Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos
(sólo texto, para imprimir)

Lodovico Mazzolino. Resurrección de Lázaro. 38 x 51 cm.Introducción

Celebrábamos ayer la fiesta de Todos los Santos. Fue una fiesta alegre y jubilosa. Contemplábamos a nuestros santos y pensábamos en los santos de nuestra familia que también murieron en gracia de Dios, y con la esperanza de poder celebrar esta fiesta después de unos años, o, ¡muy pronto!, porque la vida pasa deprisa.

Hoy, la Iglesia quiere que roguemos por los difuntos. A ellos, y a todos que descansan en Cristo, te rogamos les concedas un lugar de consuelo, de luz y de paz....) (De la plegaria eucarística 1).

Y ¿por qué rogmos por los difuntos? Porque creemos que, para ver a Dios tal como es, hemos de estar limpios de corazón. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios (Mt 5,8). Creemos también que pueden estar en un lugar de purificación, que llamamos Purgatorio.

¿Qué es el Purgatorio?

El catecismo de la Iglesia Católica dice: Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos (C.E.C. nº 1030).

Maestro de Basilea de 1487. Hieronymus Tschekkenbürlin y la Muerte. (40 x 29 cm cada tabla).Reflexión sobre la lectura del libro de los Macabeos

El libro de los Macabeos nos dice que Judas luchó contra Gorgias, gobernador de Idumea, y en aquel combate murieron algunos de sus soldados. Al día siguiente, los hombres de Judas, no pudieron esperar más y fueron a recoger los cuerpos de los que había caído para sepultarlos con sus parientes en los sepulcros de sus antepasados, entonces se dieron cuenta que, bajo la túnica de cada uno había objetos consagrados a los ídolos de Yamnia, prohibidos por la ley de los judíos. Entonces todos comprendieron que esa había sido la causa de su muerte.

¿Qué hizo entonces Judas? Hizo una colecta entre los soldados y reunió dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio por el pecado. Actuó recta y noblemente, pensando en la resurrección. Porque si él no hubiera creído que los muertos resucitan, habría sido ridículo y superfluo rezar por ellos (2 Mac 12, 42-44).

Calvario. Escuela de Creta. Siglo XVI.Sobre el evangelio

El evangelio que acabamos de escuchar nos ha explicado la resurrección del hijo de la viuda de Naín (Lc 7,11-16). Dos comitivas se encuentran. La comitiva de la muerte, que lleva a un joven muerto acompañado de su madre, que era viuda, con los familiares y amigos; y la otra, la de Jesús y sus discípulos, y una gran multitud que le seguía.

Esta es la escena. ¿Quién ganará? ¿La muerte o la vida?

Jesús, cuando vio la pobre madre que lloraba amargamente la muerte de su hijo, (entre paréntesis: fijémonos bien en la actitud de Jesús), se compadeció de ella y, con delicadeza, le dijo:

- ¡No llores!

- Jesús, ¿por qué le dices que no llore si es natural que la pobre madre llore amargamente la muerte de su hijo?

- Jesús, ¿qué piensas hacer?

Podía haber pasado de largo pero no lo hace. Se adelanta movido por la compasión al ver a una mujer viuda que había perdido lo que más quería: su hijo.

Jesús se acercó al féretro y lo tocó. Los que lo llevaban se pararon. En ese momento, el que es la vida dijo al joven muerto: ¡Levántate!, y el joven se levantó, y para demostrar que estaba vivo, comenzó a hablar. Jesús que encontró muerto a aquel joven, con mucha delicadeza, le devolvía vivo a su madre, que al verlo con vida se llenó de alegría y dejó de llorar. Dice el evangelista: El temor se apoderó de todos, y alababan a Dios diciendo: - Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Y también: Dios ha visitado a su pueblo (Lc 7,16).

¡Que el Señor nos consuele a todos nosotros cuando perdemos a ser querido, como consoló a aquella madre!

El prefacio de la misa de difuntos dice: Porque la vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo.

Que al término de nuestro caminar por este mundo no nos encontraremos con el vacío, con la nada, sino en los brazos de Dios que nos acoge como Padre.

Pablo Picaso.Nuestra oración por los difuntos

Como no sabemos si nuestros difuntos están en el cielo, rogamos y mandamos celebrar misas por sus almas. Con nuestras oraciones podemos ayudarle a salir del purgatorio.

Hermanos y hermanas, esta es nuestra fe y, porque tenemos fe, hemos venido a rezar por nuestros difuntos, por nuestros familiares y amigos. Y también por los difuntos que, tal vez, nadie conoce ni recuerda, hoy no hemos de excluir a ninguno de nuestra oración.

Permitidme, antes de acaba, una pequeña anécdota: Una día estaba en la sacristía, cuando vino el chofer del coche de la funeraria y me dijo:

- Sólo traigo al difunto, sin nadie más que lo acompañe.

Salí y pedí al sacristán que me acompañase, y los dos rezamos por el difunto.

¡Qué triste debe ser morir solo, sin compañía de nadie y ser enterrado de esta manera!

El monje de Poblet, el padre Agustín Altisent, escribe:

Ya hace años que no soy joven y se que me voy envejeciendo. Pierdo las fuerzas, pierdo la capacidad visual y auditiva. Pierdo la memoria... pero, ¡créanlo!, envejecer es como ir poniéndose en las buenas manos de Dios. Es como ir entregándole, una después de otra, las facultades que El nos dio. Como creía que eran mías, me duele comprobar que las voy perdiendo. Pienso que, cuando las haya entregado, habré entregado, finalmente, mi voluntad de vivir ahora y aquí. Se que me costará. Pero cada día pido que se haga su voluntad y no la mía.

La mejor manera de ayudar a los difuntos es ofrecer por ellos la santa Misa, hacer alguna limosna y rezar.

Que nuestros familiares, amigos y conocidos, y nosotros mismos, podamos escuchar de labios de Jesús estas palabras: Bien, criado bueno y fiel, como fuiste fiel en cosa de poco, te pondré al frente de mucho: entra en el gozo de tu Señor (Mt 25.21).