VISIÓN HORROROSA

Recuerdo que cuando tenía unos trece años fui a Gandesa, donde había habido la célebre batalla del Ebro. Ya acabada, muchas personas fueron a recoger metralla por aquellas sierras de Caballs y Pandols. Los huesos que habían quedado por aquellas montañas los habían recogido y llevado al cementerio.

Una pandilla de amigos estábamos jugando cuando uno de ellos dijo: vamos al cementerio y corriendo fuimos hacia allí.

Cuando llegamos al cementerio vimos una montaña de  huesos y muchas calaveras que habían recogido de  aquellas montañas y estaban amontonadas. Al verlas marchamos corriendo y asustados.

Muchas veces  he recordado aquella escena tan impresionante. Parece imposible que los hombres puedan llegar a tanta maldad.

Las guerras todas son malas y más todavía una guerra civil.

El hombre es bueno pero está inclinado al mal y cuando se deja dominar llega a hacer barbaridades.

Los cristianos que seguimos la doctrina de Jesús sabemos que Él es el Príncipe de la paz y todas sus enseñanzas se pueden resumir en el precepto del amor, y quien ama es portador de la paz.

Por las entrañas  de misericordia de nuestro Dios, por las que nos visitará una luz de la altura para iluminar a los que yacen en las tinieblas y sombras de muerte por el camino de la paz (Lc 1,78-79).

Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios! (Mt 5,9).