SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO (II)
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Autor: William HoleCelebramos hoy la fiesta de la Eucaristía. Demos gracias al Señor, porque ha querido quedarse con nosotros en este admirable sacramento de la Eucaristía como prueba de su amor hacia nosotros.

El sacerdote después de la consagración pronuncia estas palabras: ¡ACLAMAD EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN!

La Eucaristía es un misterio de fe, por eso os invito, antes de empezar mi explicación sobre este misterio, a que pidamos interiormente a Dios que aumente nuestra fe.

Señor, abre los ojos de mi espíritu para que pueda contemplar las maravillas de la Eucaristía, en esta fiesta de tu Cuerpo y de tu Sangre.

El Jueves Santo os presentaba la Eucaristía como el sacrificio de Jesús. Nuestro sacrificio, os decía, es el de la Iglesia, de la cual todos formamos parte por el bautismo.

Hoy, aunque sea brevemente, querría destacar la Eucaristía como banquete, porque la Eucaristía es sacrificio y es banquete. Las dos cosas a la vez.

Institución de la Eucaristía

Jesús, para instituir la Eucaristía, celebró una gran cena. Los discípulos le preguntaron dónde quería celebrar la Pascua, y Jesús dijo que dos de ellos fueran a Jerusalén para prepararla; que, al entrar en la ciudad, encontrarían un hombre con un cántaro, que le preguntaran dónde tenían que celebrar la Pascua del Señor. Fueron y encontraron a la persona tal como Jesús les había dicho, les mostró una sala bien amueblada, en el primer piso, y los dos discípulos prepararon todo lo necesario para celebrar el banquete de la Pascua. El vino, el pan ácimo, el cordero, las hierbas amargas, los divanes, etc.

Autor: Salvador DalíA media tarde, Jesús llegó y comenzaron el banquete. Antes, Jesús, lavó los pies a los discípulos para darles un ejemplo de humildad. Mientras celebraban este banquete, Jesús cogió el pan ácimo y pronunció estas palabras: Esto es mi cuerpo, que era el pan convertido en su cuerpo.

La cena continuó, después de cenar, Jesús cogió el cáliz y dijo: Éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres. Os aseguro que ya no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios. Y lo que era vino se convirtió en la sangre de Jesús (Mc 14,12-16, 22-26).

¡Qué bonita es esta escena del evangelio! Los discípulos, reunidos en torno al Maestro, les habla con unción, y ellos lo escuchan admirados, celebran la Pascua. Jesús instituye la Eucaristía, y los discípulos celebran su primera Comunión, en un ambiente de silencio, de paz y de amor.

corpus_papa.JPG (21978 bytes)Nuestro banquete

Cuando hoy, nosotros, venimos al templo, venimos para celebrar el banquete eucarístico. Tenemos preparada la mesa, que es el altar, el pan y el vino, el agua, el mantel, las servilletas, el libro de las lecturas. El sacerdote que celebra es Jesús, y todos profesamos una misma fe, estamos en torno a la mesa eucarística dispuestos a celebrar el mismo banquete que celebró Jesús el día antes de su pasión y muerte.

El sacerdote dice las mismas palabras que dijo Jesús, y el pan se transforma en el cuerpo de Jesús y el vino en su sangre, después de adorar la presencia real de Jesús, de rezar la oración del padrenuestro y recibido la paz del Señor, nos preparamos a recibir a Jesús como alimento de nuestra vida espiritual.

Nosotros, amigos de Jesús, nos reunimos alrededor de la mesa eucarística para encontrarnos con el Señor, hablarle amistosamente y alimentarnos con su Cuerpo y su Sangre.

¡Gracias, Señor, por este convite que nos has preparado!

El prefacio de la misa de hoy dice: Con este sacramento alimentas y santificas a tus fieles, para que su misma fe ilumine y su mismo amor congregue a todos los hombres que habitan un mismo mundo.

Cómo hemos de ir a comulgar

Ir a Misa y no comulgar es como ir a un banquete y no comer. Solamente los que están en pecado no pueden recibir el cuerpo de Jesús, porque lo recibirían indignamente. Primero tienen que purificarse para poder comulgar después.

Jesús dijo: Si en el momento de llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermanos; luego vuele a presentar tu ofrenda (Mt 5,23-24).

San Pablo escribe a la comunidad de Corinto: Quien coma el pan y beba el cáliz del Señor indignamente, se hace culpable de profanar el cuerpo del Señor. Examínese, pues, cada uno a sí mismo antes de comer el pan y beber el cáliz, porque quien como y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propio castigo (1Co 11,27-30).

¿Por qué vamos a comulgar?

Para fortalecer nuestra vida espiritual. Los cristianos que no participan de la Eucaristía, se apaga lentamente su vida espiritual;

para crecer y desarrollar nuestra vida de fe. La Eucaristía nos hace crecer en el amor a Dios y a nuestros hermanos, puesto que el amor es la esencia de nuestra vida espiritual;

para reparar las fuerzas que se gastan en la lucha diaria. Si uno no come se va debilitando poco a poco;

para disfrutar del banquete eucarístico. Nosotros deseamos comulgar para gozar de la compañía de Jesús, nuestro gran amigo.

El sagrario y Betania

San José María Escrivá de Balaguer, en su libro "Cristo que pasa", en la homilía sobre el Corpus, dice: Mi sagrario ha sido siempre Betania, un lugar tranquilo y agradable, donde está Cristo, donde podemos contarle nuestras preocupaciones, nuestros sufrimientos, nuestras ilusiones y alegrías, con la misma sencillez y naturalidad con que hablaban a Jesús sus amigos Marta, María y Lázaro.

corpus_alfombra2.JPG (32813 bytes)Las procesiones

En el día de hoy, en muchas poblaciones se celebran procesiones con el Santísimo Sacramento como homenaje a Jesús. En algunos pueblos y ciudades se ha perdido esta buena costumbre. ¡Es una lástima! Las cosas que no se celebran se van olvidando y dejan de ejercer su influencia positiva en nosotros.

Los cristianos, como ciudadanos, también tenemos derecho a pasear al Señor por las calles, para manifestar públicamente nuestra fe y nuestro amor a Jesucristo.

Este acto externo ha de ir acompañado de nuestra devoción y amor en nuestro corazón. Lo que llevamos en nuestro corazón es lo que da un tono especial, un color determinado a cada acción que realizamos, es lo que le da su valor real y no sólo por la apariencia. Lo que cuenta ante el Señor no son sólo los gestos externos, sino las motivaciones que nos impulsan a hacerlos.

Que esta celebración eucarística sea para aumentar nuestra devoción al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

¡Que paséis uno buen día del Corpus!