JUEVES SANTO
Queridos amigos: Nos hemos reunido en
esta tarde del Jueves Santo para celebrar la institución de la Eucaristía, el
sacerdocio y aprender la gran lección que Jesús nos da, el mandamiento nuevo,
el amor.
Estas son las ideas principales de este Jueves Santo, eucaristía, sacerdocio y
amor. No podemos comentarlas todas porque el tema es muy amplio. Nos
centraremos en la Eucaristía.
Plegaria después de la consagración
El sacerdote inclinado ante el altar reza la plegaria de la Eucaristía que
se encuentra en el misal.
Dirige tu mirada serena y
bondadosa sobre esta ofrenda: y aceptadla como aceptaste los dones del justo
Abel, el sacrificio de Abrahán nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu
suma sacerdote Melquísedec.
Nuestra plegaria en esta noche tan
solemne es: Señor, acepta nuestro sacrificio vespertino como te dignaste
aceptar el sacrificio del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre
en la fe y la oblación pura del sumo
sacerdote Melquísedec.
Sacrificio de Abel
Los dos hermanos, Caín y Abel ofrecían
sacrificios a Dios. Caín ofrecía los frutos de
la tierra y Abel las ovejas de su rebaño. Dios aceptaba el sacrificio de Abel,
porque salía de un corazón puro y no aceptaba el sacrificio de Caín. El humo del
sacrificio de Abel subía cielo (Gen 4,3-8).
El Señor aceptará nuestro ofrenda si tenemos el corazón puro como Abel.
Sacrificio de Abrahán.
Dios le había prometido que su descendencia sería más grande que las estrellas
del cielo y le pide que sacrifique su único hijo, Isaac. Abrahán no pide
explicaciones a Dios y se propone sacrificar a su hijo. Cuando tenía la mano
levantada con el cuchillo para sacrificarlo un ángel del Señor le gritó que no
lo hiciera y mirando alrededor vio un cordero al que lo sacrificó en lugar de su
hijo, Isaac. Abrahán, el gran
patriarca se propone ofrecer a su hijo Isaac confiando en la
palabra de Dios y en esto manifiesta su fe ejemplar.(Gen 22, 1-22).
Señor, haz que tengamos la fe de
Abrahán.
El gran sacerdote Melquísedec
Cuando Abrahán volvió vencedor de una batalla contra sus enemigos, Melquísedec,
rey de Salem, ofreció pan y vino porque era sacerdote del Dios Altísimo (Gen
14,17).
El sacrificio de Melqulsedec, que ofreció
pan y vino, era una figura del sacrificio de la Eucaristía. También nosotros
ofrecemos pan y vino para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de
Jesucristo.
¿Habéis pensado cristianos que me escucháis, lo que estamos haciendo?
Presentamos al Padre, nada más y nada menos, que el cuerpo y la sangre de
Cristo. No presentamos frutos de la tierra, animales, como hacen los Judíos,
presentamos al mismo Jesucristo que se ofreció en la cruz por nuestra
salvación.
Institución de la Eucaristía
Lo hemos escuchado muchas veces, que el Señor Jesús el día antes de su pasión
tomó pan en sus venerables manos, y dando gracias lo partió y lo dio a sus
discípulos y dijo: Tomad y comed
todos de él porque esto es mi Cuerpo, que será
entregado por vosotros.
Después de haber cenado tomó el cáliz , y
nuevamente dando gracias, lo pasó a sus discípulos , diciendo: Tomad y bebed
todos de él , porque este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva
y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el
perdón de los pecados.
Al ofrecer el cuerpo y la sangre de Jesús, cumplimos el mandato que El nos dio,
cuando dijo: Haced esto en
conmemoración mía. Esta es nuestra ofrenda, este es nuestro sacrificio.
Mañana, Viernes Santo, contemplaremos a Jesús en una cruz y como su sangre se
derramaba sobre la tierra. Jesús, el gran sacerdote, ofrece su sacrificio para que Dios perdone los pecados
de todos el hombres.
La Eucaristía es el mismo sacrificio de Jesús
El sacrificio de la misa es el mismo sacrificio de la cruz, porque en la cruz,
se ofreció Jesús y nosotros los cristianos ofrecemos también el cuerpo y la
sangre de Cristo. En la cruz la sangre de Jesús estaba separada de su cuerpo,
también en la misa el cuerpo, la hostia consagrada, está separado de su sangre,
el vino consagrado.
He dicho que nosotros los cristianos ofrecemos el cuerpo y la sangre de Cristo,
porque todos nosotros, los bautizados, formamos un pueblo sacerdotal, El bautizo nos
hace partícipes del sacerdocio de Cristo y
como pueblo sacerdotal, pueblo
consagrado a Dios, podemos ofrecer este sacrificio.
Es verdad que solamente el sacerdote, que ha recibido el sacramento del orden,
en nombre de Cristo, convierte el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de
Cristo, pero también es verdad que todo el pueblo cristiano ofrece al Padre el
sacrificio. Por esto el sacerdote se dirige al pueblo de Dios y dice: Orad
hermanos para que este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios Padre
todopoderoso.
El sacrificio de la cruz es el sacrificio de los miembros de la Iglesia
Dice el Catecismo de la Iglesia
Católica: El sacrificio de Cristo es el sacrificio de los miembros de su
cuerpo. La vida de los fieles, la alabanza, sus sufrimientos, la plegaria, sus
trabajos, se unen a los de Cristo y a su ofrenda total, y adquieren así un
nuevo valor. El sacrificio de Cristo presente en el altar da a todas las
generaciones de cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda(C. E. C. 1368).
¡Oh cristianos que me escucháis! Si comprendiéramos el gran tesoro que nos ha
dejado Jesucristo, el día antes de su pasión, en el sacrificio de la misa, no
solamente iríamos a misa los domingos,
que es el día del Señor, sino los días laborables que pudiéramos ir.
Señor, Jesús, os agradecemos de todo corazón el habernos dejado como memorial
de vuestra Pasión y Muerte el sacrificio de la misa, que estamos celebramos.
Gracias, gracias, Jesús.
Que paséis un buen día del
Jueves Santo.