SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO,
REY DEL UNIVERSO

(sólo texto, para imprimir)

Mosaico con Crito bendiciendo entre la virgen y los Santos, en la parte superior del ábside de San Miniato.Celebramos, hoy, la fiesta de Cristo, Rey. La Iglesia, al terminar este año litúrgico, quiere que nos quedemos con el recuerdo de Jesús como rey.

Nuestra reflexión versará sobre tres puntos:

1r. Quién es nuestro rey.

2n. Como es su reino.

3r. Como tenemos que ser sus seguidores.

Según nuestra manera de ser y de pensar, parece que Jesús hubiera tenido que permitir que lo proclamaran rey después de la multiplicación de los panes y de los peces, como querían los judíos, o cuando entró solemnemente en Jerusalén, o después del gran milagro de la resurrección de Lázaro.

Los pensamientos de los hombres, no son los pensamientos de Dios.

Jesús se proclama rey delante de Pilato, cuando Pilato le pregunta, si Él realmente es rey, Él contesta, claramente, que para esto ha venido al mundo, para ser rey, pero, añade, que su reino no es de este mundo. Pilato le dijo: " ¿por lo tanto, tú eres rey?". Jesús contestó: "Tú lo dices: yo soy rey. Yo he nacido y he venido al mundo para dar testimonio de la verdad (Jn 18,37).

Mi realeza no es de este mundo (Jn 18,36).

Los magos buscaban al rey de los judíos. Al llegar a Jerusalén preguntaban: " Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo" ( Mt 2,1,2).

Sobre la cruz de Jesús había un rótulo que indicaba la causa de su muerte y que Pilato había hecho escribir en hebreo, latín y griego, para que todo el mundo lo pudiera entender, y ponerlo en la cruz: Jesús de Nazaret, rey de los judíos (Jn 19,19).

En estos momentos de tristeza y de dolor para Jesús, las autoridades judías se burlaban, y los soldados romanos le decían que, si era el rey de los judíos, que bajara de la cruz, y el mal ladrón también le decía que, si era el Mesías, se salvara él mismo y a los que estaban clavados en la cruz con Él. Jesús, rey, no les hace caso, sino que escuchó la súplica del buen ladrón, que le pide que se acordara de él, cuando esté en su reino. Jesús le contestó que aquel mismo día estaría con Él en el paraíso. "Jesús, acuérdate de mí, cuando llegues a tu reino". Jesús le dijo: "Te lo aseguro: hoy estarás en el paraíso (Lc 23,42-43).

En un comentario que leí ayer, decía que Dimas, el buen ladrón, hasta el último momento fue un ladrón experto, porque en los últimos momentos de su vida había robado el paraíso a Jesús.

La única persona canonizada por Jesús es el buen ladrón, que lo reconoce como rey.

Hermanos. Verdaderamente Jesús es rey. Jesús es rey, porque es el Hijo de Dios, y porque en su muerte nos ha ganado la herencia eterna que el pecado nos había hecho perder. Como sacerdote, ha sido inmolado como víctima perfecta y pacificadora en la cruz.

Diego Velázquez. Cristo Crucificado.¿Cómo es el reino de Jesús?

El prefacio de la Misa de hoy nos dice que el reino de Jesús es un reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.

El resumen de la predicación de Jesús, lo encontramos en las bienaventuranzas.

Bienaventurados los pobres, los humildes, los misericordiosos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de ser justos, los compasivos, los limpios de corazón, los portadores de la paz, los que sufren por causa de la justicia.

Felices los pobres del espíritu: de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3).

¿Como hemos de ser nosotros los seguidores de Jesús?

Nosotros tenemos que ser como Jesús, nuestro Rey.

Mirad, la mayoría de los hombres tenemos un rey en nuestro corazón. Este rey es el orgullo, querer ser los primeros, dominar a los otros. Nuestro Rey nos pide todo lo contrario: que demos nuestra vida por nuestros hermanos, como prueba de amor, sin esperar recompensa.

La única arma que nuestro rey, Jesús, usa y quiere que nosotros usemos es el amor.

La fuerza del evangelio está en el amor.

La palabra de Dios, la hemos de aplicar a nuestra vida, y poner en práctica el mandato que nos ha dado Jesús: Amaos los unos a los otros como Yo os he amado (Jn 13,34), de tal modo que un día podamos escuchar estas palabras de Jesús: Venid, benditos de mi Padre: Tomad posesión del reino que Él os tenía preparado desde la creación del mundo (Mt 25,34).

El día del juicio final, para entrar en el reino, el examen será sobre sí hemos puesto en práctica las obras de misericordia, y, entre ellas, quiero remarcar estas palabras de Jesús : Me visteis desnudo y me vestisteis (Mt 25,36).

Antes de terminar, me place recordar la anécdota de san Martín de Tours. Se explica de Martín, que se preparaba para recibir el bautismo, porque todavía era catecúmeno, un día lluvioso y ventoso iba por un camino y vio a un pobre medio desnudo que pedía limosna. Él, como no tenía nada para darle, partió su capa en dos trozos y dio un trozo a aquel pobre. Por la noche, se le apareció Jesús con la media capa en sus manos y le dijo que aquel pobre era Él.

Que Jesucristo sea el rey de nuestro corazón. Esta es la intención de la Iglesia al acabar este año litúrgico.

Que mis sencillas palabras penetren en vuestro corazón, y yo restaría muy contento, sí sirvieran para aumentar vuestro amor a Jesucristo como rey.

Acabemos diciendo: Que Jesús sea realmente nuestro rey, el de nuestra familia y también el rey de nuestra sociedad.

Finalmente, os diré que, si queréis encontrar a Jesús, lo encontraréis en los brazos de Maria, su madre y nuestra, que es la Reina del cielo. Regina coeli, laetare. Al·leluia.

 

Que paséis un buen domingo en esta fiesta de Cristo Rey