DOMINGO DE
RAMOS III
(sólo texto, para
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Antífona
¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!
¡Hosanna en el
cielo!
El sacerdote nos ha saludado recordando el tiempo de cuaresma, tiempo de
penitencia y obras de caridad y que hoy empieza la Semana Santa en esta
solemnidad de la bendición de los ramos y palmas llevados
principalmente por los niños y niñas que en su inocencia quieren aclamar a
Jesús como su Rey y Señor.
Sin dudas es un día lleno de alegría y uno de los más alegre de todo el año,
ahora que empieza la Semana Santa dónde meditaremos la institución de la
Eucaristía, contemplaremos a Jesús crucificado y muerto en
una cruz y resucitado.
Jesús siempre rehuía las manifestaciones públicas y patentes de su dignidad de
Mesías, pero hoy vemos que él mismo inicia, dirige y acepta el homenaje
sencillo del pueblo judío que le aclama Rey.
El mismo Jesús dice a dos de sus discípulos que vayan a Betfagé, pueblo muy cerca
de Jerusalén, y allí encontrarán un borrico atado, al que nadie ha montado
todavía, lo desaten y que lo traigan. Si alguien les dice que hacen, que
respondan que Jesús lo necesita.
Los discípulos fueron y encontraron al borrico tal y como Jesús les había dicho
y lo aparejaron con sus mantos para que Jesús se encontrara bien. El camino
alfombrado por los mantos y los ramos de los árboles y la gente que lo seguía
cantando. ¡Hosanna al Hijo de David,
Bendito el quien viene como rey en
nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto!
Contemplemos a Jesús montado al borrico, alegre y dichoso, los discípulos a su lado al ver la gran multitud de
judíos y judías que extienden sus mantos y arrancan ramos a los árboles y con entusiasmo
aclaman a Jesús como Hijo de David y Rey de Israel.
Aquel título que Pilato hizo colocar en la
cruz no es una burla, sino una realidad. Jesús de Nazaret verdaderamente es
el Rey de los judíos.
La comitiva empieza a andar y llegan a un punto que se domina la gran ciudad de
Jerusalén con la magnificencia de su
Templo, las murallas y las viviendas y Jesús recordando que toda aquella gran
ciudad será destruida y que no quedará piedra sobre piedra lloró Todo un Dios
que llora por su ciudad tan amada de Jerusalén.
Si vais a
Jerusalén todavía encontraréis el lugar dónde Jesús lloró recordando la
destrucción de Jerusalén.
Los niños hebreos cantan y Jesús llora.
No todo el mundo aclamaba al Señor. Algunos fariseos que iban con la
multitud le dijeron: Maestro regaña a
tus seguidores. Él respondió: Os aseguro que si estos callan, gritarán
las piedras (Lc 19,39.40).
Con silencio interior contemplemos las diversas actitudes de las diferentes
personas que intervienen.
Los niños con palmas y ramos en sus manos y con el corazón lleno de alegría
cantan con gozo al Señor.
La gente, que ha visto los milagros de Jesús y otras personas ven en Jesús el gran profeta de Nazaret y
cantan con el corazón lleno’de alegría. Hosanna al Hijo de David.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Jesús, que está contento y alegre, al ver aquella gran multitud de personas que
le aclaman, escucha a algunos fariseos que no encuentran
bien aquel merecido homenaje que le hacen.
La actitud de algunos fariseos que iban en la
comitiva y dirigiéndose a Jesús le piden que regañe a sus seguidores. Maestro,
regaña a tus seguidores. No admiten
aquel homenaje que se hace al Señor y con respeto diciéndole Maestro le piden
que intervenga acallando a la multitud que lo aclama.
Ahora viene la pregunta clave de esta homilía: ¿Cuál es nuestra actitud ante el
homenaje que se tributa a Jesús?
Hermanos y germanas que me escucháis, el domingo de Ramos con todos los
elementos de victoria, gozo y alegría que la sagrada Liturgia nos presenta con
toda solemnidad en la bendición de las palmas y ramos, la
procesión con los sus cantos, acaba en
la misa dónde se lee la pasión y muerte de Jesús, Hijo de Dios hecho
obediente y aceptando la voluntad del Padre que le pide que ofrezca el santo
sacrificio de la cruz para la salvación de todos los hombres.
La Iglesia conmemora esta fiesta triunfante con ojos humedecidos con lágrimas.
Ella sabe que Jesús es el Salvador del mundo y que de este bosque lleno de ramos y palmas se dibuja la
silueta del Calvario y que algunos de este pueblo que le aclaman como el Hijo
de David juntarán su voz a los sacerdotes y fariseos que pedirán que
Jesús sea crucificado y muera en una
cruz
Por esto, recordando con fe y devoción esta entrada del Señor, a fin de que por
la gracia, participantes de la cruz, participemos también de la resurrección y
de la vida eterna.
Procurad asistir el Jueves Santo y Viernes Santo y sobre todo el Sábado de
Gloria a las celebraciones litúrgicas y participar con devoción, dando gracias
al Señor por su muerte y resurrección, todo por amor nuestro.
Que paséis un buen domingo de Ramos.