¿ES
ÉSTE?
Él
me dijo:
Me levanté muy deprisa, le pregunté qué pasaba y les dije que se sentaran.
La mujer, ya más calmada, me explicó que su hijo estaba en la sacristía y que
entró un hombre y abusó de él.
Ellos marcharon, la madre pidiendo disculpas, y sin saber quién había abusado
de su hijo. Después se supo que el culpable era un hombre que no estaba bien de
la cabeza.
La cosa quedó despejada y no pasó nada más.
Algunas veces se da la culpa a un sacerdote sin ser verdad y la gente se lo cree.
No todo lo que se dice se debe creer. Muchas veces se debe probar, o fiarse de
la veracidad de la persona que habla.
Jesús dice: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Mt
7, 1).