A USTED NO LO PUEDO VER

Recuerdo que yo estaba en la sacristía y entró una señora que yo no conocí de momento y ella me comentó que era de la parroquia donde yo había estado antes y de pronto me dice: Yo a usted no lo puedo ver.

Naturalmente, yo le pregunté el por qué y ella me respondió que por culpa mía su nieto no se confirmó.

Usted me dijo que la inscripción hacía dos meses que estaba cerrada y que esperara el próximo curso.

Ella juzgaba que mi actitud no fue correcta. Pero yo la juzgo correcta porque el rector debe poner unos fechas de inscripción y no tener la inscripción siempre abierta. La catequesis empieza al acabar la inscripción y si se  llega más tarde se pierden algunas clases que pueden ser fundamentales para su formación.

El responsable de alguna comunidad, a veces, debe decir NO, aunque le cueste, para el  bien de la misma, y para que haya un orden y las cosas se hagan bien.

Es muy difícil juzgar a las personas. Muchas veces una misma acción es enjuiciada buena, por una persona, y mala, por otra. Fácilmente nos podemos equivocar.

Dios no se equivoca porque ve la intención de quien habla. Jesús nos dice: No juzguéis para que no seáis juzgados (Mt 7,1).