DOMINGO VEGÉSIMO PRIMERO DURANTE EL AÑO - Ciclo C
(sólo texto, para imprimir)

21any_p.JPG (21784 bytes)INTRODUCCIÓN

Hay una pregunta que inquieta a todo el mundo: ¿qué hay después de esta vida? Cuando te encuentras con la muerte de una persona que quieres, el padre o la madre, y empieza a corromperse, uno puede pensar, ¿para esto hemos venido al mundo?, ¿para acabar de este modo?

La palabra de Dios, que ilumina nuestra mente, nos dice que no hemos venido al mundo por acabar así, sino que hay otra vida, que es eterna, de plena felicidad. Hemos venido al mundo para alcanzar la vida eterna. En el credo cantamos: Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Nuestra vida aquí en la tierra es muy corta, aunque uno viva noventa años, pasan muy deprisa.

La pregunta, qué hay después de la muerte, todo ser humano se la plantea. Es uno de los grandes interrogantes que flotan en la cabeza de toda persona, no una vez, sino muchas. Algunos responden diciendo que todo se acaba con la muerte, otros dicen que aquí, en este mundo, porque no hay nada después de la vida; nosotros, cristianos, respondemos que Dios es un Padre que nos ama, nos ha preparado el cielo para que seamos felices eternamente en su presencia.

Es irracional y absurdo pensar que las aspiraciones más vivas de la persona humana, como son el sobrevivir a la muerte, sean abocadas a la frustración y a la nada.

Ejemplo: El pensar que un libro pueda tener más años de vida que su autor no sería correcto, ni congruente.

Reflexión sobre el evangelio de hoy

Podamos decir que el evangelio de hoy es el evangelio de las dos puertas:

La puerta estrecha

La puerta cerrada

Sabemos una cosa: ¡hay otra vida! Dios la ha preparado para sus elegidos. Pero, querríamos saber, como el del evangelio, si son pocos o muchos los que se salvan. Jesús no contesta directamente a esta cuestión, sólo dice:

La puerta estrecha

Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán (Lc 13,24).

Jesús no responde a la curiosidad de la pregunta, dice que lo que importa no es saber el número de los que se salvan, sino la manera de entrar.

Jesús responde con la alegoría de la puerta estrecha, en contraste con la puerta ancha, con otras palabras, que uno puede ser muy exigente o muy permisivo.

La idea es que, para entrar se requiere esfuerzo. Ser cristiano no es sólo ir de excursión o hacer vacaciones, sino cargar con la cruz cada día y seguir a Jesucristo. El cristiano es el que siempre tiene ante sus ojos la persona adorable de Jesús y su vida, y se esfuerza por imitarlo. El cristiano ha de ser luz del mundo con sus buenas obras, como dice Jesús, no para que le alaben, sino para que glorifiquen al Padre del cielo. La luz es Jesucristo, el cristiano tiene que ser un reflejo de esa luz. Vosotros sois la luz del mundo… Brille de tal modo vuestra luz delante de los hombres que, al ver vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre de los cielos (Mt 5,14-16).

Entrar por la puerta estrecha no es fácil, por eso necesitamos la ayuda de Dios y de su madre, María, teniendo presente lo que decía san Pablo a la comunidad de Filipos. De todo me veo capaz, pues Cristo me da la fuerza (Flp 4,13).

Dios es un Padre que está deseando que todos vayamos al cielo

La otra idea que deseo expresaros es: Vendrán muchos de oriente y occidente, del norte y del sur, a sentarse a la mesa en el reino de Dios (Lc 13,29). Los judíos creían que por el solo hecho de ser judíos y llevar a cavo unas prácticas religiosas, ya tenía derecho a salvarse. Recordad la parábola del fariseo y del publicano. El fariseo dice: Yo ayuno dos veces por semana, pago el diezmo etc., rezaba pero no amaba. No basta con estar bautizado para ir al cielo, es necesario practicar el mandato del amor. Por el amor que os tengáis los unos a los otros reconocerán que sois discípulos míos (Jn 13,35).

Los hombres necesitamos de actos externos para demostrar lo que sentimos, necesitamos las prácticas religiosas. Jesús era un hombre que practicaba la religión, iba al templo y a las sinagogas para escuchar y leer la palabra de Dios, y su vida respondía a lo que escuchaba.

Un beso puede manifestar un acto de amor, pero no siempre lo representa, como en algunas películas, cuando el marido da un beso a su esposa y a lo mejor acaba de cometer un adulterio.

Riesgo de no conseguir la vida eterna

Otra idea es que, en nuestra vida hemos podido sentarnos muchas veces a la mesa con el Señor, por ejemplo, yendo a comulgar y asistiendo a la Eucaristía, pero, puede ocurrir que el Señor nos diga que no nos conoce, y esto ¿por qué? La respuesta es: si no amamos de verdad no entraremos en el reino de los cielos. Ahora pienso en muchos niños y niñas que hacen la "primera y última comunión", y en las personas que solamente vienen a la iglesia para asistir a un funeral. ¿Qué les dirá el Señor cuando se presenten delante él?

Ofrecimiento de Jesús

Jesús ofrece la salvación a todo el mundo. Esto tiene que ser motivo de una gran confianza. Vivir angustiado ante la salvación no sería una actitud cristiana, ni propia de un hijo de Dios. Ciertamente, tenemos que vivir la vida cristiana con gran responsabilidad, porque la salvación es algo serio, con esto no se puede jugar. Nos jugamos la vida eterna. Pero también, hemos de vivirla con fe y confianza, porque Dios es un Padre que nos ama de verdad. Jesús, nuestro amigo, siempre está a nuestro lado y nunca nos pedirá algo por encima nuestras posibilidades.

Por hoy nada más. Todos queremos ir al cielo y seguro que iremos si en nuestra vida imitamos a Jesús.

¡QUE PASÉIS UN BUEN DOMINGO!