DOMINGO SEXTO DE PASCUA (II) - Ciclo C
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pasqua6_trinitat_p.GIF (57905 bytes)Introducción

No hace muchos días que los nosotros, cristianos, nos reuníamos para celebrar la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús, hoy nos reunimos de nuevo para celebrar la eucaristía, y al mismo tiempo, para prepararnos a la fiesta de la Ascensión, que celebraremos el próximo domingo.

Todos sabemos, que pasados los cuarenta días después de la Resurrección de Jesús, cada año, celebramos la fiesta de la Ascensión, la subida de Jesús a los cielos, donde está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso.

Promesas de Jesús antes de ir al cielo

Jesús antes de subir al cielo dijo a los apóstoles: -Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura (Mc 16,15).

Jesús quería que su mensaje de paz y de amor se proclamara por todo el mundo, por eso promete la venida del Espíritu Santo, para recordarnos lo que había hecho y enseñado.

En el evangelio de hoy hemos escuchado estas palabras de Jesús: -El que me ama, se mantendrá fiel a mis palabras. Mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a él y viviremos en él. Por el contrario, el que no guarda mis palabras, es que no me ama. Y las palabras que escucháis no son mías, sino del Padre, que me envió. Os he dicho todo esto mientras estoy con vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recordéis lo que yo os he enseñado y os lo explicará todo (Jn 14,23-26).

Jesús, con pocas palabras, nos dice muchas cosas

A los que aman, el Padre y Él vendrán y habitarán en ellos. Nosotros, por el bautismo, somos templo de la Santísima Trinidad. Nuestro Dios vive de una manera muy concreta, en nuestro corazón.

Nos envió el Espíritu Santo, esto aconteció el día del Pentecostés. Este mismo Espíritu, que Jesús llama "el Defensor", nos recordará y, además, nos hará comprender todas sus enseñanzas.

Presencia de Dios en el Antiguo Testamento

La presencia de Dios la encontramos en muchas ocasiones en el Antiguo Testamento.

Dios está en todas partes

El salmista nos dice: ¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de tu mirada? Su escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro (Sal 139,7-8).

Dios habita en el santuario

Moisés pide a los hijos de Israel que hagan una colecta para hacer un santuario y Dios les dice: Me harán un santuario y habitaré entre ellos (Ex 25,8).

Dios está en el Templo

La gloria del Señor llenaba el templo (1R 8,11).

No podemos escondernos de su mirada.

¿Puede alguien ocultarse en un escondite, sin que yo lo vea? Oráculo del Señor.

¿Es que no lleno yo los cielos y la tierra? Oráculo del Señor (Jr 23-24.)

Presencia de Dios en el Nuevo Testamento

La presencia de Dios manifestada en Jesucristo es más íntima y más profunda.

La presencia del Padre es el amor. Mi Padre lo amará (Jn 4,23).

La presencia de Jesucristo en la eucaristía: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día (Jn 6,54).

pasqua6_EsperitSant_p.JPG (34437 bytes)La presencia del Espíritu Santo nos convierte en templos vivos

San Pablo escribe: ¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (1 Cor 3,16).

San Pablo lo entendió muy bien por eso pudo decir: Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí (Gal 2,20).

La presencia de la Santísima Trinidad en nosotros

La presencia de la Santísima Trinidad en nosotros es un regalo de Jesús. El Padre nos ama, el Hijo de Dios es nuestro hermano y el Espíritu Santo nos asiste continuamente como maestro, consolador, consejero y guía.

Fruto de la presencia de Dios

El fruto de esta presencia trinitaria en nosotros es la paz que Jesús da. No es una paz como la del mundo, es la misma paz que se nos da en la palabra de Dios.

Dichosos los que construyen la paz, porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9).

Los hombres desean la paz

En lo más profundo de su ser el hombre desea la paz. Pero, a veces, no sabe muy bien qué caminos son los que conducen a la verdadera paz, por eso, a veces se equivoca, ha de rectificar y seguir los caminos de Dios. Su inteligencia y su manera de actuar han de estar iluminadas por las enseñanzas de Jesús, que nos instruye y nos muestra los caminos de la verdadera paz.

Concepto de paz

La paz no es sólo un pacto para que uno pueda vivir tranquilamente; ni puede decirse que es tiempo de paz en oposición al tiempo de guerra; sino que designa el bienestar total de todas las personas, de la existencia de cada día, de la situación del hombre que vive en armonía con la naturaleza, consigo mismo y con Dios.

Dice Jesús: Os dejo la paz, o doy mi propia paz.

Jesús es el modelo de nuestra paz. La raíz de la discordia y la ausencia de paz es el pecado. Jesús vino al mundo para destruir el pecado y dar su vida para la redención de todos los hombres, como dice san Pablo: el Dios del amor y de la paz estará en vosotros (2 Cor 13,11).

La paz de Jesús es capaz de apaciguar definitivamente nuestro corazón. No os inquietéis ni tengáis miedo (Jn 14,27).

El fundamento de la paz es la justicia

La paz se obtiene por medio de la oración y también trabajando por la justicia, ya que Dios quiere que todos busquemos la justicia y obtengamos la deseada paz.

Consecuencia

En nuestra vida cristiana, para alcanzar el amor y la paz que Jesús nos promete, no estamos solos. Contamos, afortunadamente, con la asistencia del Espíritu Santo que trabaja en nuestro interior.

Jesús nos envía continuamente su mismo Espíritu Santo para que nos defienda. Él mismo lo llama el Defensor. Viene a defendernos de nuestros olvidos, injusticias, miedos, de nuestra desgana, y nos recuerda las palabras de Jesús.

Antes de comulgar el sacerdote se dirige a la asamblea cristiana y dice: Daos la paz. Los cristianos se saludan con un beso, o dándose la mano y diciendo: La paz sea contigo. Que este gesto de amor, de amistad y de paz no sea un acto rutinario, sino que surja de nuestro corazón.

El deseo de la Iglesia es que hayamos encontrado la paz en la oración y en la eucaristía, y que esta paz la llevemos a los hermanos; por eso acabamos la misa con estas palabras: Podéis ir en paz.