ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
15 de agosto

María se muda de casa

Hoy celebramos la fiesta de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo.

Reflexión sobre el evangelio

En el evangelio de hoy nos encontramos con distintas personas: Jesús, que todavía no ha nacido, Juan, también en el vientre de su madre, María e Isabel.

Hablemos primero de la Virgen María.

MARÍA

Ella sabía, por el saludo del arcángel Gabriel, que su prima Isabel esperaba un hijo y que estaba en el sexto mes. María, muy solícita, pensó ir para prestarle su servicio. No lo pensó mucho, decididamente se puso en camino subió a la montaña, en la provincia de Judá. El lugar en el que estaba situado Ain Karim no nos lo dice exactamente san Lucas, pero lo más probable es que estuviera a ciento cincuenta kilómetros de Nazaret. Cuando llegó a casa de Zacarías, esposo de Isabel, ésta la saludó con gran alegría.

Fácilmente podamos imaginarnos el saludo de María, madre joven, que espera a Jesús, y a Isabel, también madre, pero anciana, por no decir vieja, que espera el nacimiento de Juan Baptista. María abraza a Isabel y la cubre de besos, esta también la abraza con una alegría inmensa, porque las dos saben lo que está ocurriendo: María va a ser la madre de Jesús e Isabel la madre del precursor de Jesús.

María responde al saludo de Isabel con el canto del Magnificad, que hemos escuchado en el evangelio de hoy (Lc 1,46-55).

María va a servir a Isabel movida por amor y el cariño que tenía a su prima.

¡Quien ama va llenándose de Dios, que es la fuente de donde brota el gozo y la alegría más pura y más auténtica! Esta alegría, la tenía María cuando fue a servir a su prima Isabel.

María fue portadora de alegría porque estaba llena de Dios, ella es causa de nuestra alegría, como decimos en las letanías del Rosario.

Isabel

Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño empezó a dar saltos en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: - Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? (Lc 1,40-43). El evangelista Lucas subraya que el saludo de Isabel fue como un gran impulso, y se preguntaba muy sorprendida que, quién era ella para que viniera María a visitarla. Isabel reconocía la dignidad de María, como madre de Dios; de aquí viene su pregunta. Observamos también que Isabel, llena del Espíritu Santo, movida por Él mismo, dice estas palabras de saludo: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! (Lc 1,42)

Juan

Juan salta en las entrañas de su madre. No fue un salto natural en el vientre de su madre en el sexto mes, sino, como nos dice san Lucas, fue un salto de entusiasmo. Esta acción del niño dentro del vientre de la madre fue la más bella acción apostólica, saltando dan do con los pies en el vientre de Isabel, como si fuera el primero paso del pregonero de Jesús, y su madre lo entendió por eso saludó con tanto entusiasmo a María.

Jesús

Jesús, antes de nacer, ya realizó la primera obra de caridad: visitar a los padres de Juan Bautista. Zacarías no podía hablar, se había quedado mudo, por no creer las palabras del ángel mientras ejercía su oficio en el templo de Jerusalén. A la derecha del altar del incienso, el ángel le comunicó que su oración había sido escuchada y que su mujer tendría un hijo que le pondría por nombre Juan (Lc 18-13).

REFLEXIÓN SOBRE LA FIESTA DE HOY

Cuando Jesús, el día de su Ascensión, subió al cielo, preparó un lugar digno para su madre María. ¡Con qué delicadeza lo debió preparar! Hoy es el día en que celebramos su muerte y su asunción al cielo. Como nos dice la Iglesia en el oficio divino: Hoy es el día glorioso en que la Virgen María, Madre de Dios, subió al cielo. Todos la alabamos y le decimos: Bendita tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto detu vientre.

La Iglesia, también en el oficio divino, dice de María: Reina y Virgen merecedora de toda alabanza, entra al palacio del Rey eterno.

María entra solemnemente en el palacio del rey eterno. Es el recibimiento del Padre como hija predilecta, por Jesucristo, que esperaba su venida, como Hijo, fruto de sus entrañas virginales, recibida también por el Espíritu Santo, san José, su esposo, que hacía años que ella no le veía, los patriarcas, los ángeles y toda la corte celestial. ¡Qué recibimiento más solemne y emocionante! Después del recibimiento de Jesús en el cielo, el recibimiento más solemne ha sido el de la gloriosa Virgen María.

Un recuerdo de la infancia

Al contemplar el gran recibimiento que tuvo María cuando llegó al cielo, me ha venido a la memoria el recibimiento de una madre a su hijo, cuando éste volvía de la guerra civil; después de tres años de sufrimientos y sin verlo. Yo estaba en el portal de mi casa, en Vendrell, oí una voz fuerte que decía: "¡madre, madre!", ella respondida: "¡hijo mío, hijo mío, hijo mío!". Después vi a los dos dándose abrazos y abrazos, besos y más besos, plenos de gozo y alegría. Más o menos así debió ser la llegada de María al cielo.

Como dice el papa Pío XII en la declaración del dogma de la Asunción de María, fue llevada a la gloria del cielo en cuerpo y alma. Este papa declaró dogma de fe la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo, el día 1 de noviembre de 1950.

San Juan Damasceno dice con vehemente elocuencia:

Hacía falta que, la que en parte había conservado intacta la virginidad, también después de la muerte conservara su cuerpo incorrupto.

Hacía falta que, la que había llevado en su vientre, como niño, al Creador, habitara los tabernáculos divinos.

Hacía falta que, la que el Padre había hecho su esposa, habitara en las estancias del cielo.

Hacía falta que, la que había visto a su Hijo en la cruz y lo había tenido en su regazo ya al nacer, después de salvarlo de la persecución, viera a este Hijo sentado a la derecha del Padre.

Hacía falta que la Virgen María poseyera lo que es propio del Hijo y que todas las criaturas la veneraran como madre y servidora de Dios.

¡Qué palabras más bonitas y teológicas son estas palabras de san Juan Damasceno!

María subió al cielo en cuerpo y alma porque Dios la ha adornado de gracias y privilegios y, como ella misma nos dice en el Magníficat: El Todopoderoso ha hecho obras grandes por mí. Ella ha correspondido haciendo siempre la voluntad de Dios y amando de verdad a su Hijo.

Dice san Agustín: Más importante es en María haber sido discípula de Cristo que haber sido madre de Cristo. María era dichosa porque antes de llevarlo en su seno, ya lo llevaba en su espíritu. María eras dichosa porqué escuchó la palabra de Dios y la puso en práctica; porque guardó la verdad en su espíritu con más cuidado que la carne en su seno. Vale másl que lo que lleva en la mente que lo que lo llevara en su vientre.

San Maximiliano María Kolbe, que dio la vida ofreciéndose para salvar a un padre de familia en el campo de concentración de Auschwitz, el día 14 de agosto de l941, dice en una de sus cartas refiriéndose en María (véase Oficio de Lecturas de las Horas): Dejemos que Ella nos conduzca, que nos lleve de la mano, vivamos tranquilos y en paz bajo su protección. Ella proveerá todas nuestras necesidades, socorrerá con prontitud nuestras necesidades espirituales y corporales y apartará de nosotros las dificultades y las angustias.

María es un buen modelo para nuestras comunidades cristianas

Para acabar, pensad que todos nosotros también tenemos un lugar preparado en el cielo, junto a Jesús y María, este lugar será eterno para nosotros. Profesemos una gran devoción a la Virgen y cumplamos siempre la voluntad de Dios.

¡Que pasáis buenos días con la Virgen María!