Segundo Domingo de Pascua
(Solo texto
para imprimir)
Homilía
Sobre El Cristo de la Misericordia Según Las Revelaciones de Santa Faustina
Kowalska
Fiesta
Introducida por el Papa Juan Pablo ii, Año 2000
¿Qué
es la misericordia?
Para
empezar vamos a explicar un poco qué entendemos por misericordia.
Es
la compasión que mueve a socorrer y perdonar.
Compasión
es compadecerse de las miserias humanas. Se manifiesta en la bondad, y ayuda al
necesitado, y también y especialmente, con el perdón y la reconciliación. Es
más que un sentido de amabilidad o simpatía, es una práctica.
“Nuestro
Dios es rico en misericordia”
Si
nos fijamos en la historia de la humanidad, desde el principio vemos que Dios
creó al hombre y a la mujer para que fuesen felices en el paraíso terrenal, sólo
les puso una condición muy fácil de cumplir: Podían comer del fruto de todos
los árboles, menos del árbol del bien y del mal. La
mujer respondió a la serpiente: Podemos comer del fruto de los árboles del
huerto; sólo nos ha prohibido, bajo pena de muerte, comer o tocar el fruto del
árbol que está en medio del huerto (Gn 3,2-3).
Ellos
pecaron comiendo del fruto prohibido, y la misericordia de Dios se manifiesta
con la promesa de un redentor, que es Jesús, muerto y resucitado.
La
historia está llena de odios, de guerras y venganzas pero, al mismo tiempo, de
la misericordia de nuestro Dios que sabe perdonar y ayudar a las personas que
hemos sido concebidas en pecado, como dice el salmo 50.
La
madre de Dios lo manifiesta con estas palabras: Su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación (Lc
1,50).
Zacarías,
el padre de Juan Bautista dice: para
salvarnos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos odian. De este
modo mostró el Señor su misericordia a nuestros antepasados y se acordó de su
santa alianza, del juramento que hizo a Abrahán (Lc 1, 71-73).
La
misericordia de Dios es el motivo de la encarnación del Verbo
La
misericordia es un atributo de Dios, que es fuente de misericordia. La venida de
Jesús al mundo es para salvarnos, para reparar el pecado que la humanidad había
cometido, que solamente un Dios encarnado podía desagraviar la ofensa hecha al
Creador. Dios es la fuente de la misericordia y satisface esta ofensa
principalmente en el árbol de la cruz. Nos da el gran ejemplo de misericordia
perdonando al buen ladrón y a quienes lo crucificaron diciendo: Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen.
Jesús
ejemplo de misericordia
Toda
la vida de Jesús perdonando es un gran ejemplo de misericordia. La curación a
tantos enfermos e impedidos y perdonándoles también los pecados, como lo hizo
con el paralítico, con María Magdalena y con la mujer adultera.
Jesús
manifiesta su misericordia el día de su resurrección apareciéndose en María
Magdalena que le había librado de siete demonios. A los dos discípulos de Emaús,
que se marchaban sin creer a las mujeres que afirmaban haber visto a Jesús
resucitado, y a Tomás, el discípulo
incrédulo, que quiso meter sus dedos en las llagas de Jesús y su mano en el
costado para poder creer.
La
imagen de Jesús, como ejemplo de misericordia, la encontramos en las palabras
del evangelista san Lucas, cuando habla del buen samaritano.
Jesús
no pasa de largo, se acerca al hombre que los ladrones habían dejado mal herido
y abandonado. Pero un samaritano que iba de viaje, al llegar junto a él y verlo,
sintió lástima. Se acercó y le vendó las heridas, después de habérselas
curado con aceite y vino; luego lo montó en su cabalgadura, lo llevó al mesón
y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al
mesonero, diciendo: “Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a mi
vuelta” (Lc 10,33-36).
Ø
Jesús se abaja hasta
nosotros.
Ø
Nos cura las heridas del
pecado con el bautismo y la confesión.
Ø
Nos da la gracia y su
amistad en la eucaristía.
Ø
Carga con nuestra cruz.
Ø
Y nos lleva al hostal del
cielo.
Para
ser buenos cristianos y dar culto a Dios hemos de practicar la misericordia
Jesús
dijo a los fariseos: Entended lo que significa: misericordia
quiero y no sacrificios; yo no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores (Mt 9,13).
Nuestro
culto y nuestra oración han de estar impregnados de misericordia para que sea
agradable a Dios, de tal manera que si no sabes perdonar y estar a bien con tu
hermano cuando te ha ofendido, Dios no recibirá con alegría tus oraciones.
La
práctica de la misericordia es necesaria por obtener la misericordia de Dios
Jesús
en el sermón de la montaña dijo: Dichosos los misericordiosos porque Dios tendrá misericordia de ellos (Mt
5,7).
PALABRAS
DEL PAPA
“Oh inconcebible e
insondable misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo
digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, tú eres la dulce esperanza de los
pecadores" (Diario, 951, ed. it. 2001, p. 341).
Repito hoy estas sencillas y sinceras palabras de
santa Faustina, para adorar juntamente con ella y con todos vosotros el misterio
inconcebible e insondable de la misericordia de Dios. Como ella, queremos
profesar que, fuera de la misericordia de Dios, no existe otra fuente de
esperanza para el hombre. Deseamos repetir con fe: Jesús, confío en ti.
De este anuncio, que
expresa la confianza en el amor omnipotente de Dios, tenemos particularmente
necesidad en nuestro tiempo, en el que el hombre se siente perdido ante las múltiples
manifestaciones del mal. Es preciso que la invocación de la misericordia de
Dios brote de lo más íntimo de los corazones llenos de sufrimiento, de temor e
incertidumbre, pero, al mismo tiempo, en busca de una fuente infalible de
esperanza.
Por eso, venimos hoy aquí,
al santuario de Lagiewniki, para redescubrir en Cristo el rostro del Padre: de
aquel que es Padre de misericordia y Dios
de todo consuelo (2 Cor 1, 3). Con los ojos del alma deseamos contemplar los
ojos de Jesús misericordioso, para descubrir en la profundidad de esta mirada
el reflejo de su vida, así como la luz de la gracia que hemos recibido ya
tantas veces, y que Dios nos reserva para todos los días y para el último día.
Padre
eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de vuestro Hijo, te misericordia
de nosotros y de todo el mundo. Amén (De la homilía pronunciada por el papa en
el santuario de Lagiewniki 17 de agosto 2002).
LA DEVOCIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA
Cuando Dios quiere
revelar un mensaje a la humanidad, no busca a los más importantes y sabios,
sino que se revela a través de los más sencillos y humildes, que saben ser dóciles
a sus inspiraciones y gracias. Este es el caso del mensaje de la Divina
Misericordia dado a la Santa Hna. María Faustina Kowalska, religiosa polaca,
instrumento elegido y probado por el Señor.
Santa Faustina (como es
conocida en el mundo entero) pertenecía a la Congregación de Hermanas de
Nuestra Señora de la Misericordia, conocidas como las "Hermanas
Magdalenas" que se dedican a la educación de jóvenes con bajos
recursos. Vemos como el Señor empieza a poner las piezas de su
"rompecabezas de gracia", en un orden perfecto. Revela Su Misericordia
a una religiosa de la comunidad dedicada a Su Misericordia.
Santa Faustina estuvo en
varias casas de su Orden, siempre realizando trabajos muy sencillos y
desapercibidos, tales como la cocina, el jardín, la limpieza del convento o
atendiendo la puerta.
Precisamente es a esta
hermana menos notoria a la que el Señor escoge para dar al mundo entero el gran
mensaje de su Misericordia que a tantas almas ha tocado y transformado al
propagarse por el mundo entero en momentos tan críticos para la humanidad.
La imagen de la
Misericordia
El 22 de febrero de
1931, santa Faustina recibió la primera revelación de la Misericordia de Dios,
ella lo anota así en su diario: En la
noche cuando estaba en mi celda, vi al Señor Jesús vestido de blanco. Una mano
estaba levantada en ademán de bendecir y, con la otra mano, se tocaba el
vestido, que aparecía un poco abierto en el pecho, brillaban dos rayos largos:
uno era rojo y, el otro blanco. Yo me quedé en silencio contemplando al Señor.
Mi alma estaba llena de miedo pero también rebosante de felicidad.
Después de un rato, Jesús
me dijo:
Pinta una imagen mía, según la visión que ves, con la Inscripción: ¡Jesús,
yo confío en Ti! Yo deseo que esta Imagen sea venerada, primero en tu capilla y
después en el mundo entero. Yo prometo que el alma que honrare esta imagen, no
perecerá. También le prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra,
pero especialmente a la hora de su muerte. Yo el Señor la defenderé como a Mi
propia Gloria.
Cuando contó esto en
confesión, el padre le dijo que seguramente Jesús deseaba pintar esta imagen
en su corazón pero ella sentía que Jesús le decía "Mi Imagen ya está en tu corazón. Yo deseo que se establezca una
fiesta de la Misericordia y que esta imagen sea venerada por todo el mundo. Esta
fiesta será el primer domingo después de Pascua. Deseo que los sacerdotes
proclamen esta gran misericordia Mía a los pecadores. Por orden de
su confesor Santa Faustina le preguntó al Señor el significado de los rayos
que aparecen en la imagen emanando del corazón y el Señor le respondió:
"Los
dos rayos significan Sangre y Agua- el rayo pálido representa el Agua que
justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las
almas-. Ambos rayos brotaron de las entrañas mas profundas de mi misericordia
cuando mi corazón agonizado fue abierto por una lanza en la Cruz...
Bienaventurado aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no le
seguirá hasta allí".
El Señor manifiesta su
Corazón, y el agua y la sangre que de él brotaron es como manantial de
reconciliación para todos los hombres.
Esta revelación es una
continuación de la misericordia divina que Jesús nos ofrece en la cruz y que
se reveló también a Santa Margarita.
PROMESA
DE JESÚS
Yo prometo al alma que venere ésta imagen que no perecerá... Protegeré
durante toda su vida, cual madre a su hijo, a las almas que propagaren el culto
a Mi Misericordia; en la hora de la muerte no seré para ellos Juez sino
Salvador..." -Promesa hecha
durante Sus apariciones (1931-1938) a Santa Faustina Kowalska en
Plock, Polonia.
La
Coronilla de la Misericordia
El viernes 13 de
septiembre de 1935, el Señor le reveló a santa Faustina un poderoso medio para
obtener la misericordia de Dios para el mundo. Ella lo escribe así:
En la noche, cuando
estaba en mi celda, vi un Ángel que era el ejecutor de la justicia de Dios.
Estaba vestido con una túnica brillante, su cara gloriosamente iluminada y una
nube bajo sus pies. En sus manos tenía truenos y relámpagos. Cuando vi las señales
de la ira divina, con las cuales cierto país de la tierra sería castigado de
una manera particular, imploraba al Ángel, pero noté enseguida que mis
plegarias eran impotentes contra la ira de Dios... En el mismo momento vi a la
"Santísima Trinidad", que irradiaba Majestad y Santidad
incomparables. Al mismo tiempo oí interiormente palabras, con las cuales empecé
a implorar fervorosamente por la salvación del mundo. Y ¡Oh milagro! el Ángel
era impotente contra esta oración y no podía ejecutar el justo castigo. Las
palabras con las que imploraba la misericordia de Dios eran las siguientes:
"Padre Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad
de tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo por nuestros pecados y los
pecados del mundo entero. Por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros
y del mundo entero.