FESTIVIDAD DE LA EPIFANÍA  (III)
 

Celebramos, hoy, hermanos y hermanas, una de las fiestas más alegres de todo el año: la fiesta de los Reyes, como decimos en la liturgia: la fiesta de la Epifanía. Epifanía significa "manifestación". El día de la Navidad, Jesús se manifestaba al pueblo de Israel en los pastores. En el evangelio que acabamos de escuchar dice que Jesús se manifiesta a toda la humanidad en estos magos venidos de Oriente. Hoy, Jesús, se manifiesta a todos nosotros.

Yo querría exponer para vuestra reflexión, cómo los magos buscaron a Jesús y la forma de cómo lo encontraron, para que nos sirva de ejemplo:¿ Cómo podemos buscarle y encontrarle, como hicieron ellos?

¿Quiénes eran los magos? Eran personas sabias que se dedicaban a la astrología, en su estudio mirando las estrellas, descubrieron una estrella extraordinaria, que les indicaba el nacimiento del Rey de los judíos. También nosotros tenemos que descubrir el Señor en el lugar y en el trabajo en el que nos ha colocado. La flor sale del árbol que está plantado, y santa Teresa decía que "entre los pucheros se encuentra el Señor".

Vieron la estrella y se pusieron en camino. No era fácil hacer un largo camino, pero ellos no dudaron en dejar sus comodidades y emprender un camino tan agotador. Seguramente que otras personas aunque vieran la estrella se quedarían cómodamente en casa. ¡Pero ellos no! De aquí se deducen dos actitudes muy diferentes. Nosotros no vemos ninguna estrella, pero sentimos la inspiración del Espíritu Santo que nos llama para seguir al Señor con más generosidad o para hacer una obra buena.

Se pusieron, pues, en camino confiando en el Señor que les ayudaría. Y así fue. Cuando se encontraban desorientados en Jerusalén, mientras preguntaban dónde había nacido el rey de los judíos, Dios se sirvió de Herodes, precisamente de un hombre malo, para señalarles el camino que les conduciría a Belén: Herodes convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tu, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel" (Mt 2, 4-6).

En nuestra vida también pasamos tribulaciones y, muchas veces, tenemos dudas de fe, estamos desorientados. Que sepamos ponernos en las manos de Dios, él nos dará luz, como la dio a los magos y nos señalará el camino que tenemos que seguir.

Se pusieron en camino y fueron constantes siguiendo la estrella. La estrella desapareció y ellos continuaron hacia Jerusalén y encontraron, no una estrella, sino a un hombre, del cual Dios se sirvió para que fuera su estrella. También nosotros, en nuestra vida espiritual, necesitamos de los hombres para no perdernos en el camino que lleva al cielo. Una de estas personas puede ser el director espiritual, el santo padre a través de sus escritos, o un amigo que puede darnos un buen consejo.

Al salir  de Jerusalén, volvieron a ver la estrella Y la estrella que habían visto en oriente los guió hasta que llegó y se paró encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría (Mt 2,9-10). También en nuestra vida cristiana, cuando acabamos de hacer una buena obra, o sales de una duda o has hecho una buena confesión, tienes en tu interior una especie de alegría inmensa por haber cumplido la voluntad del Señor.

Al llegar a Belén y entrar en la casa (ya no estaban en un establo), encontraron al Niño con su madre: Y lo adoraron postrándose en tierra. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra (Mt 2,11). Supieron ver su realeza y le ofrecieron: oro como Rey; incienso como Dios; y mirra como hombre. También nosotros, si sabemos buscar Jesús como los magos, sabremos ver su realeza, su divinidad y su humanidad, especialmente en el momento de ir a comulgar. Aquel Jesús que adoraran los magos, nuestra fe nos enseña que es el mismo Jesús que nosotros tenemos en la Eucaristía.

Los magos no solamente encontraron Jesús, sino que también encontraran María. Quienes buscan a Jesús encuentran también a Maria, y quienes busca Maria encuentra también a Jesús. Separar a las dos personas es imposible.

María recibió los obsequios de los magos: el oro, el incienso y la mirra. Maria recibirá también nuestros propósitos y deseos de buscar a Jesús. Que ella nos ayude, para no desfallecer en las dificultades y nos conduzca a Jesús, como la estrella guió a los magos hasta Belén, que ella nos enseñe a adorar Jesús.

Acabamos preguntándonos: ¿Qué nos pueden traer los reyes? Mi respuesta es que nos traigan fidelidad en el seguimiento de nuestra vocación cristiana, y la constancia en buscar para encontrar a Jesús, como ellos lo supieran encontrar.

OS DESEO PASÉIS UNA BUENA FIESTA CON LOS REYES MAGOS.