DIOS ES AZUCAR
Recuerdo que en estas fiestas navideñas me enviaron
un correo electrónico que decía: Dios es azúcar.
Una maestra preguntó a los niños y niñas de su clase quien era Dios y le
contestaron más o menos bien.
Un niño levantó la mano y le dijo que su madre decía que Dios era como el
azúcar.
La maestra le dijo que lo explicara y él dijo que su madre decía que Dios era
como el azúcar, porque cuando lo pone en la leche y la menea, el azúcar no se ve pero está y da buen gusto.
La maestra le dijo que ella le había enseñado muchas
cosas y que él en esta comparación le había enseñado que este Dios, que no lo
vemos, está en todas las partes
Nosotros, con nuestros ojos, no podemos ver a Dios, pero Él está en todas
partes, pese a que no lo vemos. Y los que estamos bautizados somos templos del
Espíritu Santo.
Al contemplar la creación sabemos que este mundo tan admirable no se ha hecho
solo, que es obra de Dios para que nosotros podamos vivir y lo disfrutemos.
Santo Pablo en la carta a los Romanos explica que Dios, que es invisible, por las
obras que Él ha hecho se hace visible.
Las perfecciones invisibles de Dios, aun en su eterno poder y su divinidad,
se han hecho visibles después de la creación del mundo, por el conocimiento que
de ellas nos dan sus criaturas. (Rm 1,20)
Recuerdo que leí esta anécdota de un hombre que iba
cada día a oír la santa Misa y por el camino encontraba a una pobre que le
pedía limosna, y de vez en cuando se la daba. Ella le decía gracias sin moverse y sin levantar los ojos.
El día de Reyes pensó que sería mejor comprar una
flor bien bonita y regalársela.
Al pasar se agachó y le dijo:
"Mira lo que te han
traído los Reyes" y le puso la flor en sus manos. Ella abrió los ojos y le dio
un beso muy contenta y agradecida, y le dijo que era el mejor regalo que le
podrían hacer porque demostraba que la amaba.
De entonces se hicieron amigos y cada mañana hablaban un buen rato y él la
ayudó a sacarla de su estado de pobreza.
La prueba más grande del amor de Dios es que nos ha
dado a Jesucristo y para nosotros cristianos es el mejor regalo del día de Reyes.
Dice san Juan: Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo
Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida
eterna. (Jn 3,16)
LA VIDA ESTÁ LLENA DE MISTERIOS
Recuerdo que un día hablando con un joven cristiano del misterio de
Navidad, me dijo que en la religión cristiana había muchos misterios, o cosas que
humanamente no se podían explicar y puso algunos ejemplos: Que una virgen fuera
madre; que Jesús se perdiera en Jerusalén y hablaba de su Padre celestial; que
Jesús en el huerto de Getsemaní pidiera al Padre que pasara aquel cáliz; que en
la cruz dijera a su Padre por qué le había abandonado; que el mismo Jesús
resucitara al tercer día habiendo muerto; la presencia de Jesús en la
eucaristía, etc. etc.
Yo le respondí que era verdad que en la religión cristiana había
muchos misterios y le hice esta pregunta: ¿Tu padre es tu padre? abrió los ojos
y me respondió. Sí que lo es.
Le pregunté como lo sabía y él me respondió porque él me lo ha dicho.
Lo creíste por su palabra y porque tu padre no te engañaba y no le pediste
ninguna demostración. Tú estabas convencido de su palabra y de su autoridad.
Esto es fe. Fiarse de la palabra y de
la persona que lo dice.
Si creemos en la palabra de los hombres más todavía debemos creer en
la palabra de Dios que encontramos en la Sagrada Escritura.
Humanamente muchas veces hacemos actos de fe y sin esta fe humana no podríamos
vivir. Cuando subes en un autobús crees que el conductor tiene permiso para
conducir; cuando el marido o la esposa dice que le ama no le pide que lo
demuestre, lo cree; cuando un amigo te dice que ha pensado en ti el día de tu
santo, lo crees.
Me puedes responder que las obras lo demuestran, cosa que no es verdad del
todo. En una pareja que estaba divorciada ella me dijo que no quería vivir con
una persona que no la amaba, y él decía que la amaba y que había hecho en obras
y palabras todo lo posible para demostrárselo.
El amor es muy difícil de demostrar.
Recuerdo que un día, yendo
a Granollers, cuando llegué a la
estación de autobuses pregunté a un negro del Senegal si allí paraba
el autobús y me dijo que sí.
Me invitó a sentarme a su lado. Me senté para esperar el autobús y mientras estaba esperando me vino este pensamiento: Vigila que este negro no te robe la cartera.
Cuando llegó el autobús
subí y al querer comprar el billete el conductor no me lo quería vender
porque pagaba con un billete de cincuenta euros.
Pedí cambio a dos personas
y me dijeron que no. Este negro pagó su billete y me dijo que yo me sentara a
su lado. Lo hice y sacó la cartera y me pagó el viaje, unas cuatrocientas
pesetas.
Al llegar Granollers le di
las gracias y le invité a tomar algo y me dijo que no, y muy amablemente se
despidió.
No tan solo no me robó la cartera
sino que me pagó el viaje. En el mundo hay muchas personas buenas y generosas
como aquel negro. Imitémoslo.
Jesús nos dice: No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio que juzgareis, seréis juzgados y con la medida que midiereis, seréis medidos.
¿POR QUÉ ME BAUTIZARON A LOS POCOS DÍAS DE NACER?
Recuerdo que en una reunión de
chicos y chicas de unos dieciocho años de edad, más o menos, un joven me
preguntó el por qué los padres bautizan a sus hijos a los pocos días de nacer.
Todos esperaban mi respuesta y todos me escucharon con mucha atención.
Mi respuesta fue una contestación general diciendo que los padres acostumbraban
a dar a sus hijos desde pequeños todo lo que ellos creen que es una cosa buena y les puede servir
para toda su vida.
Les puse algunos ejemplos: Los padres enseñan a sus hijos su lengua materna muy
pronto, los educan como ellos fueron educados, les ponen en guarderías, y en la
escuela cuando creen que es conveniente y los bautizan a los pocos días de
nacer. Así podríamos poner otros muchos ejemplos.
Contesto ahora concretamente a tu pregunta. ¿Por qué me bautizaron a los pocos
días de nacer?
1. Tus padres cuando se casaron por la Iglesia prometieron educar
cristianamente a sus hijos.
2. Dar a conocer la persona admirable de Jesucristo es un deber de todo
cristiano.
3. Bautizar para los padres cristianos es una cosa buena y por esto bautizan a
sus hijos a los pocos días de nacer,
tal y como quiere la Iglesia
Comparación.
El Bautismo es como una semilla que poco a poco se transforma en árbol
frondoso. Como todo árbol debe tener la savia para crecer, que podemos decir
que es la fe. Se debe regar con la oración, escuchar la palabra de Dios y la eucaristía.
Que dé buen fruto depende de la persona bautizada. Dios siempre respeta nuestra
libertad.
Frutos del bautismo:
El fruto de bautismo, o gracia del bautismo, es una realidad rica que
comporta el perdón del pecado original y de todos los pecados personales; el
nacimiento a la vida nueva por la cual el hombre es hijo adoptivo del Padre,
miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por el mismo hecho el bautizado
es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho participante del
sacerdocio de Cristo (Catecismo de
la Iglesia Católica (1279).
¿POR
QUÉ ME HICE SACERDOTE?
Recuerdo que en una reunión de chicos y chicas uno de ellos me preguntó por qué
me había hecho cura.
Mi respuesta fue: porque tenía vocación. Tenía trece años cuando entré en el
Seminario.
Había acabado la guerra civil de España y muchos sacerdotes, obispos religiosos
y religiosas murieron dando testimonio de su amor a Jesucristo y la semilla que
sembraron dio fruto en muchos niños, jóvenes y chicas. Los seminarios y conventos
se llenaron.
Una chica me preguntó: ¿qué imagen y nombre de Jesús le gusta más?
Jesús tiene muchos nombres: Hijo de
Dios, Hijo de Maria, Jesús, Cristo, Señor, el Resucitado, el Maestro y el
Amigo y algunos otros que ahora no recuerdo.
Todos tienen su belleza, pero el que me gusta más es Jesús como maestro y
amigo. En mi vida sacerdotal muchas veces haciendo oración repito las palabras
de Samuel: Señor, hablad que vuestro sirviente escucha.
Jesús nos habla en el evangelio,
cuando comulgamos y muchas veces en nuestra vida y procuro escucharlo como
Maria, que estaba sentada a los pies de Jesús y le escuchaba con toda atención.
Jesús entró en un pueblo y le acogió una mujer que
se llamaba Marta. Una hermana de ella, que se llamaba Maria, se sentó a los
pies de Jesús y escuchaba su palabra. (Lc 10,38.39)
Otra pregunta fue: ¿Qué piensa de los defectos y pecados de quienes forman la
Iglesia?
Sencillamente que la Iglesia, formada de hombres y mujeres pecadores, tiene sus
defectos y pecados, pero gracias a la Iglesia conozco a Jesucristo y la amo como vosotros amáis a
vuestros padres, que os dieron la vida, pese a sus defectos.
La conversación se alargó y acabé con las palabras del salmista, aplicadas a
Jesús: Mi alma se ha enamorado de vos. (Sal 62,9)
Enamoraos de Jesucristo y seréis buenos cristianos y felices.
YA
TENEMOS EL BILLETE COMPRADO
Recuerdo que hablando con una señora, que ya pasaba de los ochenta años de
edad, sobre las cosas que pasarían en el año que empezaba, me dijo que ya teníamos el
billete comprado.
Lo expliqué a un amigo y me contestó: que el tren pase de largo, que no se pare
y que tarde.
Siempre debemos
mirar las cosas positivamente y una de las cosas que Dios ha hecho bien es que no sabemos ni el día ni la hora de
nuestra muerte. Si lo supiéramos estaríamos pensando que ya se acerca.
A mi abuelo le mataron a un hijo, le robaron dos veces la gran tienda que tenía y
murió a los ochenta y seis años.
Jesucristo nos dice que hemos de estar siempre preparados porque la muerte nos
visitará en el momento menos pensado.
Jesucristo dijo: Velad, pues, porque no sabéis en qué día llega vuestro
Señor. Porque sabed esto: que si el amo de la casa supiera a qué hora había de
venir el ladrón no dejaría que perforasen su casa. Por esto, también, vosotros
estad preparados, porque el Hijo del hombre
vendrá en la hora que no pensáis. (Mt 24,42-44)