NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

13 de mayo

El evangelio de la misa de la Virgen de Fátima es de la feria correspondiente; también se puede escoger del común de la Virgen María.

Homilía sobre las bodas de Caná, del Común de la Virgen María

María, la madre de Jesús, fue invitada a unas bodas en Caná de Galilea. Invitaron también a Jesús que fue con sus cinco primeros discípulos.

Las bodas en un pueblo pequeño, como era entonces Caná de Galilea, se prolongaban durantes varios días, eran muchos los invitados. Una boda era una fiesta para todo el pueblo. Se diría que la familia era de buena posición, porque al frente del banquete había un "maître" de servicio y camareros.

Parece que los invitados bebieron más de lo que estaba previsto o que fueran más personas de las que habían sido invitadas.

Llega un momento que la madre de Jesús (las mujeres siempre son más observadoras que los hombres) se da cuenta de que algo no va bien, llama a uno de los sirvientes y le pregunta qué pasa, este le responde que se ha acabado el vino.

El vino era, y es, algo muy importante en una boda. Actualmente tampoco puede faltar el vino y el champán.

Una boda con sólo agua, quedaría "aguada".

La madre de Jesús pensando en la vergüenza que pasarían los novios, porque en el pueblo más que en la ciudad, todo se sabe y se comenta, posiblemente hubieran pasado a la historia como: los novios a los que se les faltó el vino, María que conocía a su hijo, se acercó a él y le dijo: No tienen vino (Jn 2,3).

Jesús, que era muy inteligente, se dio cuenta enseguida de lo que le pedía su madre, y respondió: Todavía no ha llegado mi hora (Jn 2,4). Pero María, a quien tampoco le faltaba inteligencia y, como todas las madres que conocen muy bien a sus hijos, sabía cómo era Jesús, dijo a los criados: Haced lo que él os diga (Jn 2,5). Son casi las únicas palabras que sabemos de la Madre de Jesús. Para nosotros, que tanto amamos a María, estas palabras son como una norma práctica de vida.

Ya sabemos el resultado. Jesús obra su primero milagro en una boda, para que la fiesta no fuera "aguada" y pudiera seguir con cantos y alegría, propio de una fiesta familiar.

Seguramente que ninguno de nosotros nos hubiéramos imaginado que el primer milagro de Jesús, para demostrar su divinidad, se hubiera de realizar convirtiendo el agua en vino. Nadie lo puede hacer, y Él lo hizo en esta fiesta de la boda de unos novios, amigos suyos y de su Madre. ¡Dios obra con mucha sencillez!

Aplicación práctica

La palabra de Dios siempre ha de aplicarse prácticamente a nuestra vida. La Virgen María hubiera podido pensar: "Esto no es problema mío, yo soy una invitada". Pero no, se levantó y pidió un milagro. También en nuestra vida nos encontramos en circunstancias parecidas, a veces falta el vino del trabajo, hay mucha gente en paro; el vino de la paz familiar; el vino de la amistad; el vino de la salud; el vino de la alegría; el vino de la esperanza, etc. No digamos: "este no es mi problema", sino todo lo contrario: hagamos algo, como María, para convertir el agua en vino.

Quiero recordar también algunas cosas que ya sabéis, pero que conviene traerlas a la memoria, ya que se desprenden de la palabra de Dios que hemos escuchado.

Ø Vosotros, casados, os podéis preguntar si la promesa de amor y fidelidad que hicisteis el gran día de vuestra boda, la habéis respetado y cumplido. ¿Os queréis hoy más que el día de vuestra boda? Vale la pena que aprovecháis a fondo la vida de matrimonio, que sepáis dialogar, que busquéis más la felicidad del otro, que os apoyéis mutuamente en los momentos difíciles, que recéis juntos, que los dos participéis en la Eucaristía, que deseéis ser felices, porque esto es lo que agrada a Dios y a Jesús.

Ø A vosotros, solteros, que pensáis de casaros. ¿Tenéis bien claro que la voluntad de Dios es que llegáis al altar sin mancha de impureza?

Ø A todos en general: ¿Qué hacemos para que los valores de la familia, como el amor de los esposos, de los hijos que son una bendición de Dios, el respeto a los abuelos, etc. sean conservados y defendidos? La familia es atacada principalmente por el divorcio, la separación, el aborto, el desatender la educación de los hijos por razones económicas, el llevar a las personas mayores, principalmente los padres, a residencias, si n que haya una verdadera necesidad, etc. etc.

Que Dios y María nos ayuden.

 

FÁTIMA, UN MUNDO DE PAZ Y DE FE

 

Si vais a Fátima, encontraréis un mundo de fe y de paz en pequeño.

Encontraréis personas de todo el mundo, que hablan diferentes lenguas pero que les ha motivado el mismo deseo: visitar a Nuestra Señora de Fátima en el mismo lugar que se apareció a los tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta, para darle gracias, para pedirle algún favor, o simplemente para visitarla, como hace un buen hijo, que va a ver a su madre porque la quiere.

Durante todo el año se calcula que visitan este santuario unos seis millones de personas. Siempre hay peregrinaciones que acuden de todas partes, pero los días más importantes son: el trece de mayo, en el que tuvo lugar la primera aparición de la Virgen María, y el trece de octubre, la última. Los que estuvieron aquel día pudieron presenciar el movimiento del sol, signo de la autenticidad de las apariciones de la Virgen María.

En este año, que yo estuve, el día trece de mayo, había un millón de personas. Muchas de ellas pasaron toda la noche velando, y a la mañana asistieron a la solemne eucaristía, presidida por el señor cardenal de Lisboa, siete obispos, más de trescientos sacerdotes y una gran multitud que estaba en la gran explanada que hay delante del santuario. Había personas de Europa, América, también de Asia, África y Oceanía. Era admirable contemplar esa gran multitud, llena de fe y de amor a la Virgen, cantando con gran entusiasmo y levantando los pañuelos cuando pasaba la imagen de la Virgen de Fátima.

Las apariciones

La Virgen María se apareció a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta, cuando estaban guardando un rebaño de ovejas en la Cueva de Iría, un pueblo de Fátima.

Ellos vivían en Aljustrel, cerca de Fátima, allí puede visitarse la casa de Lucía y la de los hermanos Francisco y Jacinta.

Dos casas pequeñas, muy sencillas, propias de una familia de labradores.

María les concedió la gracia de las apariciones, ellos lo confesaban y lo decían, a pesar de que el párroco de Fátima no lo veía claro, como tampoco sus padres. Otras personas se burlaban. El alcalde de la Villa Nueva de Ourem los encarceló y amenazó con arrojarlos a una caldera de aceite hirviendo si continuaban diciendo que la Virgen María se les había aparecido. Después de martirizarlos con muchas preguntas, les impidió que el trece de agosto fueran a Cueva de Iría, donde había muchas personas esperando la presencia de la Virgen.

La Virgen dijo que Jacinta y Francisco se irían pronto al cielo, pero que Lucía tardaría más.

Francisco, después una penosa enfermedad, murió y fue enterrado en el cementerio de Fátima. Jacinta murió en el hospital de Lisboa, y fue enterrada en la Villa Nueva de Ourem. Actualmente sus sepulcros pueden visitarse en la basílica del santuario. La hermana Lucía también será enterrada en este santuario. Ya tiene el sepulcro preparado.

Estos dos niños hermanos fueron beatificados por el papa Juan Pablo II, el día trece de mayo del año 2000, al que asistieron doce cardenales, ochenta obispos, mil quinientos sacerdotes y unos dos millones de cristianos, que cantaban las glorias de María y le daban gracias por sus apariciones.

Lucía es monja carmelita y reside en un convento de carmelitas en Coimbra. Visitó Fátima con motivo de la visita del papa Pablo VI, el día 13 de mayo de 1967, quincuagésimo de la primera aparición de la Virgen, y el día de la beatificación de los dos niños, el 13 de mayo del 2000.

Crónica de las apariciones

La primera aparición fue el trece de mayo de 1917. La Virgen pidió a los tres pastorcitos que fueran el día trece de cada mes, hasta el mes octubre, en octubre sucedería una prueba para que el mundo creyera que estos niños habían visto la Virgen, y que lo que decían era un mensaje de la Virgen al mundo. Los pastorcitos fueron cada mes y la Virgen se les apareció, menos el mes de agosto, que estaban en la prisión. Como no pudieron ir a Cueva de Iría, la Virgen se les apareció a Valinhos, el día diecinueve de agosto, a la orilla de Aljustrel, donde actualmente hay un pequeño monumento.

El día 13 de octubre la Virgen se apareció y realizó el milagro que había anunciado. Eran las 11.30 h. de la mañana. Era un día oscuro, nublado. El sol salió y empezó a dar vueltas como un disco de plata, proyectando rayos de luz, ante una multitud de más de setenta mil personas, que estaban admiradas.

Este fenómeno se vio también de lejos, y los periódicos de Portugal publicaron la noticia ampliamente.

Mensaje de la Virgen

La Virgen dijo a los tres videntes:

"Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere establecer, en el mundo, la devoción a mi Inmaculado Corazón.

Si se hace lo que yo indique, se salvarán muchas almas y habrá paz.

Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la señal que os doy para castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y la persecución a la Iglesia y al Santo Padre.

Para que esto no suceda, pido la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si se escucha mi petición, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, se propagarán sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia: los buenos serán martirizados, el Santo Padre sufrirá mucho, varias naciones serán destruidas, y finalmente, mi Inmaculado Corazón triunfará.

El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá y habrá en el mundo un tiempo de paz.

En Portugal se conservará siempre la fe.

Rogad, rogad mucho y haced sacrificios por los pecadores. Veis que muchas almas van al infierno, porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas.

Quiero decirte que hagas aquí una capilla en mi honor: soy Nuestra Señora del Rosario, continuad rezando el rosario todos el días. La guerra se acabará y los soldados volverán pronto a sus casas.

El último mes, el mes de octubre, haré un milagro, para que todo el mundo crea en mis apariciones.

Un consejo:

Si podéis ir a Fátima, ¡id!, que os gustará, la Virgen María estará contenta y vosotros también.