DOMINGO SEXTO DE PASCUA - Ciclo C
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Nota: Esta homilía corresponde al evangelio del domingo séptimo de Pascua, pero se puede leer hoy ya que el domingo próximo celebraremos la Ascensión de Jesús.

pasqua6_2_p.GIF (61562 bytes)Hermanos, nos vamos alejando de la celebración de la Pascua, y cada día estamos más cerca la fiesta de la Ascensión y de Pentecostés.

Durante estos domingos después de Pascua, la Iglesia nos invita a escuchar y meditar el sermón de Jesús de la última cena. Jesús ruega primero por Él mismo, a continuación por los que están con Él, los apóstoles y, finalmente, por todos los que creerán en Él, o sea, por la Iglesia.

Jesús ruega por nosotros

En el día de hoy nos centraremos en estas palabras del Señor: No te ruego solamente por ellos, sino también por todos los que, creerán en mí por medio de su palabra. Te pido que todos sean uno, Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrás creer que tú me has enviado (Jn. 17,20).

Jesús ruega, no sólo por los Apóstoles sino por todos los que creerán en Él, por todos los cristianos que a través de los siglos seguirán sus enseñanzas. Entre ellos también estamos nosotros. Jesús ruega por su iglesia.

¿Qué pide Jesús para su iglesia?

El Señor pide por la unidad de la iglesia. Que ellos sean uno como Tú Padre y Yo somos una misma cosa. Fácilmente se puede deducir por qué Jesús pide la unidad de su iglesia. Jesús conocía el corazón de los hombres y sabía muy bien que esta unidad que lw pedía al Padre, es muy difícil, sobre todo cuando somos muchas personas las que formamos un pueblo o una comunidad, como es la Iglesia.

Este pueblo de Dios, que es la iglesia, está formado por diferentes personas, cada una, con su carácter, su manera de ser, en edad diferente, y las distintas características de su formación humana y de raza. Los hombres no somos iguales. No es igual un blanco que un negro, un hombre adulto que un joven que está de lleno vida. La manera de pensar será diferente y también la de ver las cosas. Pedir que un joven de diecisiete años piense igual que un hombre de setenta es imposible.

pasqua6_2_papa_p.JPG (17605 bytes)Unidad y diversidad

Tengamos presente que la unidad se opone a la división, pero no a la pluralidad, porque unión no significa uniformidad, sino comunión y comunidad. Naturalmente que puede haber diversidad de criterios sin romper la unidad.

Todavía os diré más, estos criterios diferentes refuerzan la unidad y la hacen más palpable.

En la Iglesia católica hay pluralismo, que significa, diversidad, variedad, diferencia de criterios, opiniones, manera de actuar, etc. Es lo contrario de uniformidad, que impone un mismo modelo, una misma manera de ser y actuar.

La manera de actuar de lo obispos, sacerdotes y laicos es diferente, según la manera de pensar y las circunstancias en las que se encuentran.

Diversidad y pluralismo en la acción pastoral

Escribe el Cardenal Jubany:

Fácilmente se comprende que se ha de admitir un pluralismo en este campo, dada la diversidad de los hombres, a los cuales se dirige la acción pastoral, considerados tanto individualmente como formando una sociedad. Pero siempre hará falta atender la necesaria pastoral de conjunto, la cual ha de asegurar que, en cualquier clase de pastoral, ha de estar presente el concepto de Iglesia enseñado principalmente por el Concilio Vaticano II.

(Glosas dominicales 24 de febrero de 1980).

Ejemplos

La Iglesia se puede comparar al cuerpo, que tiene diversos miembros y con todos ellos se forma una unidad. Cada miembro tiene una función mirando el bien común. También se puede comparar a un edificio, por ejemplo, a una catedral, donde hay diferentes materiales y pese a esto forman una unidad.

Hemos leído en la primera lectura la diversidad de criterios que había en la primera comunidad. Es algo muy importante. Se trataba de, si para ser cristiano era necesario primero ser judío. Los primeros cristianos que estaban en Jerusalén, con la ayuda del Espíritu Santo y los apóstoles, decidieron que no era necesario ser judío para ser cristiano. Fue el primero Concilio de la Iglesia. Pedro habló y el problema quedó resuelto.

En la provincia tarraconense, se celebró el año 1995 un Concilio Provincial, promovido por el arzobispo de Tarragona, el Dr. Ramón Torrella. Asistieron todos el obispos de Cataluña y un gran número de seglares, especialistas en teología y pastoral.

Nuestra Iglesia convocó este concilio por animar a los que vivimos en Cataluña, nuestro amor a Jesucristo y a su Iglesia, y para dar pautas en los caminos a seguir en el tiempo en que nos encontrábamos.

Como en el Concilio de Jerusalén, también hubo opiniones muy variadas, pero con la ayuda del Espíritu Santo todos los padres conciliares llegaron a un acuerdo para presentar las conclusiones en Roma y su aprobación.

El cristiano ha de tener presente que es hijo de Dios

Si somos hijo de Dios por el Bautismo, nuestra manera de pensar y actuar tiene que estar de acuerdo con nuestra vocación a la filiación divina. Si Dios nos considera hijos, no podamos pensar ni actuar contrariamente de cómo lo hace él. No podamos tener otra pauta que la del Hijo.

Si Jesucristo nos dice que hemos de respetar a las personas, y que hemos de amar a los enemigos, nosotros no podamos hacer lo contrario, si nos consideramos buenos hijos de Dios. La fe iluminará nuestra inteligencia para saber obrar en cada momento de manera correcta y agradable al Señor.

No dejamos nunca de dialogar

En las comunidades cristianas siempre ha habido momentos de tensión, y se ha tenido que resolver sin perder la paz interior y exterior.

Después de orar se puede dialogar mejor, no cerrarse al diálogo. Con un diálogo abierto, honrado, desde una visión cristiana de la vida, siendo dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo, buscando de verdad, el bien de la comunidad y no nuestros propios intereses.

Finalmente, tendríamos que preguntarnos, si respetamos los criterios de las personas que no piensan como nosotros, y sobre todo, qué hacemos para conocerlas y amarlas.