MISA DE DIFUNTOS
(Lc 7,11-17)
(sólo texto, para imprimir)

El evangelio que hemos escuchado nos ha hablado de la muerte de un hijo cuya madre era viuda y como Jesús le resucitó.

Jesús fue a un  pueblecito llamado Naím. Le acompañaban sus discípulos y mucha gente. Cuando se acercaba a la entrada del pueblo se encontró que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único  de una madre viuda (Lc 7,11-12).

Dos comitivas se encuentran. Una comitiva que acompaña a la muerte. y  otra que acompaña a la vida.

Jesús  encuentra a una pobre viuda que iba acompañando a su hijo. Iban hacia el cementerio y de pronto ven otra comitiva que acompañaba a Jesús. Las dos se encuentran.

No es nada difícil imaginar  las caras de aquellas personas. La madre llora, los acompañantes también y Jesús y sus acompañantes con cara seria.

Las dos comitivas se paran y Jesús dice a la madre que iba a enterrar a su hijo: "No llores" (Lc 7,13). La gente mira a Jesús y ven que Jesús no es indiferente al dolor y al sufrimiento de aquella pobre madre. El evangelio nos dice que el Señor la vio y se compadeció (Lc 7,13 ).

Es Jesús hombre que se conmueve. Es Jesús Dios el que manda que la comitiva se pare y usando de su poder divino, dice al joven, que vuelva a la vida y aquel joven por las palabras del Señor volvió a la vida.

 Jesús dijo: ¡Joven ! Levántate. El muerto se incorporó y empezó a hablar y Jesús lo dio a su madre. Todo el mundo se quedó sobrecogido y glorificaban a Dios (Lc  7, 14-15).

Jesús con mucha delicadeza lo entrega su madre. Imaginémonos la alegría de la madre al recibir a su hijo resucitado.

Aplicación práctica a nuestra vida de cristianos

Antes os he dicho que os imaginarais las caras de los acompañantes, ahora os invito a imaginaros sus ojos. Aquellos ojos llenos de dolor de la madre, ahora están extasiados, aquellos ojos muertos del joven ahora contemplan a Jesús, aquellos ojos llorosos de la comitiva ahora están llenos de alegría y gozo.

Hermanos. Encontrar a Jesús es encontrar la vida.

Podría ahora hacer resaltar la divinidad de Jesús diciendo que solamente Dios puede volver la vida a los hombres, pero hoy prefiero resaltar su humanidad, porque no veamos a Jesús un ser lejano, una persona muy diferente de nosotros, una persona demasiada importante y que no nos inspire la confianza que debe inspirar a un amigo. Es muy difícil ser amigo con una persona que la veas muy lejos o demasiada diferente.

“Venid a Mí, todos los que estáis cansados y angustiados que yo os ayudaré."

Jesús es la persona, buena, humilde, misericordiosa, que se entrega a las otras, busca su alegría y su consuelo.

Los cristianos debemos saber imitar a Jesús. Debemos ser ojos de Cristo. Que las personas que nos vean, sepan ver una imagen de Jesús en la tierra. Los que veían a san Francisco de Asís veían la imagen de Jesús. Los santos son aquellos que llevan  a  Jesús en sus palabras y en sus obras. .

Hermanos y hermanas que me escucháis pensad que la muerte es el primer paso para la eternidad. EL prefacio de la misa de difuntos dice: Porque la muerte, Señor, no destruye la vida de quienes creen en vos, tan sólo la transforma, y cuando se deshace la casa de la estancia terrenal encuentran otra eterna  en el cielo.

Jesús dice: Yo soy la resurrección y la vida ,quien cree en mí, aunque muera, vivirá y  todo aquel que vive y cree en mí, no morirá  para siempre (Jn 11,25-26).

San Pablo dice: Para siempre  estaremos con el Señor (Te 4, 17).

Me vienen a la memoria las palabras del Concilio Vaticano II cuando dice que Dios ha sembrado en nuestro corazón una semilla de eternidad que nadie puede matar, ni ninguna ciencia puede destruir (GS 18).

Dios no nos ha creado para morir para siempre, sino que permite la muerte teniendo en cuenta la resurrección.

La vida del hombre se puede comparar a un peregrinar hacia la eternidad, podemos gozar de las maravillas de esta tierra con toda su belleza, y después entrar en la verdadera patria, que es el cielo y gozar de la presencia del Dios que nos ha creado.

Dios nos ha creado para gozar eternamente.

Esta es nuestra fe y porque tenemos fe y creemos en la resurrección de Jesucristo y la nuestra nos hemos reunido en este templo para rezar por nuestro difunto /a confiando que nuestra oración le puede ayudar y que, como cristianos, es lo mejor que podemos hacer por su alma.

Si es conveniente puede hacerse un pequeño resumen de su vida, resaltar alguna cualidad o manera de obrar, como cristiano, esposo /a, hijo/a,

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