DOMINGO DECIMONOVENO DURANTE EL AÑO - Ciclo C
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19any_p.JPG (29500 bytes)Hoy vamos a reflexionar sobre las primeras palabras del evangelio: No tengáis miedo (Lc 12,32).

Definición del miedo:

Turbación del ánimo ante un peligro real o imaginario.

Reacción de temor a que acontezca alguna cosa contraria a lo que uno desea.

La palabra miedo en la Biblia:

Muchas veces en la Biblia se encuentra esta expresión de "no tengáis miedo".

El ángel le dijo: -No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor (Lc 1,30).

También a san José: -José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María como esposa tuya, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo (Mt 1,20).

Después de la resurrección Jesús dice a los apóstoles: - ¡Ánimo! Soy yo, no temáis (Mt 14,27).

No tengáis miedo de Dios

Como hijos de Dios podamos dirigirnos al Padre del cielo, sin miedo y con toda confianza. Podemos decirle: Tú eres mi padre, me quieres de verdad y cuidas de mí. Recordad el pasaje de san Mateo cuando Jesús nos dice que si Dios cuida de los lirios del campo y de las aves del cielo, ¡cuánto más cuidará de vosotros, hombres de poca fe. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mt 6,26).

El hijo que se porta bien no tiene miedo de su padre, cuando se porta mal sí que tiene miedo. Seamos buenos y no tendremos ningún miedo de Dios.

No tengáis miedo de Jesucristo

No tengáis miedo del Dios que se hizo hombre y murió en una cruz para salvarnos.

Jesús es nuestro gran amigo. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre (Jn 15,14-15).

Al amigo no se le tiene miedo, antes al contrario, se le confían los secretos y se espera su ayuda en caso de necesidad. Este amigo, que cada domingo, mejor, cada día, venimos a verlo porque sabemos que está con nosotros, en la eucaristía, lo recibimos para que aumente nuestro amor a Dios y a los hermanos.

Es verdad que, al final del mundo, Jesús vendrá a juzgar a vivos y muertos. El evangelio de hoy nos exhorta a estar siempre preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora de la muerte. Pero, si durante toda nuestra vida hemos amado a Dios y a Jesucristo, nuestro amigo, ¿de qué tenemos que tener miedo?

San Juan nos dice: Nuestro amor alcanza la plenitud cuando esperamos confiados el día del juicio, porque también nosotros compartimos en este mundo su condición. En el amor no hay lugar para el temor. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor supone castigo, y el que teme no ha logrado la perfección del amor (1 Jn 4, 17-18).

Escribe el papa Juan Pablo II: Jesús es el amor hecho hombre. Amor crucificado y resucitado, Amor presente entre los hombres continuamente. Es amor eucarístico. Es fuente incesante de comunión. Él es el único que puede dar plena garantía a las palabras: No tengáis miedo ("En el umbral de la esperanza". Nº 34).

19any2.JPG (7889 bytes)¿De qué podemos tener miedo?

Tenemos que tener miedo de caer en la tentación. La vida del hombre es una tentación continua, todos la experimentamos. ¿Quién puede decir que nunca ha sido tentado? Jesucristo, que era un gran pedagogo, nos enseña a decir en la oración del padrenuestro: No nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13), y san Pedro escribe: Vivid con sobriedad y estad alerta. El diablo, vuestro enemigo, ronda como león rugiente buscando a quien devorar. Enfrentaos a él con la firmeza de la fe, (1Pe 5,8).

También tenemos que tener miedo de las malas compañías. Un buen compañero nos puede ayudar a amar a Dios y a cumplir sus mandamientos; un mal compañero nos puede llevar por los caminos de perdición.

El Papa en el libro "En el umbral de la esperanza", en el capítulo 1, se pregunta de qué no tenemos que tener miedo, y contesta: del conocimiento de la verdad sobre nosotros mismos. El Papa recuerda las palabras de Pedro después de la pesca milagrosa, cuando había pasado toda la noche sin pescar nada, pero obedeció a Jesús. Después dijo: -Apártate de mí, Señor, que soy un pecador (Lc 5,8). Jesús le contesta. –No temas, desde ahora serás pescador de hombres (Lc 5,10).

Pablo II continúa: Pienso que no ha sido solamente Pedro el que ha tenido constancia de esta verdad. Lo dice a todos. Lo dice a los sucesores de Pedro. Y de manera evidente a aquel a quien ahora le responde. Cada uno de nosotros agradecemos a Pedro lo que dijo aquel día: "Señor, apártate de mí que soy un pecador".

No tengamos miedo, hermanos y hermanas que me escucháis, de reconocer nuestra pequeñez y nuestros pecados. Que todos podamos decir como Pedro: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador".

No tengáis miedo de llevar una verdadera vida cristiana

Todos sabemos que si queremos llevar una vida auténticamente cristiana no es fácil en este sociedad tan materialista en que vivimos, son muchas las invitaciones que tenemos para apartarnos del camino del bien. Jesucristo mismo lo reconoce cuando dice que quien quiera seguirle, que lleve su cruz.

Sabemos que Jesús es exigente, no engañaba nunca a los discípulos que le escuchaban. Al contrario, con firmeza los preparaba para toda clase de dificultades internas y externas, les recordó que ellos también podían hacer uso de su libertad para decidir si querían seguirlo o no.

Cuando dice: No tengáis miedo, no es para anular esta exigencia. Más todavía, con estas palabras confirma la verdad del evangelio con todas sus consecuencias. Pero al mismo tiempo, dice que el que, con fe, acepte seguirle las dificultades no serán insuperables, al contrario, la gracia de Dios no le faltará y con ella la fuerza necesaria para cumplir su compromiso.

¡Cuántas personas hay en el mundo que dan testimonio en su vida cotidiana! Confirman con hechos que es posible practicar las enseñanzas de Jesús.

La Iglesia pone ante nuestra consideración un abanico de santos de toda raza, edad y estado que nos dan un gran testimonio. Entre ellos encontramos niños y niñas, jóvenes, matrimonios y adultos que no han dudado en escoger una vida cristiana hasta el heroísmo.

Ejemplo del Papa

Cuando el veintidós de octubre de 1978 fue elegido papa el cardenal Karol Wojtyla, y tomó el nombre de Juan Pablo, recordando a sus antecesores, y por primera vez se presentó en la plaza de san Pedro para saludar a la multitud que le esperaba Las primeras palabras que pronunciaron sus labios fueron estas: ¡NO TENGÁIS MIEDO!, en italiano, ¡Non abbiate paura! En sus largos años de pontificado ha demostrado, muchas veces, que no tiene miedo a decir la verdad, y creo que es uno de los papas más valientes que tiene la iglesia.

El cristiano que se abandona en las manos de Dios, no tiene miedo.

ORACIÓN

Pidamos al Señor y a su madre, María, que no tengamos miedo de seguir verdaderamente a Jesús y de dar testimonio de nuestra fe con valentía, proclamando así su mensaje en este mundo en que vivimos.