CUARTO DOMINGO DE CUARESMA - Ciclo C
(sólo texto, para imprimir)

Esta parábola del hijo pródigo, o del padre de la misericordia, como se acostumbra llamar ahora, es una de las mejores del evangelio.

Sin duda que muchas veces nos hemos parado a pensar cómo el hijo se va de casa y, cuando se encuentra mal, se acuerda del padre y vuelve. También, muchas personas cuando tienes dificultades se acuerdan de Dios. En nuestra vida hemos de tener a Dios siempre presente, no sólo cuando nos encontramos mal.

Hoy, quiero centrar toda la atención en la figura del padre, que es una imagen de nuestro Padre Dios.

La actitud del padre cuando regresa el hijo es de amor, misericordia y alegría.

La actitud del padre es admirable porque surge del amor. Un día leí esta frase: El amor no obra según la razón sino según el corazón. Un día el hijo menor dijo a su padre: "Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde (Lc 15,12).

Cuando el hijo pide la parte de la herencia que le corresponde, la actitud del padre podría haber sido la de hacerse el sordo, no dejarle marchar, regañarle, todo menos darle la parte de la herencia. El padre es bueno, y sabe que todas estas razones no hubieran convencido al hijo, y lo deja marchar con la herencia, a pesar de suponer que haría un mal uso de ella. El padre conoce muy bien a su hijo, sabe que es libre y respeta su libertad. No hay verdadero amor sin libertad.

Seguramente que antes le haría reflexionar bastante, pero fue en vano. El padre decidió lo que era mejor para su hijo: ¡LA LIBERTAD!

Padres que me escucháis, respetad siempre la libertad de vuestros hijos, como nos lo nuestra el Padre Dios que respeta nuestra libertad, aunque pueda perjudicarnos.

El hijo se va, pero el corazón del padre le acompaña. ¡Qué idea más bonita! Si alguna vez nos marchamos de la casa paterna, sepamos que el corazón de nuestro Padre Dios nos acompaña siempre.

Cada día, el padre pensaba en su hijo y, seguramente, que el hijo no pensaba en su padre. Nuestro Padre Dios siempre piensa en nosotros, aunque nosotros no pensemos en El.

El padre recibe al hijo con misericordia y alegría

¿Cómo recibe el padre a su hijo? Ya lo sabemos, ¡con los brazos bien abiertos!

Todavía estaba lejos, cuando su padre lo vio, y se conmovió, corrió y se le echó al cuello y le besó (Lc 15,20).

Esta actitud no procede de la razón sino del corazón. Podía haberlo castigado, como se merecía, y no recibirlo, pero no. El padre dijo a los criados: "Traed enseguida, el mejor vestido y ponédselo; ponedle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. Tomad el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y lo hemos encontrado".Y se pusieron celebrar las fiesta" (Lc 15,22-24). ¡Qué grande y misericordioso os mostráis Padre!

Alegría del padre

Ante del regreso del hijo, el padre invita a todo el mundo a celebrarlo con una gran fiesta, y al hijo mayor le dice que hace falta alegrarse y hacer fiesta por haber reencontrado al que estaba perdido.

Hay una reconciliación entre el padre y el hijo. El hijo, que vuelve, ha recuperado el amor que tenía del padre.

La actitud del padre y la de su hijo mayor

Podría decirse que el hijo mayor era un buen chico. No se había marchado a ningún sitio, siempre había estado con su padre. Pero en realidad no amaba al padre de verdad, porque cuando vuelve su hermano no quiere entrar a la fiesta.

El que estaba lejos del padre ahora está a su lado, y el que estaba cerca, ahora está lejos. No quiere entrar.

El padre le dice, que ha de alegrarse, porque su hermano ha vuelto.

Hay que subrayar que no dice mi hijo, sino tu hermano.

La espina del padre ya no es el hijo pequeño, sino el mayor, a pesar de que su vida era buena, ahora no quiere reconciliarse ni con el padre ni con su hermano.

No puedo negar que me impresionó la lectura de un libro que lleva por título: "El regreso del hijo pródigo", de en Henri M. J. Houwen, y que os recomiendo de manera especial, me impresionaron las páginas dedicadas al hijo mayor. Dejadme que cite algunas líneas: La descripción del hijo mayor es difícil de definir. Desde el comienzo al fin, todo lo que hacía era bueno: Era obediente, cumplidor, fiel a la ley y buen trabajador. Aparentemente no se le podía reprochar nada.

Pero, cuando se ve confrontado con el gozo del padre por el retorno del hermano pequeño, una fuerza oscura irrumpe en él y aparece exteriormente . De pronto, se vislumbra que se trata de una persona resentida, orgullosa, dura, egoísta; manifestaciones que habían permanecido profundamente escondidas, aunque poco a poco,con los años, se habían hecho más fuertes y poderosas .

Reflexión

Muchas veces, los que vamos a misa somos la espina que tiene clavada el Padre Dios en su corazón, porque no queremos reconciliarnos de verdad ni con Dios ni con nuestros hermanos. Nos creemos cumplidores, perfectos, que no necesitamos del sacramento de la reconciliación. Perdonar de corazón es una de las cosas más difíciles. Jesús nos invita a rezar: Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden (Mt 6,12).

Dios es nuestro Padre, el Padre de la misericordia. En la Escritura se nombra a Dios como padre ciento setenta veces.

Nuestra actitud

Ya sabemos cono actúa nuestro Padre. ¿Cuál ha de ser nuestra actuación como hijos de Dios?

Nosotros, durante este tiempo de cuaresma, se nos brinda la oportunidad de recuperar el amor a nuestro Padre Dios, de acrecentarlo cada vez más.

El padre está dispuesto a perdonar a sus hijos, a uno y al otro. Es necesario que el hijo mayor, que podemos ser nosotros, sea capaz de reconocer que su actitud no es correcta.

Alguna vez también he pensado que el hijo mayor tenía razón al no querer entrar a la fiesta, porque su hermano se había marchado de casa con la herencia y, además, la había malgastado, llevando una vida disoluta, y ¡aún su padre le preparaba una grande fiesta! Pero esta actitud, podría decirse, no es cristiana, sí la del padre, que sabe perdonar, abrazar a su hijo, y darle un beso.

La actitud de nuestro Padre Dios hacia nosotros no es la del hermano mayor, sino la del padre, puesto que Él es rico en misericordia y nos ama con un amor inmenso.

ORACIÓN

Señor os pedimos que vuestro amor no nos deje nunca, esta es la esperanza que ponemos en Vos.

QUE PASÉIS UN BUEN DOMINGO