SILENCIO DE DIOS

Recuerdo que hablando con un joven me preguntaba sobre el silencio de Dios delante de las atrocidades que hacen los hombres, y me ponía como ejemplo nuestra guerra civil del año 1936, la segunda guerra mundial del año 1941, y en concreto el campo de concentración de Auschwitz, y esperaba una respuesta adecuada.

Dar una respuesta a esta pregunta no es fácil.

Dios ha dado al hombre el don de la libertad que es el poder de actuar o de no actuar, de hacer aquello o dejar de hacerlo. Usando de este poder el hombre puede escoger entre hacer el bien y hacer el mal.

El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia de la persona humana.

Dios siempre respetará la libertad de las personas, aunque esta libertad sea usada mal. La responsabilidad será de quien la usa.

El Papa Benedicto XVI en su visita al campo de Auschwitz, el 28 de mayo de 2006, hace esta pregunta: ¿Dónde estaba Dios en estos días? ¿Por qué calló?

Respuesta: No podemos escrutar el secreto de Dios, solamente vemos fragmentos y nos equivocamos cuando nos queremos convertir en jueces de Dios y de la historia.

Ejemplo: Jesús yendo a Jerusalén envió mensajeros delante de él, y ellos entraron en un pueblo de samaritanos para preparar su llegada. Pero no le quisieron acoger, porque se encaminaba a Jerusalén.

Al verlo, los  discípulos Jaime y Juan le dijeron:

Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?

Pero Jesús se giró y los regañó (Lc 9,51,55)).

No solamente Jesús no lo hace sino que les regañó.

También en nuestra vida algunas veces nos preguntamos: ¿por qué Dios lo permite; por qué calla; por qué lo tolera? No nos queramos convertir en  jueces de Dios, confiemos en su sabiduría y misericordia.