El HOMBRE Y LA MUJER SON TENTADOS MUCHAS VECES EN SU VIDA

Recuerdo que un día hablando con un señor, muy católico, que llevaba su vida muy ordenada y  tenía mucha confianza conmigo, me dijo que su vida estaba llena de tentaciones.

Que procuraba sacarlas pero que le venían como las moscas en tiempo de verano y me pedía una explicación.

Podemos decir que la vida del hombre es un tentación continuada, y muchas veces nos induce a pecar.

Si miramos la historia de la humanidad está llena de tentaciones. La primera la de Eva que es tentada por  la serpiente y  Eva tienta a Adán y los dos caen en la tentación y son echados del Paraíso terrenal.

El hombre, pero, conserva su deseo del bien.

El gran rey David también cayó en la tentación y cometió adulterio. Salomón es hijo de una mujer viuda, y el marido, como sabemos, murió por culpa de David.

El mismo Jesucristo es tentado por el demonio cuando iba a empezar su vida pública, pero vence las tentaciones. (Mt 4,1-11)

Si leemos la vida de los santos, vemos que también tenían sus tentaciones.

La tentación no es pecado, el pecado consiste en consentirla. El hombre es libre de consentirla o no consentirla.

El hombre conserva el deseo del bien, pero su naturaleza tiene la herida del pecado original. Se inclina al mal y está sujeta al error. (C. I. C. 207)

Jesucristo, que era un gran pedagogo, en la oración tan bonita del Padrenuestro, nos hace decir: No nos dejes caer en la tentación. (ver: Mt 6,13)

Dice san Pablo: Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que de la misma tentación os hará sacar provecho para que podáis sosteneros  (1Cor 10,13b).

Cuando seamos tentados pidamos ayuda a Jesucristo y a su madre, Maria.