BODA de N. y N.
(sólo texto, para imprimir)

Queridos N. y N

Sean mis  primeras palabras  de felicitación porque habéis querido contraer matrimonio por la Iglesia con el sacramento que Jesucristo instituyó para bendecir los matrimonios cristianos.

Habéis venido aquí para que el Señor consagre vuestro amor, ante mí, ministro de la Iglesia y delante de vuestros padres, familiares y amigos y también de la comunidad que con alegría han presenciado esta celebración y rezado por vosotros.

Cristo bendice generosamente vuestro amor y enriquece con un nuevo sacramento  a aquellos quienes, ya santificados por el bautismo, se unen en matrimonio.

Este nuevo sacramento os fortalece para vivir siempre fieles el uno al otro y para cumplir todos los  deberes de la vida matrimonial.

La Iglesia os ha preguntado si contraéis matrimonio sin ninguna acción y libremente, porque la Iglesia al daros este sacramento del matrimonio quiere asegurarse que lo hacéis con entera libertad, que es un don que Dios nos ha dado como personas.

Y vosotros habéis contestado que lo hacéis voluntariamente y sin ninguna coacción.

También os ha preguntado si estáis dispuestos a  amaros durante toda vuestra vida matrimonial y vosotros habéis contestado que estáis dispuestos.

El matrimonio cristiano se cimienta en el amor del marido hacia  su esposa y en el amor de ella hacia su marido.

Como todas las cosas humanas el amor se debe cultivar para que no desaparezca y aumente de día en día.

La Iglesia os pide que recibáis con amor los hijos que recibiréis de Dios y que los educareis según Ley de Cristo y de la Iglesia.

Explicación del evangelio

Boda de
Canà (Jn 2,1-12)

La boda de Caná de Galilea

Las bodas en un pueblo pequeño, como era Caná de Galilea, se prolongaban durantes varios días y eran muchos los invitados. Una boda era una fiesta para todo el pueblo y, posiblemente muchos, que no habían sido invitados, también iban a felicitar a los novios y a beber un vinillo.

Parece ser que los invitados bebieron más de lo que estaba previsto o, que tal vez, hubieran más personas de las que habían invitado.

Probablemente, la familia era pudiente, porque al frente del banquete había un "mayordomo" de servicio y los camareros.

Presencia de Jesús en las bodas de Caná

Imaginaos que entramos a la sala de los invitados cuando se celebraba la fiesta de la boda de Caná, y nos fijamos en todos los invitados que están sentados en la mesa, cantando alegres en medio de un gran alboroto, y preguntamos a Jesús porqué ha ido a la fiesta, la respuesta de Jesús podría ser porque lo habían invitado. Entonces vemos a Jesús que hace un buen papel, habla, ríe, canta como los demás invitados y, finalmente realiza su primer milagro: Convierte el agua en vino.

Jesús, permitidme la expresión, era una persona muy normal, como nosotros, aunque era Dios participa en la fiesta, como los demás invitados.

Presencia de María en las bodas

María también era una invitada más, y también hacía un buen papel. Podemos imaginarnos a María sentada en la mesa , hablando, cantando y riendo y, quizás, ayudando a los sirvientes.

Petición de la madre al hijo

Llega un momento en que la madre de Jesús, (las mujeres siempre son más observadoras que los hombres), se da cuenta de que algo pasa, y llamando a uno de los criados se  lo pregunta, y éste le responde que se ha acabado el vino.

El vino en una fiesta de boda era muy importante. Actualmente tampoco puede faltar el vino y el champán.

Una boda sólo con agua quedaría "aguada", como vulgarmente se dice.

La madre de Jesús se imaginó la vergüenza que pasarían los novios. En los pueblos, que todo se comenta, posiblemente aquellos novios podrían pasar a la historia como los novios a los que les  faltó el vino el día de su boda. Para evitarles un disgusto intervino Maria.

María, indirectamente, pide un milagro a Jesús

María conocía el poder de Jesús, por eso se le acercó y sólo le dijo estas palabras: No les queda vino (Jn 2,3).

Jesús, que era muy inteligente, comprendió enseguida por dónde iba su madre y le respondió: -Mujer, no intervengas en mi vida, mi hora aún no ha llegado (Jn 2,4). Pero María, a quien no le faltaba inteligencia y, como todas las madres, conocía muy bien a Jesús, dijo a los criados: -Haced lo que él os diga (Jn 2,5).

Son las únicas palabras que sabemos dijo la Madre de Jesús. Para nosotros, que amamos tanto a María, estas palabras son una norma práctica de vida.

El milagro de Jesús

Ya sabemos el resultado. Jesús obra su primer milagro en unas bodas, por no "aguar" la fiesta, y así poder continuar con cantos, gozo y alegría propios de una fiesta familiar.

Seguramente que ninguno de nosotros se hubiera imaginado que el primer milagro de Jesús, para demostrar su divinidad, hubiera sido convertir el agua en vino. Ningún hombre puede hacerlo y Él lo realizó en esta fiesta de la boda de unos novios amigos  suyos y de su Madre, con tanta sencillez.

Aplicación de la palabra de Dios

La palabra de Dios siempre ha de ir encaminada a nuestra vida práctica. La Virgen María hubiera podido pensar que ella no tenía nada que ver en la falta del vino, era una invitada más, pero no, se levanta y pide un milagro.

También en nuestra vida nos encontramos en circunstancias parecidas. No nos falte:

-  el vino de la salud,

-  el vino del trabajo,

-  el vino de la paz familiar,

-  el vino de la amistad,

-  el vino de la alegría§

el vino de la esperanza,

-  el vino de la ilusión, etc.

No digamos nunca: ¡No es mi problema!, sino todo lo contrario, hagamos algo, como María, para convertir el agua en vino.

Deseo que el Señor os bendiga y que seáis muy felices en vuestra vida matrimonial. Que sepáis dar ejemplo de una familia cristiana que ama a Dios y a su madre María.