Domingo 4 del año - C

INTRODUCCIÓN

El evangelio que acabamos de escuchar, es la continuación del evangelio del pasado domingo que nos hablaba de Jesús en la sinagoga de Nazaret.Para nuestra reflexión dividiremos esta homilía en tres partes:

1. Reacción de los nazarenos ante la exposición que hace Jesús sobre su misión mesiánica.

2. Reacción de Jesús.

3. Nuestra reacción.

Reacción de los nazarenos

Todos los que estaban en la sinagoga tenían puestos los ojos en Jesús, todo el mundo lo miraba y esperaba oírle. Jesús expuso su programa y dijo que había sido enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, que comenzaba el año de gracia, y él era el ungido de Dios.

Al empezar todo el mundo estaba admirado de sus palabras, pero cuando notaron que Jesús se proclamaba el Mesías, y que su misión no era sólo para el pueblo judío, sino también para los gentiles, cambiarony se pusieron furiosos, y lo echaron fuera de la sinagoga, e incluso del pueblo de Nazaret y le querían despeñar.

Detalles de la sus reacciones

Admiración: Todos asentían y se admiraban de la palabras que acababa de pronunciar (Lc 1,22).

Crítica: Comentaban: - ¿No es éste el hijo de José? (Lc 4,23).No podían comprender que Jesús, que era el hijo de José, que lo habían visto desde pequeño, tan humano y sencillo, ahora se proclamara el Mesías.

Los de Cafarnaún: Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí, en tu pueblo (Lc 4,23). Se referían a la curación de los enfermos y, ¿por qué no empezó a hacerlo en su pueblo y no en Cafarnaún?

Violencia: Al oír esto, todos los que estaban en la Sinagoga se llenaron de indignación; se levantaron lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que se asentaba la ciudad, con ánimo de despeñarlo (Lc 4,28).

Parece extraño cómo cambian los hombres. Al comienzo todo son alabanzas, después lo querían matar.

Jesús les estorba. Lo quieren despachar, quieren despeñarlo. Jesús no hará ningún milagro para quedarse. Dice el evangelista: Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó (Lc 4,30).

No esperaban que Jesús no hubiera curado a los enfermos, como lo había hecho en Cafarnaún y se presentara como el Mesías liberador.

El hombre es malo. Los mismos que habían ido a la escuela con Jesús y que conocían a su padre y a su madre, son los que ahora lo quieren matar.

Reacción de Jesús

Jesús no se violenta, no se enfada, no quiere forzar a nadie, se va abriéndose paso.

Jesús no quiere quedarse a la fuerza, su mensaje es un mensaje liberador y no quiere que nadie le siga forzado.

¿Os acordáis de aquel joven que quería seguir a Jesús, y cuando le dijo que vendiera todo el que tenía y lo diera a los pobres, aquel joven lo dejó? Al oír esto, el joven se fue muy triste porque poseía muchos bienes (Mt 19,22). Jesús no le fuerza, deja que se marche.

Muchas veces vemos en el evangelio que Jesús no es aceptado y él se va.

Cuando hizo el milagro de la curación de un endemoniado, y los demonios se pusieron a un rebaño de cerdos, los gerasenos le pidieron que se marchara y él se fue. Entonces se pusieron a suplicar a Jesús que se alejara de su territorio (Mc 5,17).

Jesús se dirigía a Jerusalén y envío por delante a unos mensajeros, que fueron a la aldea de Samaría para prepararle alojamiento, pero no quisieron recibirlo, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, lo discípulos Santiago y Juan dijeron: -Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma? Pero Jesús, volviéndose hacia ellos, lo reprendió severamente. Y se marcharon a otra aldea. (Lc 9, 52-56).

Jesús es así. Quiere ser aceptado libremente

Una de las cosas mejores de nuestra religión es la libertad que tenemos los cristianos para ser o no ser cristianos. Si tú y yo somos cristianos es porque queremos. El Concilio Vaticano II dijo que el acto de fe es un acto libre y que nadie puede ser obligado a creer.

Reacción de los hombres y mujeres del siglo veintiuno

Las reacciones que alegaban los nazarenos a Jesús y su mensaje, mantienen toda su actualidad.

Tendremos que preguntarnos qué actitud tomamos nosotros: si nos adherimos de todo corazón a Jesús, o bien ¿lo rechazamos? Posiblemente, de palabra nunca negamos a Jesús, por eso decimos que somos cristianos, pero en nuestra manera de vivir, en nuestra actuación de cada día, ¿somos lo suficientemente coherentes con nuestra fe?

Los que estamos en el templo hoy, escuchando la palabra de Dios y ofreciendo este santo sacrificio es ¿voluntariamente porque tenemos fe?

Algunos padres están afligidos porque sus hijos no van a misa. ¡Y tienen razón! Es preciso asistir a misa, pero no se puede obligar a nadie. Tenemos que dar ejemplo, predicar y convencerlos. Hacen mal los padres, que siempre callan, cuando se trata este punto.

Aceptar a Jesús es aceptar su mensaje, que es un mensaje de amor.

Es también el mensaje de la segunda lectura de san Pablo.

El amor es paciente y bondadoso;
no tiene envidia,
ni orgullo, ni jactancia.
No es grosero, ni egoísta;
No se irrita
ni lleva cuentas del mal;
no se alegra de la injusticia,
sino que encuentra
se alegra de la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree,
Todo espera, todo lo aguanta (1 Cor 13,4-7).

Amar quiere decir sacrificarse. Mucha gente no está dispuesta a sacrificarse. Cuesta perdonar. Dar limosna, volver bien por mal, no querer ser siempre el primero, no querer tener siempre la razón, esto no es fácil.

Muchas personas se apartan de Jesucristo porque su presencia les estorba, les molesta.

No seamos nosotros como los de Nazaret, sino como los discípulos de Emaús, que dijeron: Jesús quédate con nosotros.

QUE TENGÁIS UN BUEN DOMINGO.