FIESTA DEL BEATO PEDRO TARRÉS 
Diócesis de Barcelona, Sant Feliu y Terrassa
(30 mayo) (sólo texto, para imprimir)

1.Oraciones de la misa. 
2. Homilía sobre el Buen Pastor. 
3 . Breve biografía. 
4 . Carta a su hermana. 
1. Oraciones de la misa 

Colecta 

Señor, Padre santo: 
Vos habéis llamado al bienaventurado Pedro Tarrés, presbítero, 
a llevar en su persona la imagen de Cristo, 
médico corporal y espiritual, 
y, por la gracia del Espíritu Santo, 
lo habéis hecho insigne en la caridad y en la castidad: 
por su intercesión y su ejemplo, 
concede a vuestros fieles 
de perseverar siempre en la Iglesia 
como testigos y pregoneros del Evangelio. 
Por nuestro Señor... 

Oración sobre las ofrendas 


Al celebrar la memoria del beato Pedro Tarrés, 
os rogamos, Señor, que bendigáis desde el cielo 
los dones que os presentamos, 
porque al recibir esta comida celestial, 
seamos liberados de las culpas. 
Por Cristo, Señor nuestro. 

Postcomunión 
Señor, 
que los sacramentos recibidos nos den vida, 
porque quienes nos alegramos 
en la conmemoración del beato Pedro Tarrés, 
progresemos con el ejemplo de su fortaleza apostólica. 
Por Cristo Señor nuestro. 

2. Homilía de Jesús, el buen Pastor (Evangelio de la misa de común de pastores: Jn 10,11-16) 
pasqua4b.JPG (27094 bytes)Para empezar, hagamos esta pregunta al Señor Jesús: ¿Qué nos quieres decir en esta fiesta del Beato Pedro Tarrés, presbítero? Y la respuesta de Jesús es ésta: "Yo soy el buen pastor" ( Jn 10,11).
La Iglesia nos ofrece la imagen de Jesús como el buen Pastor.
Para nosotros, que vivimos en medio de bloques de casas y que pisamos continuamente el asfalto, 
seguramente esta imagen no tiene la fuerza que tenía cuando Jesús decía que era el buen Pastor. 
Los primeros cristianos sí que tenían esta imagen, como nosotros tenemos la del Santo Cristo. 
Si algún día vais a Roma y visitáis las catacumbas encontraréis a Jesús representado muy a menudo 
como el buen Pastor.
 
He aquí algunas características del buen Pastor: "El buen pastor da la vida por las ovejas" (Jn  10,11).
No hace muchos días, contemplábamos a Jesús que moría en una cruz. Y yo os decía que era la gran 
prueba del amor de Dios: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo 
el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16).
San Pedro, nos dice que había curado a aquel paralítico en nombre de Jesús 
de Nazaret, a quien los responsables de Israel habían crucificado y Dios lo había resucitado:
 "(...) a quien vosotros crucificasteis, y a quien Dios ha resucitado de entre los muertos" (Hch 4,10).
"El buen Pastor reconoce a sus ovejas" (Jn 10,14).
En Palestina, por la noche, distintos pastores se encontraban, ponían el ganado en el mismo redil y uno
 de ellos vigilaba durante toda la noche. Por la mañana, cada pastor silbaba y cada oveja se iba con su
 pastor y no se equivocaba. Jesús es el buen Pastor que nos conoce a cada uno por nuestro nombre. 
No necesita el documento de identidad. Recordad cuando Jesús se apareció a María Magdalena y ella 
se pensaba que era un jardinero. 
Jesús la llamó por su nombre y ella lo reconoció por la voz:"Jesús le dijo: ¡María!. Ella se acercó a 
él y exclamó en arameo: ¡Rabboni! (que quiere decir Maestro)" (Jn 20,16).
Jesús nos conoce íntimamente: nuestras cualidades, nuestras debilidades, nuestros pensamientos, 
todo aquello que hacemos y lo que dejamos de hacer. 
Lo importante es que nosotros conozcamos a nuestro pastor como Él nos conoce a nosotros.
 
"Ellas, las ovejas, me reconocen a mí" (Jn 10,14). Preguntémonos si realmente nosotros conocemos a Jesucristo y lo seguimos, como las ovejas conocen 
a su pastor y lo siguen. Una buena chica decía que sus padres le enseñaron muchas cosas: a leer, a escribir, a ser una buena
persona, a no cometer ninguna injusticia, pero no le enseñaron a conocer a Jesucristo y a hablar con Él como su gran 
amigo. Padres, que vuestros hijos no puedan decir esto de vosotros.
 
El buen Pastor defiende a sus ovejas.
Cuando viene venir al lobo, no se va sino que se queda a su lado: "Yo soy el buen pastor. El buen 
pastor da la vida por las ovejas; no como el asalariado que ni es verdadero pastor ni propietario
de las ovejas. Éste, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye. (...) El asalariado se porta así, 
porque trabaja únicamente por la paga y no tiene interés por las ovejas" (Jn 10,11-13).
Yo creo que todo hombre y toda mujer llevamos dentro un lobo que muerde y nos ataca de muchas maneras.
 
El lobo del dinero.
¡Cuántas cosas malas no hacemos por dinero!
¡Cuántas familias se pelean y malviven por el dinero!
 
El lobo de la televisión.
Si hiciéramos una lista de las cosas buenas que se ven por la televisión y de las malas, sin duda ganarían las malas, y nosotros nos las vamos tragando todas y ya las encontramos 
naturales. No seamos pesimistas. La televisión es uno de los mejores inventos del siglo XX. Podemos ver cosas que se realizan a mucha distancia, por ejemplo: no hace mucho tiempo vi un gran partido entre el Barcelona y el  Madrid, que tenía lugar en Madrid, y la canonización de san Josemaría de Balaguer en Roma.
 
El lobo del sexo.
De esto, no es necesario ni hablar, porque ya estamos todos convencidos de ello.
 
El lobo de la cobardía.
En nuestra época se desprecian los valores de la familia, el valor de la vida, el valor de la pureza, el valor de
 la pobreza evangélica y nuestros cristianos callan, callan y callan.
 
El lobo de la pereza.
¿Por qué no rezas por la mañana o por la noche? Y el domingo, muchas veces no vas a misa ni visitas a un
enfermo,  etc. .. ¿Por qué? Por pereza.
 
El lobo en las familias.
En el matrimonio también existen muchos lobos que desean devorar a la familia, por ejemplo: el lobo de la
infidelidad, del aborto, de la eutanasia, llevar a los ancianos a una residencia para que la familia viva con 
más comodidad, que se vayan los hijos fuera de casa cuando aún son menores de edad, no saber 
aguantarse, mirar siempre los defectos de las otras personas sin ver los propios, tener mal carácter, 
no tener tiempo para dialogar, etc.
Podríamos enumerar otros lobos pero no disponemos de más tiempo.
 
Para que no nos coja el lobo, Jesús está a nuestro lado para defendernos, si nosotros estamos a su lado 
con la oración, las obras de misericordia y la Eucaristía. 
 
Señor, velad como el buen Pastor sobre nuestra comunidad y conducirnos a los valles eternos como oveja 
redimida por vuestra sangre.
Oración
Os quiero seguir, Jesús
Tú te comparas al buen Pastor
Porque te preocupas por mí
Y me guías por caminos de vida.
Respetas mi libertad,
Pero, porque quieres ayudarme,
No dejas nunca de decirme:
¡Yo soy la luz! ¿Me ves?
¡Yo soy el camino! ¿Me sigues?
¡Yo soy la verdad! ¿Me crees?
¡Yo soy la vida! ¿Me buscas?
¡Yo soy el maestro! ¿Me escuchas?
¡Yo soy tu Dios! ¿Me rezas?
¡Yo soy tu amigo! ¿Me amas?
¡Yo soy el amor! ¿Me acoges?
Aunque no sea siempre coherente,
Te digo sinceramente
Que creo en Ti y te quiero seguir.
 
 
(José Codina Farrés) 

3. Biografía

Pedro Tarrés Claret nacido en Manresa el 30 de mayo de 1905. El 1928 obtiene la licenciatura en Medicina y se da cristianamente a su profesión viendo la imagen de Cristo en cada enfermo, actuación que resaltó ejemplarmente en la atención a los heridos de guerra.

Apóstol incansable de la juventud en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña y en la Acción Católica. El día 30 de mayo de 1942 es ordenado sacerdote e inicia una acción pastoral muy grande, manifestando abiertamente su gran corazón sacerdotal como director del Secretariado de Beneficencia (actualmente Cáritas), fundando la Obra Benéfica Asistencial de atención a los tuberculosos y actuando como conciliario de la Acción Católica.

Murió santamente el 31 de agosto de 1950

4. De una carta a su hermana Francisca (9/3/1938)
. Lectura segunda de la Liturgia de las Horas. Oficio de Lectura.

Amar con locura es sinónimo de sufrir

Amar con locura, querida hermana, quiere decir clavar nuestras manos y nuestros pies, junto con las manos y los pies de nuestro divino Redentor; quiere decir llegar airosos, con la frente alta y serena y con paso firme hasta el sacrificio de nuestra vida, si es voluntad de Dios, derramando nuestra sangre en defensa del Nombre Santísimo.

Amar es sinónimo de sufrir. Cuando más aprecio hay se es más capaz de sufrir por la persona amada. El sufrimiento es la más alta expresión del amor. El sufrimiento es la gran arma de la santificación. Muchos hombres esto no lo entienden; convencidos cómo están de que en el mundo están para divertirse, no comprenden como Dios permite sufrimientos a veces increíbles, en el cuerpo de los mortales. Nosotros, querida germana, sí que lo sabemos. Cada uno de nosotros es un miembro, es una parte pequeña, pequeña, del Cuerpo místico de Cristo, la Cabeza del cual es el mismo Jesús. Jesús sufrió una pasión horrible por amor a nosotros pobres criaturas, con tal de abrir con la impetuosidad de su preciosísima Sangre derramada las puertas del Paraíso. Pero Jesús ha querido que nosotros, colaboráramos en cierto modo en esta obra redentora, sufriendo en nuestro cuerpo aquello que carecía a la Pasión suya, como dice el glorioso apóstol san Pablo

Ciertamente, si la Cabeza del Cuerpo místico, Jesús, ha sufrido tanto, es lógico que todos sus miembros participen a medida de sus exiguas fuerzas, de este sufrimiento para colaborar —misérrima colaboración— a la salvación de las almas.

Mi profesión hace que me haya dado cuenta de una cosa bien interesante. El enfermo es el símbolo de Cristo sufriendo, es la plasmación de Cristo, y en el enfermo hace falta ver el mismo Jesús. La cama no es otra cosa que la cruz donde el enfermo sufre. Y para mí es todavía otra cosa: es una clase de altar donde se inmola una víctima que sufre el enfermo. El enfermo es la víctima que sufre, la cama es el altar donde se inmola.

El dolor es como las aguas que bajan de las cumbres, una energía latente que hace falta saber aprovechar. Ofreciéndolo constantemente a Dios, haremos bajar del cielo las gracias de la conversión del mundo. Pero lo más interesante es que, conseguiremos esto ofreciendo nuestro propio sufrimiento también, ofreciendo los dolores de nuestros hermanos, de aquellos que nos rodean, los dolores colectivos de la sociedad, de la patria, tanto los sufrimientos y los dolores físicos como morales.

Esto hace que en estos últimos tiempos haya comprendido una de las otras misiones del médico. He dicho antes de que la cama es el altar, la habitación el templo, el enfermo la víctima, cosas todas desconocidas del mismo interesado, por lo tanto, a fin de que la cosa resulte completa falta la persona consciente de que ofrece esta clase de sacrificio, falta el sacerdote; y he pensado que este era el médico.

¿Te imaginas la grandeza moral del médico en este sacerdocio del dolor?

! Oh ! ¡No nos entretengamos tanto en nuestras miserias! ¡Amemos, amemos, amemos! El amor es un fuego purificador. Abandonémonos absolutamente en sus brazos santificadores.

QUE PASÉIS UNA BUENA FIESTA DEL BEATO PEDRO TARRÉS, SACERDOTE DE LA

DIÓCESIS DE BARCELONA, ANTES DE LA DIVISIÓN.