DOMINGO TREINTA Y UNO DURANTE EL AÑO - Ciclo C
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31any_p.JPG (31407 bytes)Historia de una conversión

Introducción

Hoy nos dice el evangelio que Jesús entró en Jericó y atravesó la ciudad. Jericó era una gran ciudad, rica, opulenta y muy poblada, con muchas personas dedicadas a los negocios. ¡Quién sabe cuántos mercaderes había en esta ciudad, y también, cuántos pobres que esperaban la limosna de los transeúntes!

Zaqueo recaudador de impuestos

En esta ciudad vivía Zaqueo, recaudador de impuestos. Los recaudadores de contribuciones tenían que dar una paga establecida por los romanos, lo que excedía a este impuesto podían quedárselo. Estas personas eran muy odiadas por los judíos.

La mirada de Zaqueo

Fijémonos en Zaqueo, antes de subirse a la higuera.

Cuando alguna persona iba a pagar los impuestos, lo único que tenía en cuenta y miraba era cuánto podía exigirle. Cuanto más conseguía, tanto más rico se hacía. Cuanto más recaudaban sus manos, más contento estaba. La justicia no le importaba. Lo único importante para él era el dinero.

Cuando aquella persona marchaba, se sentía satisfecho y si le había podido estafar todavía más.

Zaqueo tenía interés y curiosidad por ver Jesús, pero seguramente que, por su situación personal, ya que era recaudador de impuestos, no se atrevía a saludarlo personalmente ni a tener algún contacto él. La situación se desbloquea cuando Jesús le dice que quiere ir a su casa.

31any1_p.JPG (29344 bytes)Había un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, que quería conocer a Jesús. Pero, como era bajo de estatura, no podía verlo a causa del gentío. Así que se echó a correr hacia delante y se subió a una higuera para verlo, porque iba a pasar por allí (Lc 19 2-3).

La mirada de los que pagaban los impuestos

La mirada de los otros judíos era una mirada de odio porque sabían quién era ese personaje. Un estafador, un ladrón, un malvado. Los recaudadores de impuestos eran comparados a las prostitutas.

Zaqueo, era despreciado por el pueblo, era un excomulgado. Los pocos amigos que tenía eran más amigos de sus riquezas que de su persona.

Este era el punto de vista de los judíos y del pueblo. Mirada de desprecio y de venganza.

31any2_p.JPG (52787 bytes)La mirada de Jesús

Cuando Jesús llegó a aquel lugar, alzó los ojos y le dijo: -Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa (Lc 19,5).

El evangelio nos dice que Jesús lo miró, cuando estaba arriba, en la higuera. ¿Cómo sería esa mirada de Jesús? No era como la mirada de Zaqueo, ni como la mirada de los judíos, la mirada de Jesús era una mirada que buscaba la amistad de Zaqueo, una mirada limpia y transparente. La mirada de Jesús es la mirada de un amigo.

Por eso, él mismo se invita para ir a casa de Zaqueo, y este hombre, bajo de estatura, bajó aprisa del árbol y se puso junto a Jesús, hombre alto y esbelto y, acompañado de muchos cobradores de impuestos, se van a casa de Zaqueo.

La conversión de Zaqueo es una reacción a la invitación de Jesús que es el que se acerca y le pide entrar en su casa, sin reprocharle sus pecados.

Alguna mirada de los del pueblo

Al ver esto, todos murmuraban y decían: -Se ha alojado en casa de un pecador (Lc 19,7).

La mirada de la gente del pueblo, viendo esto era una mirada de crítica contra el Maestro, pero a Jesús no el importaba la crítica. Él quería cambiar la mirada de Zaqueo. Quería, que dejara de ser una mirada de estafador y ladrón para convertirse en una mirada de desprendimiento y de compartir.

31any3_p.JPG (19602 bytes)Jesús consigue lo que quería

Jesús lo consiguió. En la mitad de la cena, Zaqueo se puso en pie ante el Señor y le dijo: -Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si engañé a alguno, le devolveré cuatro veces más (Lc 19 8).

La restitución de los bienes a los pobres y a las personas estafadas es el signo de la conversión personal y de la aceptación del don de salvación por parte de Zaqueo.

La mirada de Zaqueo ha cambiado. También su vida y la de su familia.

Dice Jesús que la salvación entró a aquella casa, ya que este hombre también es hijo de Abraham.

Nuestra mirada

Aunque no nos lo parezca, muchas veces, (nos cuesta o no queremos reconocerlo), nuestra mirada se asemeja a la mirada de Zaqueo, mirada de desprecio a los otros, de orgullo, de venganza, de avaricia, de salir siempre con la suya, mirada sensual, de ira o de pereza.

Jesús también viene a buscarnos a nosotros pecadores. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 10).

Nuestro unión con Jesús, en esta Eucaristía, nos tiene que hacer cambiar, como el contacto de Jesús con Zaqueo.

Mi vida y el encuentro con Jesús

En mi vida, ¿cómo han sido los encuentros con Jesús?

¿Cuántos respetos humanos impiden mi unión con Jesús?

¿Qué es lo que Jesús espera de mí?

¿Cómo ha de ser mi conversión?

Oración

Señor, mírame como miraste a Zaqueo y que mi reacción sea como la de él, que te invite a mi casa, para que tenga la alegría que tuvo Zaqueo, que sepa tener una conversación larga, amistosa e íntima contigo, Jesús.

Ven a casa mía y tu mirada y tus palabras penetren en mi corazón y me purifiquen; que iluminen mi mente para que sepa descubrir lo que me falta y lo que tendría que cambiar en mi comportamiento.

¡Que paséis un buen domingo y una buena semana!