Primer Domingo de Adviento Ciclo
B
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Estamos
hoy en el primero domingo de Adviento. Este tiempo de Adviento es una preparación
para la gran fiesta de Navidad.
Los
comercios ya nos anuncian, de una manera luminosa, esta fiesta de Navidad. Por
las calles empezamos a ver las grandes iluminaciones de nuestra ciudad condal.
La
Iglesia, que es una gran pedagoga, quiere que en este primer domingo de Adviento
nos preparemos a la venida de Jesús, al final de los tiempos.
Jesús
quiere expresarnos tres ideas fundamentales para nuestra vida cristiana:
Estas
tres ideas están expresadas en una parábola.
Jesús
es el hombre que se va a tierras lejanas, (puede decirse al cielo). Sucederá
lo mismo que con aquél hombre que se ausentó de su casa, encomendó a cada uno
de los siervos su tarea y encargó al portero que velase (Mc 13,34). A la
Iglesia, y a todos nosotros, se nos encomienda una tarea en esta vida. Cuando
menos lo esperamos volverá, como no sabemos el día ni la hora, nos dice que
hemos de estar velando, como el portero que espera la venida de su amo. Al
portero le dice que vele (Mc13, 34).
¡Qué
manera más sencilla y al mismo tiempo más bonita para expresar estas tres
ideas!
Hagamos
ahora un pequeño comentario de cada una de estas ideas.
Primera
idea:
Jesús
volverá lleno de gloria y majestad a final del mundo. San Pablo dice: Se
manifestará desde el cielo con sus poderosos ángeles (2 Tes 1,7), como decíamos
el pasado domingo, seremos juzgados sobre el amor.
Segunda
idea:
Cada
cual ha de realizar su tarea en este mundo. Todos tenemos una vocación, unos
talentos que el Señor nos ha dado, no los podemos malgastar, sino que hemos de
trabajar para multiplicarlos. Recordad la parábola de los talentos. A
uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno según su
capacidad (Mt 25,15).
Los
árboles, donde están plantados dan su fruto. Nosotros, según nuestra vocación,
hemos de dar fruto para la eternidad.
En
este tiempo de Adviento podemos preguntarnos si aprovechamos los talentos que el
Señor nos ha confiado para amar más a él y los que nos rodean.
El
cristiano ha de amar a Dios y a los hermanos, de verdad. La vocación del
cristiano, sea cual sea su estado, es la de amar.
Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Mc
12,30).
Jesús
nos enseña cómo hemos de amar a Dios y al hermano:
Os doy un mandamiento nuevo:
Amaos los unos a otros. Como yo os he amado, así también amaos los unos a los
otros (Jn 13,34).
Amarás
a tu hermano, viendo en la persona de tu hermano la persona de Jesús. Jesús
dice: Porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me alojasteis, enfermo,
y me visitasteis; estaba desnudo , y me vestisteis, enfermo, y me visitasteis,
en la cárcel, y fuisteis a verme (Mt 25,35).
Amarás
a tu hermano, como el Padre Dios nos ama.
Tercera
idea:
Es
la de estar vigilantes. Velar quiere decir no dormir, estar despiertos.
Velar
es vivir según la voluntad de Dios, siguiendo los pasos de Jesús. Jesús, en
el huerto de Getsemaní, dijo a los apóstoles que velaran y rogaran para no
caer en la tentación.
No
querría ser exagerado al decir que la vida del hombre es una tentación
continua. San Pedro dice que el enemigo del hombre es el diablo y que es como un
león que busca a quien devorar. El diablo, vuestro enemigo, ronda como león rugiente buscando a quien
devorar (1 Pe 5,8).
San
Pablo dice: Así, pues, quien presuma de
mantenerse en pie, tenga cuidado de no caer (1Co 10,12). Y el mismo Jesús
nos hace decir en lo oración del Padre nuestro: Y
no nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13).
Fácilmente
el hombre cae en la trampa que le tiende el maligno.
Muchas
veces el hombre encuentra el castigo en sus propias acciones.
Los
países industrializados para hacerse ricos vendieron armas a los países árabes,
y ahora, estas armas son las que amenazan a los países industrializados.
La
campaña de los preservativos se volverá contra quienes hacen uso de ellos.
Los
obispos nos dicen que no perdamos los valores morales y espirituales, que
sostienen la vida de los hombres.
Como
el portero vela, nosotros hemos de velar y vigilar contra las insidias del
mundo, del demonio y de la carne. Para acabar, permitidme que os dé unas normas
prácticas para preparar la Navidad que se acerca.
- Preparad el pesebre.
-
Haced una buena confesión.
El grande predicador de este tiempo de Adviento, san Juan Baptista, nos exhorta
a confesar los pecados. Ellos reconocías
sus pecados y Juan los bautizaba (Mt 3,6)
Limpia
tu vaso, para que quepa más gracia; la remisión de los pecados se concede a
todo el mundo por igual, pero la comunicación del Espíritu Santo se da
proporcionalmente a la fe de cada cual.
(De las catequesis de Jerusalén, Liturgia de las Horas, sábado XIII).
- Bendecid la mesa.
- Id a la misa cada día,
si podéis, o haced una visita al Santísimo Sacramento.
- Leed el Evangelio.
Oración
Haz,
Señor, que cuando vuelvas,
esté
a tu derecha,
que
mis pasos nos se haya extraviado
del
camino que conduce al cielo.