UN MUSULMÁN REZA EN LA
TIENDA DE VENDER
Recuerdo que hace unos años hice un viaje muy interesante a Egipto, dónde
visité algunos templos antiguos y algunas mezquitas.
Tuvimos tiempo para ir a comprar y entré en una tienda a comprar algunos
recuerdos.
En aquel
momento tocaba la oración en una mezquita. Los amos de la tienda que nos
despachaban nos dijeron muy amablemente: “Dispensen, es la hora de la oración.”
Se arrodillaron y estuvieron un rato rezando. Lo hacían en voz alta y no entendí
nada, puesto que lo hacía en su lengua.
Yo y otras personas que estaban en la tienda quedamos admirados y comentamos el
hecho.
Yo, dentro de mí, pensaba si nuestros cristianos lo harían. La respuesta que
me di es que no.
A los cristianos nos falta valentía para confesar públicamente nuestra fe.
Jesús, en la parábola del fariseo y el publicano, alaba la actitud del
publicano, que pide humildemente perdón y dice que bajó perdonado a su casa (Lc
18, 14).