Cicle C - DOMINGO TRECE DURANTE EL AÑO
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13any_p.JPG (39892 bytes)Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén (Lc 9,51)

Jesús sabe que en Jerusalén le espera la muerte. Le costaba decidirse. ¡Ya lo creo que le costaba!

A veces nos imaginamos un Jesús sin sensibilidad, sin sentimientos. Esta imagen de Jesús es falsa. Él es plenamente humano y como nosotros, pasa miedo, se asusta ante el sufrimiento y la muerte. Recordad la plegaria de Jesús en el huerto de los Olivos.

Jesús ha invocado al Padre y se siente fortalecido para hacer su voluntad, toma la determinación de ir a Jerusalén. Jesús es decidido y confía plenamente en su Padre, sabe que su camino pasa por la muerte en la cruz pero acabará resucitando.

Jesús emprende el camino con decisión

Cuando Jesús se dirige a Jerusalén, precisamente porque va a la ciudad de Jerusalén, unos samaritanos no quieren alojarlo. Fijaos en la reacción de Jesús y la reacción de Juan y Santiago. Jesús, no obliga, no insiste, se va a otro lugar. Los dos discípulos querían que enviara fuego del cielo para que los consumiese a todos.

Ejemplo de Jesús

Jesús es todo bondad, sencillez y no fuerza a las personas, las deja siempre en libertad. ¿Os acordáis del joven que era rico y quería seguirle? pero, precisamente, sus riquezas le impidieron seguirle. Jesús lo deja libre.

Es verdad que Jesús nos deja ser libres para seguirle o no, pero si queremos seguirle, quiere que lo hagamos de verdad.

Los tres ejemplos que pone el evangelio lo demuestran con claridad, aunque no hace falta entenderlos al pie de la letra, puesto que las frases que Jesús dice son proverbios de aquel tiempo.

Esta libertad que Jesús da viene muy bien para recordar las palabras que san Pablo nos ha dicho en la segunda lectura. Es cierto, hermanos, que habéis sido llamados a la libertad. Pero no toméis la libertad como pretexto para vuestros apetitos desordenados (Gal 5, 13-18) ¡Fijaos! Nuestra vocación es la libertad, no una libertad para aprovecharla con egoísmo, al contrario, sed esclavos unos de otros por amor.

No me gusta cuando alguna vez se presenta a Jesucristo y a la Iglesia como unas máquinas de fabricar leyes y prohibiciones. Muchas veces se ha presentado así a Jesús y a la Iglesia; la realidad es todo lo contrario. El mensaje de Jesús y, naturalmente, el de la Iglesia, es un mensaje de libertad y de amor. San Pablo nos dice que Cristo nos ha liberado. para vivir en libertad,

La clave de la libertad es el amor. La persona que ama de verdad es una persona libre, porque hace las cosas por amor y no a la fuerza. Si amas a Jesucristo de verdad, no irás a misa el domingo por obligación, sino por amor. Si amas de verdad al hijo que está en tus entrañas, no pensarás en matarlo. Si has cultivado el amor desde el día de tu matrimonio, no pensarás en divorciarte. El amor nos ayuda a obrar libremente y superar las dificultades que la vida conlleva.

Ejemplo de fidelidad y amor

Un matrimonio con una hija, iban en el coche a un dispensario. La esposa y la hija bajaron del coche y el padre se fue a aparcarlo. A salir del coche, un autobús lo atropelló con tal mala suerte, que lo dejó sin sentido. Vivió veinte años como un vegetal, pero su esposa cuidó de él con un gran amor. Después de veinte años de estar cuidándolo con amor y entrega murió, la viuda lloraba amargamente porque echaba de menos a la persona que más amaba y decía: ¡ya no tiene sentido mi vida!

El amor os hará libres y tendréis siempre paz en vuestras vidas si os dejáis llevar por el espíritu del amor.

La actitud de los dos discípulos: Santiago y Juan

Pero no quisieron recibirlo, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, los discípulos Santiago y Juan dijeron: -Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma? Pero Jesús, volviéndose hacia ellos, los reprendió severamente. Y se marcharon a otra aldea (Lc 9,53-55).

Jesús no los escucha, y les riñe. Pocas veces regaña Jesús, pero esta vez lo merecían. La actitud de Jesús nunca es violenta, sino de dulzura y amor.

A menudo, nuestra actitud se parece a la de los discípulos, ¡castigo inmediato!, pero la actitud de Jesús es bien distinta.

La violencia supone vencer un mal con otro mal, una injusticia con otra injusticia.

Este camino lleva a un camino sin salida, a una espiral de violencia, a una violencia inacabable.

Jesús nos recomienda cortar el mal con el bien, encontrar maneras de dialogar, llegar a entenderse, en una palabra, buscar la paz.

Jesús nos da un gran ejemplo. No discute, no se impone, no envía fuego del cielo, sino que opta por marcharse a otro pueblo.

Jesús no es impaciente, como nosotros lo somos muchas veces, siempre da tiempo para convertirse.

Tres diferentes contestaciones de Jesús

Imaginémonos a Jesús con paso decidido. Los discípulos le siguen. Nosotros nos colocamos detrás y observamos a Jesús.

Se encuentra con una persona que le dice: -Te seguiré donde quiera que vayas. Jesús le contesta: -La zorras tienen madrigueras y los pájaros del cielo nido pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la (Lc 9,57-58). Seguir a Jesús no es ir de vacaciones, cargados con grandes maletas. Seguir a Jesús es ser peregrino. No tener residencia permanente, como las zorras y los pájaros del cielo. Es ir de camino.

Después es Jesús quien le invita: -Sígueme. El replicó: -Señor, déjame ir antes a enterrar a mi padre. Jesús le respondió: -Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el reino de Dios (Lc 9,59-60). Llevaba un buen equipaje, pero no tenía el ánimo libre para seguirlo, llevaba una sobrecarga, demasiada. La respuesta de Jesús es en un lenguaje paradójico. Significa el desprendimiento para anunciar el reino de Dios.

Otra persona le dice a Jesús: -Te seguiré, Señor, pero déjame despedirme primero de mi familia. Jesús le contestó: -El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el reino de Dios (Lc 9,61-62) ¡Qué lástima! Pone condiciones para seguir al Maestro. Muchas veces estamos atados con muchas cosas que nos impiden seguir a Jesús.

Jesús habla con un lenguaje paradójico a los que querían seguirle. Era una forma proverbial de hablar en Oriente. Las palabras no se han de tomar al pie de la letra, sino como un proverbio.

Cristo enseña que para seguirle se ha de prescindir de toda instalación; que, ante la vocación no puede haber demorar para dar una respuesta, poniendo excusas que no sirven. ¡Estar con Él es la máxima seguridad!

Seguir a Jesús es andar a su paso, seguir sus huellas. San Pedro escribe: Os ha dejado un ejemplo para que sigáis sus huellas (1Pe 2,21).