JUEVES SANTO

Nos hemos reunido esta tarde del Jueves Santo, para celebrar la Cena del Señor. Recordamos la institución de la Eucaristía como sacrificio y sacramento, del sacerdocio y del amor fraterno.

Nuestra contemplación, esta tarde, será sobre el amor fraterno, ya que otros años hemos hablado de la Eucaristía como sacrificio y como banquete.

DIOS ES AMOR (1Jn 4,8)

Cuando San Juan Evangelista era muy anciano, y estaba a punto de morir, tenia más de noventa años, sus discípulos se le acercaron y le hicieron esta pregunta ¿ Maestro, por qué repites siempre las mismas palabras sobre el amor fraterno?. San Juan les contestó: porque es el precepto del Señor. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros tal como Yo os he amado. (Jn 13,34)

Yo desearía recalcar las palabras " tal como Yo os he amado.". Jesús nos ha amado entregando su vida por nosotros y muriendo en una cruz.

Podemos afirmar, que el testamento de Jesús, o sea su última voluntad, es el amor.

DIOS NOS AMA DE VERDAD

El evangelio que hemos escuchado nos ha dicho: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, la de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en este mundo, los amó hasta el extremo. (Jn13,1)

Los que estamos aquí somos de los suyos, porque Él es nuestro Maestro y nosotros lo seguimos y le amamos de verdad. Dios nos ama y Jesús, que es Dios, nos ama hasta el extremo.

Los Santos, que veneramos, son aquellas personas que han sobresalido, viviendo esta verdad: el amor de Jesús hacia ellos y han amado a los hombres hasta el extremo.

Si yo quiero ser santo he de tener conciencia de que Dios me ama y me ama de verdad. Sentirme amado por Dios. Sentirme amado por Jesús.

El amor más grande que hay en la tierra es el amor de la madre. Este amor no se puede comparar con el amor de Dios.

SIGNOS DEL AMOR DE DIOS.

Si no somos ciegos, fácilmente veremos que Dios nos ama. Toda la creación, con toda su inmensa grandeza, es un signo del amor de Dios hacia nosotros. Dios ha creado este mundo admirable, para que disfrutemos de las bellezas de la creación. Toda la historia de la salvación es un signo del amor de Dios hacia los hombres, pero la manifestación suprema, última e insuperable. la encontramos en la persona adorable de Jesús. San Juan escribe: Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único para que todo el que crea tenga por él vida eterna. (Jn 3,16)

También escribe: En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. (1Jn 4,9)

El amor de Dios se manifesta también en la cruz de Jesús. Jesús cuando instituyó la Eucaristía dijo estas palabras: Esta es mi sangre de la Alianza que es derramada por muchos. ( Mc14,24)

San Pablo decía: Vivid en el amor, como Cristo os amó y se entregó por nosotros, como oblación y víctima de suave aroma. (Ef 5,2)

Y de una manera especial en el sacramento del amor que es la Eucaristía, que hoy celebramos su institución. Las personas que se aman quieren estar juntas y Jesús ha hallado la manera de estar muy cerca nuestro en la comunión

EL AMOR A LOS HERMANOS.

Del amor a Dios se deriva el amor a los hermanos. San Juan escribe: Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios; y todo el que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. (1Jn 4,7)

Si alguno dice: " Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. (1Jn 4,20)

Hoy Jesús nos enseña de una manera práctica cómo hemos de amar a los hermanos. El evangelio que hemos escuchado nos ha dicho: El, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo...se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo, y se puso a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla con la que estaba ceñido. (Jn 13, 14)

¡Jesús, qué grande eres, cuando te arrodillas delante de Pedro, el que te negará, de Judas que te traicionará, de los otros apóstoles que te abandonarán, menos Juan que te será fiel hasta la muerte.! ¡El Hijo de Dios arrodillado delante de sus discípulos pecadores!

Fácilmente podemos comprender las razones por las cuales Pedro no permite que le laven los pies. Jesús lo quiere hacer y no hace caso de las palabras de Pedro, porque quiere dar un ejemplo de humilidad a los apóstoles y para que nosotros aprendamos la gran lección de humilidad que Él nos da. Si yo, el Maestro y Señor, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. (Jn 13,14-15)

Hablamos mucho de amor y muy poco de humilidad y servicio, por eso, hermanos y hermanas que me escucháis, falta tanto amor en el mundo, porque no hay verdadero amor sin humilidad y entrega.

Aprendamos esta gran lección que nos dejó Jesús, hoy, Jueves Santo, de humilidad y también que Dios nos ama de verdad y que nosotros hemos de amar a los hermanos, si queremos ser cristianos de verdad.

Y para acabar una pregunta ¿Por qué habéis venido hoy al templo? Respóndasela cada uno como yo me la respondo. Mi respuesta es: Porque amo de verdad a Jesucriso y para darle gracias por el gran don de la Eucaristía.