando reconocemos nuestra faltas y pedimos perdón. Uno siente una gran paz interior cuando se ha confesado.

Ser portadores de alegría

Para un cristiano no es bastante sentir uno mismo alegría, sino que ha de comunicar esta alegría a los demás.

La persona que ama trasmite alegría a los demás, es generosa.

Jesús es una persona alegre y los que se comunican con Él saben contagiar esta alegría a las personas con las que se relacionan.

En este mundo en el que vivimos, llenos de angustias y dificultades, hacen falta personas que sepan sonreír y sepan comunicar gozo y alegría. Si queremos y nos esforzamos un poco, nosotros podemos ser estas personas.

Dar con generosidad es fuente de alegría.

San Pablo escribe: Que cada uno de según su conciencia, no de mala gana no como obligado, porque Dios ama al que da con alegría (2 Cor 9,7).

En el evangelio hemos leído lo que decía san Juan Bautista: El que tenga dos túnicas, que le de una, y el que tenga comida que haga lo mismo (Lc 3,11).

Si tienes dos vestidos y das uno a tu hermano… ahora diríamos: si tienes dos casas, dos coches, dos televisores, dos relojes, etc., y das uno a tu hermano, este dar te llenará de alegría.

Si te esfuerzas por tener buen carácter, y no pones siempre cara enfadada cuando algunas personas la ponen, si sabes guardar tus penas para ti y no ser profeta de calamidades, etc. etc. sentirás la alegría de ser un cristiano auténtico. De este modo podríamos hacer una lista inmensa, pero ya hay bastante.

Preparemos la Navidad sintiéndonos queridos por Dios, y seamos portadores de alegría para los demás y preguntémonos si hemos perdido la alegría porque también hemos perdido a Jesucristo.

FELIZ NAVIDAD

Acerquémonos al Niño de Belén

Con los ojos sencillos de los pastores, con el corazón enamorado de María, la madre,

con la ternura serena de José,

porque, hoy y cada día, sea Navidad,

en el corazón de todos nosotros,

en nuestros hogares

en el barrio y por todo el mundo.

Cada día puede ser Navidad para los hombres,

si nos dejamos querer por Dios,

si nos queremos como hermanos.

La Navidad de Dios

siempre es una Navidad de amor.

(Joseph Codina. Pregària en ritma de l’evangeli)

¡Que paséis un buen domingo y que pongáis un bonito nacimiento en vuestras casas!